Último día en Durban
9 de diciembre de 2011“Si no se producen movimientos más allá de lo que he visto hasta las cuatro de la madrugada, no creo que vaya a haber acuerdo en Durban. A eso es a lo que nos enfrentamos”, declaraba la comisaria europea de Acción Climática, Connie Hedegaard, durante la mañana del viernes (09.12.2011). La cumbre del clima de Naciones Unidas en Sudáfrica entraba en la recta final y un grupo pequeño pero significativo de países seguía sin estar dispuesto a un compromiso. “De ellos depende el éxito o el fracaso de Durban”, sentenciaba la política comunitaria.
La propuesta hecha por la Unión Europea consiste en un pacto vinculante que obligue a los ratificantes a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. El tratado debería estar listo en 2015 y entrar en vigor a más tardar cinco años después, pero si le falta el sí de los grandes “contaminadores” apenas tiene posibilidades de superar la categoría de papel mojado.
Al medio día, Hedegaard anunciaba que Brasil y Sudáfrica –dos Estdos emergentes con un elevado nivel de emisiones y potencial para aumentarlas aún más- respaldarían la hoja de ruta europea. Por convencer quedaban entonces, principalmente, China, Estados Unidos y la India.
La culpa, de Estados Unidos
Europa ha colocado mal el orden de los asuntos, criticaba en Durban un grupo formado por los países que ya han empezado a notar las consecuencias del cambio climático. Primero debería haber sido la prolongación del Protocolo de Kioto, que expira en 2012 y dejará al mundo vacío de reglas climáticas globales, y después el nuevo convenio. La UE se ha concentrado demasiado en lo segundo, sostenían, y aún así eran ellos los apoyos más fieles con los que contaba la idea comunitaria.
China y Estados Unidos, sin embargo, constituían sus principales obstáculos: según los primeros, por culpa de los segundos. Era la actitud “ingrata y arrogante” de los norteamericanos lo que impedía que se llegara a un acuerdo, al que China no se oponía radicalmente, aseguraba la prensa del país asiático. Mientras tanto, a Pekín se le acusaba de priorizar su crecimiento económico sobre la protección medioambiental y de estar tratando de convertir a Estados Unidos en el chivo expiatorio.
En la actitud china se contemplan ciertamente cambios: el país está fomentando las energías renovables. Todo indica que es la posibilidad de negocio y no la conciencia ecológica lo que motiva esto, pero, al menos, no se le puede achacar lo mismo que a Estados Unidos: el inmovilismo. La delegación venida de Washington considera que queda tiempo hasta 2020 para definir medidas climáticas y, por la tarde del viernes, se quejaban los presentes en Sudáfrica del “insoportable juego de ping pong” que estaban librando los dos grandes emisores.
Al final, negociaciones suspendidas
A primera hora de la noche llegaba de Durban la noticia que ya se había vaticinado por la mañana: otro borrador de proyecto climático, esta vez uno presentado por el presidente anfitrión, había sido rechazado y las negociaciones alcanzado un punto muerto. Oficialmente, quedaban en suspenso. Los contactos entre las delegaciones seguirán en rondas reducidas otra vez hasta la madrugada. Si de ellas saliera algún tratado que satisficiese a todos, podría recibir luz verde en el pleno con el que se cierra la conferencia. Es decir, el sábado (10.12.2011).
Entre el rechazo chino y estadounidense y la presión europea y de los más afectados para conseguir un acuerdo se sitúa una tercera postura: la que alega que, antes de aceptar cualquier cosa por miedo al fracaso, preferirían que no hubiera acuerdo. Eso serviría de señal de alarma.
Autor: Luna Bolívar
Editor: Pablo Kummetz