Aceite de palma bueno, aceite de palma malo
11 de mayo de 2010La palma aceitera es realmente una planta maravillosa: su aceite es sano, enriquece los productos de cosmética e incluso se puede utilizar como combustible. Además, el rendimiento de la palma es extremadamente elevado, con hasta seis toneladas de aceite por hectárea y año. Sólo un dato: para obtener la misma cantidad prensando colza, girasol o soja, se necesitaría una superficie diez veces mayor. "La palma aceitera es, en sí misma, una buena planta", explica Corinna Hölzl, experta en bosques y clima de Greenpeace.
Y el negocio florece: en los últimos años, los líderes del mercado mundial, Indonesia y Malasia, han ampliado de forma considerable la superficie cultivada. Para calmar la cada vez mayor sed del aceite verde, países como Tailandia se han embarcado en grandes proyectos de cultivo de palma aceitera.
Sin embargo, el balance medioambiental es desastroso. Así lo constata un estudio del Instituto del Clima, Medio Ambiente y Energía de Wuppertal, elaborado por encargo del Gobierno alemán en 2008. A través de la producción de aceite de palma se genera una cantidad de dióxido de carbono muchas veces mayor que la que podría economizar el denominado biocombustible. La culpa la tiene la producción en gigantes plantaciones de monocultivo. Sobre todo en Indonesia, enormes superficies de selva tropical son taladas para permitir el cultivo de la palma aceitera. Según los cálculos, 1,3 millones de hectáreas anuales.
"Una bomba de relojería"
También los bosques de turba, cuyo suelo almacena cincuenta veces más carbono que el resto de selvas tropicales, son talados en un tiempo récord. El daño para el medio ambiente, el hombre y el clima son gigantescos. Indonesia se sitúa en la tercera posición mundial en emisiones de dióxido de carbono, tras China y Estados Unidos. El 85% de dichas emisiones son causadas por la quema de bosques. "La destrucción de los bosques de turba es, para el cambio climático, una bomba de relojería", afirma Guénola Kahlert, experta en clima y bosques del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
La opinión unánime es que la producción de aceite de palma sólo puede ser positiva desde el punto de vista medioambiental si ello no supone el sacrificio de selvas tropicales y los ciclos productivos de las plantaciones se alargan por encima de los habituales 25 años. Con el objetivo de formular unas reglas de juego mínimas aceptadas por todos, productores, vendedores y organizaciones no gubernamentales como WWF negocian desde 2004 en el marco de la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible (RSPO, por las siglas en inglés).
¿Hipocresía de los defensores del medio ambiente?
El proyecto estuvo a punto de fracasar en diversas ocasiones. Los productores de aceite de palma, por ejemplo, se niegan a integrar las emisiones de gases de efecto invernadero. La asociación de productores de aceite de palma de Malasia criticó duramente los planes para prohibir totalmente las plantaciones sobre terrenos de turba. Al fin y al cabo, las superficies de turba son utilizadas en todo el mundo con fines agrícolas.
Para los principales productores, la crítica roza la hipocresía. Argumentan que el aceite de palma es bueno contra la pobreza y, por ende, bueno también para la selva. Al fin y al cabo, es precisamente la pobreza el principal motivo del retroceso de las superficies forestales. "Somos atacados con argumentos medioambientales, cuando el verdadero motivo es la competencia que el aceite de palma hace al aceite de colza", argumenta el antiguo ministro de Agricultura indonesio, Anton Apriyantono.
A finales de 2007, la Unión Europea introdujo el denominado Reglamento de Sostenibilidad para la producción de electricidad a partir de biomasa. Desde entonces, solamente se permite la implantación de fuentes de energía cuyo cultivo sea sostenible ecológica y socialmente. "Por supuesto, sabemos que aún queda un largo camino por recorrer hasta que el mercado disponga del necesario sistema de certificados", afirmó en su día el entonces ministro alemán de Medio Ambiente, Sigmar Gabriel. "Nuestra meta es excluir, en Alemania, el empleo de aceite de palma para cuyo cultivo se precise la destrucción de selvas tropicales", aseguró. Un objetivo ampliamente fallido: sólo una pequeña parte del aceite de palma se utiliza como combustible, mientras que alrededor del 95% de la producción sigue destinándose a la alimentación, a los productos para el hogar y a la industria cosmética.
La promesa del sello de calidad
A finales de 2008, la RSPO adjudicó por primera vez un sello de calidad para el aceite de palma. Un certificado que debe garantizar que la selva tropical no sea destruida para el cultivo de la palma, aunque no contempla la prohibición de la tala de bosques. La compañía alemana Henkel, que importa centenares de miles de toneladas, anunció que en los próximos años adquirirá únicamente aceite de palma certificado.
Para organizaciones ecologistas como Robin Wood o Greenpeace, se trata de un autoengaño: "con ello lo único que se hace es lavar la imagen de industrias agrícolas destructoras. Ahora mismo, no hay ningún aceite de palma sostenible en el mercado", afirma la experta en bosques de Greenpeace, Corinna Hölzl. Acaba de llegar de Indonesia. Allí, grandes compañías como United Plantation o Sinar Mas siguen destruyendo la selva tropical para establecer sus gigantes plantaciones.
En cambio, resulta muy sencillo introducir certificados. Por ejemplo, puede pasar que una pequeña parte de las plantaciones se ajuste a los criterios exigidos mientras que, al mismo tiempo, en otro lugar se prosigue con la tala ilegal de los bosques. El aceite se acaba mezclando y vendiendo como sostenible.
"Con ello no se protege ningún bosque"
En octubre de 2008, alrededor de 250 organizaciones ecologistas y grupos pro derechos humanos acordaron hacer un llamamiento contra el denominado "greenwashing" (literalmente, "lavado verde") de productos elaborados con aceite de palma a través de la RSPO. Es decir, la presentación de dichos productos como ecológicos o sostenibles cuando en realidad no cumplen con los requisitos. "Lo único que podría ayudar realmente sería una moratoria que prohíba totalmente la transformación de bosques en plantaciones", explica Hölzl. "Hasta ahora, el aceite de palma certificado no ha protegido en absoluto a la selva tropical".
Pero incluso en el caso de que se trate de aceite de palma realmente limpio, también hay que conseguir que se venda. Desde finales de 2008, circulan en el mercado cantidades destacables de aceite de palma certificado por la RSPO. Un estudio actual de WWF muestra cómo solamente diez de los sesenta mayores productores de la industria transformadora europea lo utilizan. El motivo, que resulta alrededor de un 5% más caro.
Autor: Oliver Samson
Redacción: Emili Vinagre