Primer juicio del mundo por torturas en Siria llega a su fin
22 de febrero de 2021Luna Watfa ha pasado ya más de 60 días en la sala del tribunal. Días en los que buscó respuestas y justicia. Días de dolorosos recuerdos. "Recuerdo lo que me pasó. Cuando tengo que escuchar los mismos detalles sobre la tortura de los testigos, es muy difícil para mí". Por ejemplo, cuando un testigo habló de graves abusos por parte de un guardia de la prisión que también torturó a Luna.
Luna no se llama realmente Luna. El hecho de que ahora viva con su familia en Coblenza y no en su ciudad natal, Damasco, tiene mucho que ver con este seudónimo, con el despertar político asociado a él, y con la reacción del aparato de seguridad sirio.
Hasta que comenzaron las primeras manifestaciones contra el régimen de Bashar al-Assad en marzo de 2011, Luna era apolítica. "No tenía ni idea de lo que pasaba en el país. No estaba ni a favor ni en contra del gobierno". Pero entonces la licenciada en derecho empieza a leer: libros sobre la historia de Siria, libros en los que se entera de los crímenes del clan Assad, libros que le hacen entender por qué la gente se manifiesta en las calles. Luna se une a las manifestaciones. Y se involucra en la ayuda a los refugiados que llegan a Damasco desde otras partes del país.
Por sugerencia de un amigo, Luna se convierte en periodista ciudadana. Durante un año, aprende el oficio de periodista con la ayuda de la organización "Syrian Voices". Quiere hacer algo para contrarrestar el monopolio informativo del régimen. Bajo el seudónimo de Luna, inicia un programa en una emisora online a mediados de 2013. "Trataba de personas muertas que fueron encontradas en Damasco. Pero nadie sabía quiénes eran. Difundí información sobre estas personas. Y cuando los parientes lo escuchaban, podían llamar y decir: 'Este es mi padre o mi hijo'".
Secuestro con los ojos vendados
El secuestro ocurre a finales de 2013. Tres coches se detienen, más de una docena de guardias de seguridad se bajan. Uno le pide su nombre, su identificación. "Entonces me llevaron a uno de los coches. Me vendaron los ojos con mi bufanda para que no pudiera ver por dónde íbamos. Me llevaron al Departamento 40. Es el departamento donde Eyad A. trabajó durante mucho tiempo".
Eyad A. es uno de los acusados. Pero cuando Luna fue detenida, ya había desertado y había huido al extranjero. Más tarde, Luna es enviada a la prisión de Al-Khatib del llamado departamento 251, llamado "el infierno en la tierra". Allí, el segundo acusado, Anwar R., era el interrogador. Pero en ese momento también hacía tiempo que había abandonado Siria. Por eso Luna no es testigo en el juicio. Es observadora e informa sobre el juicio en los medios de comunicación árabes.
Refugio en Coblenza
Cuando Luna es liberada tras un total de trece meses en prisión, su abogado le aconseja que huya. Quiere quedarse con sus hijos, pero la presión es tan grande que Luna acaba huyendo primero a Turquía. Desde allí llega a Alemania por la ruta de los Balcanes. Poco después, sus hijos también huyen a Turquía. Una vez que Luna fue reconocida como solicitante de asilo, pudo traer a sus hijos a Alemania en el marco de la reagrupación familiar. A Coblenza, donde ahora vive.
Precisamente Coblenza, la ciudad de 100.000 habitantes en la confluencia de los ríos Rin y Mosela se convierte en el escenario del juicio contra Eyad A. y Arwan R.. Para Luna, "el juicio es la primera oportunidad de hablar de nuestras experiencias. Es solo un pequeño paso hacia la justicia, pero es muy importante".
Sin embargo, la situación de los acusados no es en absoluto comparable a la de Siria, señala Luna. Ella misma carecía completamente de derechos, mientras que Anwar R. y Eyad A. pueden reclamar muchos derechos en Alemania. Pero de todos modos, Luna insiste que de ninguna manera desea que los acusados experimenten lo mismo que tuvo que sufrir ella o los testigos que comparecieron en el juicio. Nadie debería experimentar algo así, dice.
El primer veredicto del juicio se espera para el miércoles (24.02.). Luna estará presente en la sala del tribunal.
(gg/er)