Alemanes no parecen temerle a los espías
25 de julio de 2013Los libros sobre servicios secretos, los manuales sobre protección de datos y las novelas sobre Estados perversos que espían a sus ciudadanos se venden como pan caliente en Alemania. 1984, la obra que el británico George Orwell publicó en 1949, es sólo uno de los best-sellers del momento. Otro de ellos es Überwachtes Deutschland (Alemania vigilada), en donde el profesor de historia Josef Foschepoth analiza el espionaje sistemático del que fue objeto la población en la República Democrática Alemana entre 1949 y 1989.
El volumen de Foschepoth salió a la venta en febrero de 2013; ni él ni su editorial podían intuir que el tema adquiriría la relevancia que hoy tiene. El reciente descubrimiento de las prácticas de vigilancia global de varios países occidentales –Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia–, el alcance de las mismas y la sospecha de que las autoridades de Alemania cooperaron más de lo imaginado con esos programas de espionaje parece ser motivo de profunda reflexión en territorio germano, pero sólo para una parte de la población.
Desde junio, cuando el especialista informático estadounidense y ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) Edward Snowden reveló la existencia de PRISM y Tempora, no pasa un día sin que la prensa alemana condene la pasividad de la respuesta del Gobierno de Angela Merkel o la indiferencia de la sociedad civil local. Muchas personas han buscado asesoría para proteger mejor su esfera privada en Internet, pero las expresiones de indolencia frente al fenómeno del espionaje son tan abundantes como abrumadoras.
Cándida despreocupación
La Oficina Federal para la Seguridad y las Tecnologías de la Información (BSI), la compañía para la minimización de los riesgos técnicos Tüv Süd y otras organizaciones que ofrecen programas para la protección de datos están recibiendo más solicitudes que de costumbre por parte de los empresarios alemanes. Sin embargo, sondeos de opinión realizados por encuestadoras reconocidas en los últimos días señalan que a la mayoría de los consumidores no les preocupa mayormente la seguridad de sus conexiones informáticas.
Según la agencia Wahlen, sólo el 4 por ciento de los consultados consideraba el espionaje global como un tema políticamente importante. Un sondeo encargado por el canal de noticias N24 a la encuestadora TNS Emnid revela que el 55 por ciento de los participantes no se siente personalmente amenazado por el trabajo de los servicios secretos. La mayoría de las personas consultadas por Infratest Dimap para un programa de la televisora estatal ARD dijeron que no será este tópico el que decida las elecciones de septiembre.
Y los comentarios dejados por los internautas en numerosos blogs y foros dejan a la vista la prevalencia de una concepción bastante cándida sobre cómo funcionan los servicios de inteligencia y sus técnicas de vigilancia. Muchos justifican la recopilación masiva de datos en Alemania argumentando que de eso depende la seguridad nacional y que, entre los autores de los atentados del 11 de septiembre de 2001, había terroristas que se habían asentado en Hamburgo.
Otros dudan que los servicios secretos estén interesados en actividades “tan inocuas” como las subastas de eBay o los chats entre amigos en WhatsApp. Kevin Price, presidente de la sección de Baja Sajonia del partido Pirata, cree que los internautas en Alemania le temen más al abuso que las empresas puedan hacer de sus datos en la red que al espionaje practicado mediante PRISM o Tempora. Está por verse cómo nuevas revelaciones relacionadas con la vigilancia masiva en Internet influyen sobre esta matriz de opinión.
Autores: Wolfgang Dick / Evan Romero-Castillo
Editora: Emilia Rojas Sasse