Alemania: fumar y hablar en vez de trabajar
7 de agosto de 2006Según un estudio presentado por la empresa de asesoría Proudfoot Consulting tan sólo en el 2004 Alemania registró perdidas por 219 mil millones de euros, es decir casi el 10 por ciento del producto interno bruto alemán, por tiempo improductivo utilizado para fumar, platicar y en conferencias innecesarias.
El mercado alemán registra un fuerte proceso de racionalización desde hace años. Muchas empresas vienen anunciando despidos masivos con el fin de ahorrar y defender su nivel de competitividad en los mercados internacionales.
Según el profesor Friedrich Kerker del Instituto de Investigación Aplicada de la Universidad de Bochum, a pesar de que los procesos de racionalización tienen una imagen negativa se trata de procesos naturales en cada mercado. Sin embargo, critica que parte del capital que se ahorra con la racionalización se pierda por otro lado.
Los jefes hablan mucho
Según los cálculos de Kerker una tercera parte de la fuerza y tiempo laboral se desperdicia. Incluso estima que este es un cálculo moderado.
En las altas esferas empresariales, es decir, a nivel de mando se registran un sin fin de conferencias y reuniones que no tienen ningún impacto en el proceso de producción. Los resultados de estas conferencias ni siquiera quedan escritos en un protocolo. Este tipo de fallas en la administración se comen rápidamente los ahorros logrados mediante la racionalización.
El investigador alemán agrega que muchas veces los ahorros de la racionalización se invierten equivocadamente. En vez de crear nuevos campos de producción o desarrollo, se despilfarran en las estructuras ya existentes.
En busca de equilibrio
Kerker señala, sin embargo, que no se puede controlar al 100 por ciento la productividad y hace hincapié en que los trabajadores necesitan tiempo de recreación y también para intercambiar y desarrollar contactos sociales.
En un país con escasez de materias primas como Alemania, son las ideas y la información el motor de la economía. Por lo mismo la competencia social cobra vital importancia para el éxito empresarial.
Kerker concluye que la clave de la competitividad y el fortalecimiento de la capacidad innovadora dependen de la competencia social, por lo que resulta importante apoyar el desarrollo de los trabajadores más allá del horario de trabajo formal, pero también durante el proceso laboral. Las pláticas en la oficina o en la cantina incluso pueden impulsar la productividad.