Alemania prohíbe el maíz transgénico de Monsanto
15 de abril de 2009Mientras que para los agricultores ecológicos y los medioambientalistas la prohibición significa un gran éxito, para la industria y la investigación es todo lo contrario. La noticia fue aplaudida por unos pero criticada por otros, como la ministra de investigación Annette Schavan, que lamentó que la prohibición del maíz transgénico tipo MON 810 no lleva a Alemania, como lugar de investigación, en la dirección adecuada. “Es una señal lamentable para los investigadores”, dijo Schavan, quien pidió la realización de una discusión en la que participen representantes de la investigación científica, de la industria, así como de ministerios y gobiernos locales.
El grupo agroindustrial criticó duramente la decisión de la ministra de Agricultura alemana, la cristianodemócrata Ilse Aigner y anunció que consideraría posibles medidas legales en contra del gobierno federal. Monsanto Alemania aseguró que las semillas de maíz genéticamente manipuladas no significan peligro para la salud humana o animal y tampoco para el medio ambiente. El mayor productor de semillas del mundo, está acostumbrado a imponerse pese a las críticas. Mundialmente ocupa a 17.000 empleados y el año pasado registró un volumen de operaciones de un valor de 11,400 millones de dólares. Monsanto tiene el monopolio mundial en la producción de plantas genéticamente manipuladas.
Últimas investigaciones
La ministra Ilse Aigner, dijo ayer en conferencia de prensa, que existen pruebas suficientes de que el maíz del tipo MON 810 implica un deterioro para los ecosistemas de mariposas, mariquitas y todo tipo de organismos marinos. Posiblemente daña a las abejas y es dañina al sistema de inmunidad de los ratones. La ministra impulsó la prohibición con base a las últimas investigaciones.
Se trata del único maíz autorizado en la Unión Europea desde 1998, pero a pesar de su autorización, antes de Alemania ya había sido prohibido por Francia, Austria, Grecia, Hungría y Luxemburgo, países que argumentaron su proscripción por la poca claridad en las consecuencias de su consumo para la salud y la ecología. Tampoco Italia y Polonia lo cultivan.
La incertidumbre se impone
Antes de su prohibición el maíz era empleado en cerca de 3.600 hectáreas de cultivos en Alemania, la mayoría en la parte oriental de Alemania y este año el gigante agroindustrial tenía previsto el cultivo de 40.000 hectáreas en todo el país, un 2 por ciento de la superficie cultivable. Nadie sabe con precisión los daños que provoca el maíz transgénico, algo que incluso los medioambientalistas reconocen. La mayoría de la población alemana rechaza este tipo de tecnología por la incertidumbre que provoca la consecuencias de su consumo. Quienes apoyan los productos genéticamente manipulados, esperan por su parte, que la ciencia haga milagros.
¿Dónde están las plantas milagrosas capaces de resistir a las sequías o las inundaciones? La investigación no tiene todas las respuestas consigo ni tampoco puede asegurar como predica Monsanto, que con la tecnología genética se podrá combatir con éxito el hambre en el mundo.
Autora: Eva Usi
Editor: Enrique López Magallón