Alarma roja en El Vaticano
9 de abril de 2004El peregrino que acude a la basílica de San Pedro para orar en estos días de Semana Santa puede verse sorprendido ante la gran cantidad de policías y militares que controlan el recinto sagrado. Las medidas de seguridad en el Vaticano se asemejan a las de cualquier aeropuerto.
El mundo de la cristiandad esperó la misa papal y la bendición de los santos óleos con devoción, sin enterarse de lo que pasa en Roma. Pero en Italia las cosas son de otra forma: largas colas de espera y numerosos controles a cargo de los "Carabinieri". El devoto peregrino que quiere entrar a la Plaza de San Pedro tiene que pasar por control de pasaportes, registros, detectores de metal y mostrar sus más personales objetos de culto ante la sospecha de que sea un terrorista.
Entre fieles y policías
En realidad no existen datos fundados que justifiquen semejante despliegue de medidas de seguridad en torno a la Santa Sede, pero la policía italiana ya puso en alerta máxima a la población al identificar 8.000 posibles objetivos a los que los extremistas islámicos podrían dirigir su punto de mira. 12.000 policías y 4.000 soldados vigilan la capital italiana temiendo un ataque en los momentos en que Roma recibe el mayor número de visitantes, especialmente del mundo cristiano. También los servicios sanitarios en Roma están en alerta roja. Médicos y enfermeras deben permanecer localizables para posibles intervenciones y, en caso de emergencia, presentarse a los 10 minutos en el hospital.
No sólo a las afueras del recinto sino también entre los peregrinos existen policías y detectives de paisano que velan por la seguridad durante la ceremonia pascual. "No debemos bajar la vigilancia, paro tampoco sembrar la histeria", manifestó el director de la comisión del servicio secreto del parlamento italiano Enzo Bianco.
La seguridad de Su Santidad
El apoyo de Berlusconi a la "cruzada" estadounidense en Irak, los indicios mostrados por el gobierno de un ataque planeado contra la Santa Sede en Navidad y la casualidad de que el domingo de resurrección sea el 11 de abril (recordemos el 11-S y el 11-M), no atemorizaron al Papa que, pese a todo y su deteriorado estado de salud, salió a celebrar la primera liturgia Pascual ante los fieles congregados.
Contradiciendo las sospechas y temores del Ministerio del Interior italiano, el Papa Juan Pablo II dejó clara su negativa a llevar un chaleco antibalas durante la ceremonia. No es la primera vez que el Sumo Pontífice demuestra su coraje frente a posibles amenazas terroristas. Ya denegó el chaleco ofrecido por Israel durante una visita a Tierra Santa en el año 2.000, pese a haber sufrido un atentado el 13 de mayo de 1981 en la plaza vaticana, cuando el terrorista turco Ali Agca le disparó dos tiros que estuvieron a punto de costarle la vida.