Alemania recuerda los ataques xenófobos de 1992 en Rostock
23 de agosto de 2022Entre el 22 y el 26 de agosto de 1992, centenares de neonazis atacaron un centro de recepción de solicitantes de asilo y una residencia, habitada en su mayor parte por vietnamitas que habían trabajado a contrato en la Antigua República Democrática Alemana (RDA).
Inicialmente alimentada por la furia xenófoba contra cientos de romaníes que habían acampado en el exterior a la espera de solicitar asilo, una turba lanzó piedras, botellas y cócteles molotov, y asaltó el edificio.
Cerca de 3.000 habitantes de Rostock se reunieron en el lugar, aplaudiendo las tropelías e impidiendo la intervención de la Policía y el personal de rescate. Al tercer día, el 24 de agosto, el edificio se incendió y, aunque ya había sido evacuado en su mayor parte, un centenar de vietnamitas y un equipo de la televisión alemana seguían dentro. Solo lograron salvarse escapando hacia la azotea.
Dan Thy Nguyen, director de teatro, creó una obra sobre este episodio hace unos años, y se reunió con sobrevivientes. Piensa que el hecho de que nadie muriera obedece en buena medida a que muchos habían crecido en tiempos de la guerra de Vietnam. "Sabían cómo escapar, porque lo habían aprendido cuando eran muy jóvenes”, explica.
El racismo y las consecuencias
Nguyen, como muchos alemanes vietnamitas, quedó profundamente marcado por lo ocurrido, pese a que tenía solo 7 años de edad en ese entonces. Tres décadas más tarde, su preocupación ha adquirido un cariz más político. "30 años después, no ha habido consecuencias políticas reales, ni verdaderas consecuencias judiciales”, dijo a DW. "Todavía no entendemos por qué la policía no intervino”, agrega.
Las investigaciones policiales de los sucesos fueron notoriamente lentas, y los pocos procesos que prosperaron terminaron en su mayoría en sentencias suspendidas, a pesar de los cargos de intento de asesinato. Dos investigaciones sobre los fallos de la Policía en Lichtenhagen duraron varios años, para finalmente ser archivadas.
En cuanto a las consecuencias políticas, la historiadora Gudrun Heinrich hace notar que tras los sucesos de Lichtenhagen, el gobierno endureció las leyes de asilo, dificultando aún más la entrada de inmigrantes al país.
El racismo persiste
En Rostock se han realizado algunos esfuerzos por combatir la xenofobia. La organización Dien Hong fue fundada en las semanas posteriores a los ataques por 62 extrabajadores vietnamitas. Ahora es una red de apoyo a los inmigrantes y solicitantes de asilo, y recientemente ha ayudado a los ucranianos que huyen de la guerra.
Susanne Düskau, miembro del directorio, piensa que Lichtenhagen es un recordatorio de "la persistencia del racismo” en Alemania. "La gente se siente más segura ahora, pero sigue siendo un problema”, afirma, agregando: "Creo que lo que ha cambiado es que ahora hay más potencial de intercambio".
Nguyen lo corrobora, basándose a las reacciones a su propia obra sobre Lichtenhagen, en la que empezó a trabajar en 2011. "Al principio, a nadie le interesaba en absoluto; mucha gente pensaba que no era importante reflexionar sobre el tema", dice.
Pero eso cambió en 2015, cuando llegaron a Alemania refugiados de Siria y se produjo otra oleada de rechazo a los inmigrantes. "Cuando empezaron a ver paralelismos, la gente volvió a interesarse en mi trabajo", explica.
"Creo que una cosa que ha cambiado es que ahora podemos hablar sobre racismo”, indica Nguyen. "Hace 10 años, cuando decía algo al respecto, mucha gente respondía: ‘No, no hay racismo en Alemania'”, cuenta. Pero considera que ahora, con el surgimiento del partido político de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), se ha vuelto imposible negar la existencia del racismo.
(ers/cp)