Al estilo Berlusconi
2 de agosto de 2002"La ley para salvar a Berlusconi ha sido aprobada", tituló en Roma el diario La Repubblica. Y con ello reflejó cabalmente la opinión de la oposición italiana. Sus representantes abandonaron en masa el Senado al votarse un proyecto de ley que permitirá a los procesados pedir un nuevo juicio, si tienen "sospechas fundadas" de que los jueces no son imparciales. Pero de nada valió el gesto ni las protestas callejeras. El jefe del gobierno italiano contó con la mayoría necesaria de senadores para llevar adelante sus propósitos, que aún deberán ser refrendados por la Cámara de Diputados, al regreso de las vacaciones.
El proceso de Milán
Silvio Berlusconi se está acostumbrando a imponer sus ideas. Y, en este caso, el primer beneficiado podría ser él mismo, teniendo en cuenta el proceso que se sigue en su contra en Milán, por cargos de corrupción. Si la ley es finalmente aprobada -como se da por hecho considerando la correlación de fuerzas en el parlamento-, el juicio podría ser interrumpido justo a tiempo antes de que se dicte la sentencia, y verse dilatado indefinidamente.
Las cosas no marchaban demasiado bien para el acusado. Durante el proceso se presentaron pruebas de que Berlusconi sobornó a un juez hace más de una década, cuando aún no incursionaba en la política. Dicho magistrado era quien debía decidir sobre la privatización de un consorcio estatal de alimentos, que finalmente fue a parar a manos del grupo de empresas del magnate que hoy gobierna Italia.
Este no es el único problema que el zar italiano de las comunicaciones ha tenido con la Justicia. Ni el primero que intenta resolver modificando los marcos legales.
Falsificación de balances
Ya a mediados del año pasado, el gobierno eliminó prácticamente las sanciones para falsificación de balances, que dejó de ser considerada delito. También en esta materia pendían sospechas sobre Berlusconi. Además, se dificultó considerablemente el intercambio de actas procesales con organismos judiciales extranjeros.
Todos estos antecedentes alimentan los argumentos de la oposición. El proyecto de ley provoca también rechazo entre los jueces, que verán dificultada su labor, incluso en terrenos tan delicados como los procesos contra la mafia. Porque alegar parcialidad del magistrado se perfila como un recurso fácil para escapar de las redes de la Justicia, o al menos entorpecerla y ganar tiempo.
Eso es lo que dicen los detractores. Berlusconi, por su parte, se mantiene al margen de la polémica y asegura no tener nada que ver con el cuestionado proyecto de ley. Se limita a repetir que lo que se dice de él es una sarta de mentiras. Y lo hace con el mismo énfasis con que ha afirmado más de una vez que los jueces que lo juzgan son comunistas y lo persiguen, siendo inocente. ¿Será motivo para dudar de su imparcialidad?