Un año más en Afganistán
28 de septiembre de 2006A mediados de octubre debía expirar la misión que mantiene a 3.000 soldados alemanes estacionados en el norte de Afganistán, una zona relativamente tranquila si se compara con el problemático sur del país, aunque no libre de riesgos. Más teniendo en cuenta que el estado de la seguridad en Afganistán se encuentra en la peor situación de los últimos cinco años.
Sin embargo, los alemanes no abandonarán sus posiciones afganas en el plazo previsto. El Bundestag aprobó alargar un año más la presencia germana en la región. Sólo el Partido de Izquierda estuvo en contra de una estancia prolongada. Verdes y liberales votaron a favor, pero sin obviar sus quejas a la inestabilidad en que se encuentra sumido el país asiático.
"Afganistán sólo está perdido si nosotros lo abandonamos", dictaminó por su parte el ministro alemán de Exteriores, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier.
¿Alemania bajo presión?
Desde que oficialmente cayera el régimen de los talibanes, Afganistán no había vivido tantos atentados terroristas y ataques a soldados extranjeros como durante el presente año. Los alemanes se han vuelto más precavidos. La vigilancia ha aumentado. Pero aún así, los soldados germanos son conscientes de que su feudo en Hindu Kusch está considerado como relativamente estable, y saben que el mayor peligro lo corren cada vez que se alejan de él.
En el norte actúan grupos pequeños, pero la verdadera batalla se libra en el sur, donde los talibanes han logrado incluso recuperar posiciones, controlan el cultivo y el tráfico de drogas y tienen atada a parte de la población por medio de la dependencia económica. Los rumores sobre un posible traslado de efectivos alemanes del norte al sur no paran por lo tanto de circular. Su presencia en el país sería mucho más eficiente y razonable, dicen. Y se comenta en círculos diplomáticos y militares que todo es cuestión de tiempo.
No obstante, Berlín sigue firme en su convicción de que no habrá alemanes arriesgando la vida en la guerra abierta del sur. "El sur va a ser aún durante algún tiempo una región difícil. Evidentemente, con más soldados podríamos hacer mucho más", reconoce Luke Knitting, portavoz de la ISAF. Pero desde la OTAN se asegura que sobre Alemania no gravita presión alguna: ni para que sus soldados marchen hacia el sur, ni tampoco para que la misión alemana, la mayor dentro de la ISAF, aumente su contingente de casi 3.000 miembros.
Un concepto para el futuro
Con su permanencia en Afganistán, Alemania envía al mundo la señal correcta, opinan los conservadores de la Unión Democratacristiana y la Unión Cristianosocial. Pese a ello, la gravedad de la situación que vive el país resulta difícil de ocultar. Los soldados alemanes ya no son recibidos con sonrisas y los tiempos en los que podían patrullar despreocupados han pasado a mejor vida.
La pacificación, la normalización, la democratización, el fin del caos y la implantación de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres siguen lejos de ser la realidad que se prometió para después de las bombas. "Éste no es el aspecto que tiene la historia exitosa de un mandato de cinco años que debiera ser prolongado", justificó Norman Paech la decisión de su fracción, la Izquierda, de votar contra un año más de soldados alemanes en Afganistán.
Las críticas también se dejaron oír en el resto de la oposición, aunque liberales y verdes descartaron la retirada como una posible solución. Y desde el Gobierno se volvió a acentuar la importancia de la labor del Ejército en Afganistán. "El concepto a seguir debe ser reconstruir y garantizar la seguridad. La gente tiene que darse cuenta de que no somos invasores, sino que estamos ahí para ayudarles", declaró el ministro de Defensa alemán, Franz Josef Jung, a la cadena pública ZDF.