Copa SpaceBot: robótica de vanguardia
Dunas de arena, grava y rocas gigantes: en una sala, al sur de Bonn, el Centro Alemán de Investigación Aeroespacial (DLR, por sus siglas en alemán) ha reconstruido la superficie de un planeta. En la copa SpaceBot, diez equipos de diferentes universidades y empresas desarrolladoras alemanas exhiben sus nuevos modelos de robots.
Hasta ahora, varias generaciones de rover (robots) de la NASA han llevado a cabo exitosas misiones en Marte. No obstante, lleva mucho tiempo mandar una señal desde la Tierra al planeta rojo: una señal de radio tarda 15 minutos para llegar al robot receptor y otros 15 minutos para regresar.
Para recibir una respuesta se tiene que esperar mínimo una media hora, y en caso de que los robots algún día pudieran viajar más allá de Marte, el contacto con la Tierra sería aún más escaso. Por ello, los robots espaciales del futuro deberán desarrollar una inteligencia artificial para arreglárselas solos.
En busca de agua en planetas “desconocidos”
La prueba de la copa SpaceBot consiste en descubrir agua en el planeta artificial construido por el DLR. El agua se encuentra en un vaso color azul, y el robot deberá encontrarlo, agarrarlo y llevarlo a un punto previamente definido.
Cada robot tiene sus ventajas y desventajas. El modelo Lauron, que imita la locomoción de una langosta de seis piernas, se desplaza muy bien. “Las piernas son muy flexibles. La pierna delantera tiene un brazo, este se puede plegar de forma que no estorbe al caminar. Para agarrar algo, se puede desplegar hacia adelante”, explica Lars Pfotzer, vocero del equipo del centro de investigación de informática de Karlsruhe.
Para orientarse el insecto usa un escáner láser montado en su cabeza que gira y reproduce una imagen tridimensional de su entorno. Pfotzer señala que el robot Lauron también cuenta con ojos: “Tiene una cámara de imágenes profundas como la que se conoce del videojuego Kinect. Esta cámara calcula la posición de los objetos y los identifica”.
Ataque aéreo
Solo si un robot es capaz de reconocer independientemente el vaso de agua como tal, puede continuar con su misión. NimbRo Centauro, el modelo del equipo de la Universidad de Bonn, ya descubrió el vaso. Sin derramar una sola gota de agua, el robot con seis ruedas agarra el vaso y lo guarda en un compartimento lateral.
El equipo de la Universiad Técnica de Chemnitz se enfrenta a la tarea no con uno, sino con tres robots. Uno de ellos hasta puede volar. “El robot volador debe recolectar información desde el aire y encontrar los objetos. Es un cuadricóptero que saca imágenes de alta resolución que retransmite al equipo terrestre. Automáticamente intenta encontrar los objetos que se buscan e incluirlos en un mapa que sirva a los robots terrestres”, comenta el vocero del equipo, Peter Protzel.
Misiones robóticas en lugares de catástrofe
Si la atmósfera de los planetas se diferencia mucho de la de la Tierra, el robot volador probablemente no podrá ser empleado. Sin embargo, Protzel afirma que la competencia robótica del DLR no solo va dirigida a la astronáutica: “Estos desarrollos también se pueden aplicar en operaciones en la Tierra, como, por ejemplo, en la catástrofe de Fukushima. Ahí, también se emplearía un cuadricóptero que pudiera volar al interior de un edificio, y esta competencia también sirve para probar ese tipo de modelo”.
Asimismo, Andreas Birk, de la Universidad Jacobs de Bremen, tiene experiencia en misiones robóticas en lugares de catástrofe. Su equipo se ha especializado en crear mapas de alta calidad de territorios desconocidos con la ayuda de robots especializados, como, por ejemplo, después de la catástrofe nuclear en Fukushima.
“Tenemos un software para crear mapas bidimensionales con ayuda de aviones no tripulados. Un socio estadounidense utilizó nuestro software para diseñar pequeños mapas después de la catástrofe”.
Autor: Fabian Schmidt (VC)
Editor: Pablo Kummetz