Abre en Hamburgo el primer Museo Marítimo de Alemania
26 de junio de 2008
Se ven modelos a pequeña escala de embarcaciones emblemáticas que dan testimonio de la historia de la humanidad y de su lucha por la conquista de las rutas de ultramar. En una superficie de 16.000 metros cuadrados distribuida en diez niveles se exhiben miles de barcos de todo tamaño y gran diversidad de materiales.
No sólo los hay de madera y metal, también hay réplicas de marfil, de plata y oro. Entre las joyas del nuevo Museo destaca una miniatura de oro puro de la carabela Santa María, la mayor de los tres navíos con los que Cristóbal Colón inició su expedición que lo llevaría al descubrimiento del “Nuevo Mundo” en 1942.
“Cometí un error en la vida: comencé a coleccionar”, resume Peter Tamm, un obsesionado coleccionista de naves, objetos y reliquias náuticas, de cuya colección proviene el mayor número de las piezas en exposición. Tamm fue director de la editorial Axel Springer, en donde comenzó a trabajar como redactor especializado en navegación y por ello le llamaban “el almirante”.
Todo comenzó con un barco de juguete
El hamburgués comenzó su pasión a los seis años, cuando su madre le regaló un pequeño barco de plomo, que 74 años después engrosa la mayor colección del mundo relacionada a la navegación que incluye unos 36.000 modelos en miniatura, instrumentos náuticos, uniformes, pinturas, mapas, libros, fotografías, documentos y hasta submarinos de guerra.
El coleccionista ha visto cumplirse un deseo que perseguía desde hace décadas: que su colección tuviera su propio museo. La ciudad se encargó de restaurar un espectacular edificio neogótico que data de 1878, ubicado en la parte más antigua del puerto, fue hasta mediados del siglo pasado el almacén más grande del puerto, adonde llegaban los buques comerciales con sus productos de ultramar. La inversión de 30 millones de euros, así como la inclinación del coleccionista por objetos militares se convirtieron en blanco de las críticas previamente a la apertura.
La muestra abrió sus puertas con pompa y protocolo, a la que llegó el presidente alemán, Horst Köhler, en barco. Entre las piezas en exhibición se encuentran ejemplares que dan testimonio del capítulo más oscuro de la historia; las embarcaciones que transportaban esclavos, un lucrativo negocio durante siglos en la historia de la navegación.
Explotación de prisioneros
Otros navíos documentan la destreza de artesanos que trabajaban a veces bajo condiciones infrahumanas, como un barco de vela fabricado con huesos de animales y mano de obra de prisioneros de guerra caídos en manos de fuerzas británicas durante las guerras napoleónicas.
Miles de aguamarinas y óleos de imponentes navíos cuelgan en las paredes en la pinacoteca del museo que cuenta con una réplica del taller del maestro Uwe Lütgen, famoso pintor marino a quien se ve trabajando rodeado de un mobiliario original de la época. También se puede visitar las cabinas de pasajeros de algunos trasatlánticos, como el “Sea Cloud II”, y el “Hanseatic”, un buque de pasajeros de lujo. Por otra parte se ven también objetos como hamacas y precarios utensilios de cocina, que hablan sobre la difícil vida cotidiana de los marineros.
En la biblioteca del museo alojada en un edificio contiguo pueden consultarse unos 120.000 libros, donde también se ha archivado más de medio millón de fotografías, miles de planos de construcción de navíos y hasta las cartas con el menú que se ofrecía a los pasajeros que viajaban en trasatlánticos de lujo.