Radioactividad: los niños son los más vulnerables
La explotación de uranio en Bolivia o Venezuela tiene lugar, prácticamente sin la vigilancia de organizaciones internacionales. En Colombia, por su parte, se teme que las FARC han explotado y comercializado ilegalmente yacimientos de uranio, con un alto riesgo para el entorno natural y la salud de las personas. Una cadena de afectados en la que los niños son el eslabón más vulnerable.
La Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de una Guerra Nuclear (AIMPGN) o IPPNW, como más se le conoce por sus siglas en inglés, lanza por ello una advertencia sobre la contaminación que representa el uso de la energía nuclear. El médico pediatra Alex Rosen, de IPPNW: "Es muy difícil calcular las dimensiones de los daños en la salud provocados por la energía atómica, desde la explotación de uranio en América Latina y África hasta su procesamiento y utilización para la producción de energía eléctrica en Europa. Claro es que los mayores daños a la salud han sido y siguen siendo causados por los ensayos con energía atómica".
Más de 2.000 ensayos nucleares
Los expertos calculan que desde 1945 se han llevado a cabo más de 2.000 explosiones experimentales de bombas atómicas, cuyos residuos tóxicos han afectado a cientos de miles de personas que ya deben haber muerto, debido a los tumores cancerosos que provoca una exposición a la energía nuclear.
Conscientes de que la población infantil es la más vulnerable, sobre todo si los niños viven en cercanías de plantas atómicas de producción de energía eléctrica, en casos de accidentes nucleares o debido al uso cotidiano de rayos x, los médicos de AIMPGN exigen más protección y más información.
A pesar de que Alemania decidió abandonar el uso de la energía nuclear, se registra un auge mundial de la explotación de uranio sin los controles necesarios para proteger a las personas. El pediatra Rosen destaca que "si a las personas contaminadas en la minas de uranio se suman las víctimas de accidentes nucleares, las muertes provocadas por la industria de la energía nuclear se deben acercar al millón de personas".
Más de 7.000 muertos en la extinta Alemania comunista
De las 2.000 bombas nucleares estalladas después del fin de la II Guerra Mundial, Estados Unidos prendió la mayor parte: 1.039. A EE.UU. le sigue la desaparecida Unión Soviética con 718 explosiones, Francia con 198 y Gran Bretaña y China, con 45, cada uno. Todas y cada una de estas explosiones lanzaron partículas radiactivas a la atmósfera que afectan no solo a las personas en las cercanías de los campos de ensayo.
La Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de una Guerra Nuclear, Premio Nobel de Paz en 1985, advierte además que el uso civil de la energía nuclear es un gran riesgo para la salud y la vida. AIMPGN calcula que en el mundo deben ser miles los mineros contaminados.
Según la Bundesamt für Strahlenschutz, la Agencia Federal para la Protección de la Radiación, en la extinta Alemania Oriental, que durante su tiempo de existencia, desde 1946 a 1990, extrajo uranio de sus minas, las terceras más grandes del mundo, murió uno de cada ocho trabajadores víctima de la radioactividad. Dicha agencia oficial calcula que más de 7.000 alemanes del Este murieron de cáncer de pulmón.
Armas nucleares en los tiempos de los “hackers”
"La lucha por la prevención de los daños que causa la energía atómica es una carrera contra el tiempo. Con cierta frecuencia se registran accidentes – o casi accidentes – atómicos. Ahora es mayor el riesgo de que “hackers” asuman el control de una central atómica, por ejemplo. Una catástrofe nuclear puede ser causada por un solo virus informático. Tampoco se puede descartar que una persona, un militar, un terrorista, u otra persona logre acceso a un arsenal de armas atómicas y decida atacar a otro país; algo que podría hasta generar una guerra atómica. Pero antes de que alguna de estas cosas suceda, las armas atómicas deben ser proscritas. La era de las armas atómicas debemos acabarla", concluye el pediatra Alex Rosen, quien agrega que el hecho de que en casi todo el mundo los suelos y los alimentos estén contaminados con el material radioactivo cesio 137, mientras los índices de cáncer crecen, debiera ponernos a pensar sobre las desventajas del uso de la energía nuclear.
En Kazajistán se celebra por estos días el Congreso Mundial de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de una Guerra Nuclear. En ese país centroasiático la ex Unión Soviética llevó a cabo 470 explosiones con bombas atómicas. Y hoy, aunque su gobierno proscribió las armas atómicas, lo que no podrá eliminar en cientos de años son los daños a varias generaciones de habitantes y la naturaleza.