Alemania: de la reunificación a la globalización
3 de octubre de 2006"Paisajes florecientes" prometió en su día a los alemanes del Este Helmut Kohl, el canciller que logró su objeto de pasar a la historia como el artífice de la reunificación del país. Ahora, cuando se cumplen ya 16 de ese momento histórico, Kohl considera que su promesa se ha cumplido. "En muchas partes vemos esos paisajes florecientes. Nos concebimos como un pueblo y tenemos todas las oportunidades de triunfar en el futuro como una sociedad moderna", afirmó el antiguo gobernante en un artículo publicado por un periódico renano, con motivo del "Día de la Unidad Alemana".
Rezago oriental
La apreciación de Kohl es compartida, en términos generales, por las altas esferas políticas. La gente de las regiones germano-orientales, en cambio, no se muestra tan satisfecha. Según una encuesta del instituto Emnid, un 74% de los habitantes del Este se siente todavía como "ciudadano de segunda clase". Y eso tiene que ver, lógicamente, con los problemas de la economía de la región. Porque, por mucho que se alabe la integración y que los ciudadanos del Este hayan escalado posiciones a nivel federal, hasta llegar a la cúspide misma del poder con Angela Merkel a la cabeza, la realidad cotidiana deja al descubierto una serie de problemas que persisten.
"Tomará todavía entre 30 y 40 años hasta que el Este se haya nivelado económicamente con el Oeste", afirmó el presidente del Instituto de Investigaciones Económicas de Halle (IWH), Ulrich Blum. En su opinión, en el proceso de reunificación se cometieron errores sustanciales, como el de no haber dejado sin efecto las expropiaciones llevadas a cabo en la República Democrática Alemana (RDA). Eso dificultó el retorno de la mediana empresa a dichas zonas. Y, por lo demás, las grandes plantas empresariales siguen escaseando en el Este. En cambio, la región cuenta ya a estas alturas con una buena infraestructura, en parte más moderna que la del resto del país.
Desafío mancomunado
El proceso de integración, en todo caso, aún está en marcha y la ayuda financiera del erario público sigue fluyendo hacia el Este. No obstante, a estas alturas está quedando cada vez más en evidencia que los problemas no son patrimonio exclusivo de las regiones orientales del país. Alemania, como un todo, se ve confrontada con profundos cambios y con el desafío de la globalización. No es de extrañar entonces que este 3 de octubre, en el 16° aniversario de la reunificación, la canciller Angela Merkel hiciera hincapié sobre todo en los retos que van más allá de la nivelación interna.
En lo medular, Merkel subrayó la necesidad de sanear el presupuesto fiscal, adaptar la política laboral a las necesidades del mercado del siglo XXI, simplificar el sistema tributario e incentivar la investigación aplicada. "Las ideas tienen que transformarse más rápidamente en productos en Alemania", afirmó la canciller. Y, junto con destacar la importancia de la libertad como motor de desarrollo y justicia, subrayó su deseo de que "Alemania tenga la voluntad de volver a situarse a la cabeza de Europa". Una meta a la el país sólo puede aspirar unido.