Alemania: “excelente lugar para la ciencia”, dicen becarios
30 de junio de 2011Publicidad
Se ha convertido en una tradición. Cada año, en verano, el presidente federal alemán recibe a los becarios de la Fundación Alexander von Humboldt en Berlín. Llegan desde todos los rincones del país, de buen humor y con toda la familia. Cuentan cómo les ha ido en los últimos meses. Todos parecen muy satisfechos con su estancia de investigación en Alemania.
“Estoy muy feliz, he disfrutado mucho la estancia en la universidad en Frankfurt”, asegura Mouhamed Moustafa Fall, un matemático senegalés. “El equipo con el que trabajé me inspiró mucho, eran colegas excelentes”, se alegra el técnico en computación György Varro, de Hungría. El invierno, dicen el filólogo keniano Sule Emanule Egye y su familia, fue lo único que no les resultó agradable.
Alemania apuesta por científicos punteros...
Las experiencias positivas parecen repetirse entre los becarios de la Fundación Humboldt. Al menos así lo afirma el estudio “Alemania en la mira 2011”, que acaba de presentar la institución. Unos 1.700 becarios y becarias fueron entrevistados al final de su estancia en tierras germanas. Más del 90 por ciento querría repetir la experiencia, volver a Alemania para colaborar de nuevo con los colegas e instituciones con que estuvieron en contacto en este país.
Se trata de “una retroalimentación muy positiva para Alemania como polo científico”, se congratula Georg Scholl, vocero de la Fundación Humboldt. Y es que la evaluación proviene de científicos punteros en sus países y regiones, internacionalmente. Pues la selecta “familia Humboldt” sólo admite entre sus filas a quienes pueden demostrar resultados científicos realmente destacados.
Una vez admitidos como becarios, los jóvenes científicos disfrutan de una serie de privilegios: una beca de monto nada despreciable, asesoría individual durante su estancia de investigación, y la cooperación y el diálogo con otros colegas de puntería en Alemania y en el resto del mundo. La red de ex becarios de la Fundación Alexander von Humboldt cuenta con más de 24.000 investigadores de todas las disciplinas, que se mantienen estrechamente ligados a Alemania en más de 130 países en todo el mundo.
...y ellos por Alemania: su equipamiento y su atmósfera de trabajo
Carolina Kehrig, una joven astrofísica brasileña está convencida de que esta beca dará un impulso adicional a su carrera. Le abre nuevas puertas y le posibilita ampliar su red de contactos para la cooperación científica.
Mario Barras, otro físico brasileño, se alegra por adelantado de poder compartir con sus colegas, a su vuelta a casa, todo lo aprendido en Alemania. Aquí, cuenta con entusiasmo, tiene la oportunidad de hacer experimentos aún imposibles en Brasil. “Aprendo mucho”, asegura, y eso le garantizará seguir creciendo en su área de experticia cuando vuelva a su país, celebra.
El equipamiento y la atmósfera de trabajo en los institutos de investigación alemanes se llevaron las palmas de la mayoría de los becarios, según el estudio de la fundación Humboldt. Además, los científicos disfrutan la vida cotidiana en el país anfitrión.
Habitantes, cultura, burocracia, idiomas
Muchas de las alabanzas tienen seguramente origen en la cortesía y el agradecimiento al país y la institución que los recibe y apoya financiera y logísticamente. No obstante, Alemania, sus habitantes y su cultura parecen impresionar muy positivamente a los científicos de la “familia Humboldt” a su paso por estas tierras. Las quejas son ocasionales y se concentran en trabas de la legendaria burocracia alemana o con (el acceso y extensión de) los servicios de guardería.
Por otro lado, dos tercios de los anfitriones en universidades e institutos de investigación alemanes celebran la extraordinaria experticia de los becarios. Muchos dan cuenta además de su capacidad para integrarse laboral y socialmente. Los mayores problemas, según el estudio, se presentan con becarios asiáticos –y los conocimientos de idioma parecen ser, en estos casos, un obstáculo frecuente.
Inglés, lingua franca
Los hijos del filólogo senegalés Sule Emanuel Egya, de cinco y seis años, hablan alemán de forma fluida. Lo han aprendido en un año. Sus padres, como la mayoría de los becarios, conversan en inglés. Es también la lengua que domina en los institutos.
El inglés, como hace mucho el latín, se ha convertido en la lengua de la ciencia, ha desplazado al alemán incluso en las más resistentes ciencias sociales y humanísticas. La Fundación Humboldt, sin embargo, se resiste a aceptarlo y se propone impulsar el aprendizaje y uso de la lengua alemana.
“Una buena idea”, dicela brasileña Carolina Kehrig. Cada vez que tuvo problemas cotidianos relacionados, por ejemplo, con el alquiler de su vivienda, tuvo que acudir a amigos. Si hubiese aprendido alemán, no habría sido necesario.
Autora: Silke Bartlick / Rosa Muñoz Lima
Editor: Enrique López
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