Alemania sucumbe a la fiebre del tango
24 de agosto de 2010La fiebre del tango se ha apoderado de Alemania. Desde Hamburgo hasta Múnich, los contagiados dan rienda suelta a su pasión en noches de milonga. “El vals es maravilloso, pero el tango es algo especial, que viene del corazón“, señala un aficionado. El término "tango" tiene probablemente raíces africanas. El tango toca el cuerpo y el alma. Es como una droga, uno quiere bailar más y más”.
Los amantes del tango están bien organizados en Alemania. En páginas de Internet se anuncian veladas tangueras y festivales, se hacen contactos entre bailarines. También hay agencias de turismo que ofrecen viajes especiales para aficionados a este baile.
El tango no es fácil de aprender, advierte la profesora de baile Norma Raimondi, explicando que todo es improvisación y no pasos aprendidos de memoria. “Naturalmente depende del talento de cada uno, pero hay que contar con que se necesitan tres años para poder bailar en forma espontánea, sin tener que meditar cada paso previamente“, indica.
La fascinación del abrazo
Pero quien ha descubierto el tango, no quiere dejarlo jamás, afirma el profesor de baile Daniel Perusin. Hace notar que “la posibilidad de tocarse a menudo no abunda en la vida cotidiana, especialmente en Alemania, donde la gente tiene un trato más formal que en Buenos Aires”. A su juicio, precisamente en ello radica la fascinación del tango: “sentirse abrazado y poder abrazar, moviéndose al compás de la música, es una sensación incomparable“.
El tango nació en Buenos Aires y Montevideo, es decir, en el Río de la Plata, donde a fines del siglo XIX llegaron numerosos inmigrantes. Es un reflejo de la gente, de sus vidas y sus historias.
Mujeres emancipadas
Para los aprendices, representa sobre todo un desafío. “En las primeras clases sólo tropezaba y no sabía cómo sujetarme del hombre; pensaba que si él se iba, yo caería“, cuenta una alumna. Y explica: “En el tango, el hombre lleva a la mujer y ello lo sigue. Para mí, lo excitante es poderme entregar a esto por completo, dejarme llevar; también me doy cuenta de que siempre hay una tendencia, como mujer europea emancipada, a querer tomar el timón“.
Según Perusin, „la mayor dificultad radica en que los hombres alemanes se comportan ante las mujeres de manera muy pasiva y a la espera, tanto en el flirteo como en el baile. Al parecer piensan que si asumen el papel activo, las mujeres se molestarán“.
Todo comienzo es difícil pero, algún día, también los principiantes se convierten en buenos bailarines de tango. Y los alemanes van por el mejor camino.
Autora: Suzanne Cords/ Emilia Rojas
Editor:Pablo Kummetz