Ópera a la carta
13 de abril de 2012¿Desea escuchar su aria favorita de ópera y no le apetece ponerse de etiqueta? Descuelgue el teléfono y haga saber a su cantante-interlocutor con qué aria quiere regar sus oídos. Desde el otro lado del auricular la interpretará para usted con la mayor profesionalidad. En eso consiste la audio-instalación “Strangers in a Song”, que lleva a cabo en el Teatro Hebbel am Ufer (HAU) de Berlín.
“Hola, me gustaría oír “L'amour est un oiseau rebelle”, de la ópera Carmen”, dice una asistente. De inmediato, suena a través del pequeño altavoz de su auricular el célebre fragmento de la ópera de Bizet. Todos los presentes en la audio-instalación quedan fascinados.
La idea es sencilla. Seis cantantes profesionales se sitúan en puntos del teatro inusuales: una habitación junto a los aseos, una ventana, una esquina del foyer...Cada uno con un teléfono para recibir las llamadas de los asistentes, que se sitúan en otro lugar del teatro. Los visitantes disponen a su vez de teléfonos con listas de piezas vocales para escoger. El repertorio de cada cantante viene determinado por su voz.
Un vínculo más directo entre cantantes y público
La idea partió de la directora de escena alemana Sybille Polster y la mezzosoprano estadounidense Dylan Nichole Bandy. Ambas querían explorar una nueva relación entre el público y el repertorio. Un vínculo más directo, más personal que el que se habitualmente se tiene con los artistas.
El crítico de música berlinés Uwe Friedrich destaca la peculiaridad de incluir un teléfono en el proceso creativo como forma de establecer la distancia artística entre cantantes y público. Pero tiene muy claro que “Strangers in the Song” nada tiene que ver con la ópera. “Sobre todo en Alemania, el público tiene una relación reverencial con el género. Los oyentes acuden a la ópera como si fueran a la iglesia”, dice. “Además, callan durante todo el tiempo y reflexionan sobre el significado profundo que el artista desea transmitirnos”.
“El canto llega de manera personal”
Ese no es el caso de quienes visitan “Strangers in the Song”, como bien sabe una de sus impulsoras. “Al principio, la gente no sabe cómo reaccionar. Algunos ríen, otros aguantan la respiración, y otros sencillamente no hacen nada”, dice Dylan Nichole Bandy. “A veces, incluso me hablan en mitad de la pieza. Entonces se produce un momento complicado en el que les pregunto si sigo cantando o si prefieren que hable con ellos. Alguien me llegó incluso a preguntar si podía seguir cantando él”.
Una visitante dice “en la vida normal no se tiene ocasión de escuchar cantar a esta gente, solo sobre el escenario. De esta manera, el canto llega de una manera más personal, sin compartirlo con el resto del público de un teatro. Eso me encanta”.
Democratizar la ópera
Aunque “Strangers in a Song” no sea ópera, tal y como afirma Uwe Friedrich, lo cierto es que parece una nueva iniciativa para acercar el género a un público más amplio. En los últimos años, la fantasía de la gente relacionada con este espectáculo parecía no tener límites: desde óperas para niños y con niños, pasando por galas líricas al aire libre con los divos del momento, hasta flash mobs en plena calle.
Todo, con tal de quitar a la ópera la etiqueta de elitista que arrastra. Muchos directores de escena lo saben y emplean sus mejores armas para actualizar un género que cuesta mucho dinero poner en pie. De esa manera, esperan atraer un público joven, al que puede interesar ver las óperas clásicas desde una óptica contemporánea. Solo el tiempo dirá si esta y otras iniciativas prosperan.
Autora: María Santacecilia/Cinnamon Nippard
Editora: Rosa Muñoz Lima