"Almanya": 60 años de inmigración turca en Alemania
30 de octubre de 2021"En interés de una colocación regulada de los trabajadores turcos en la República Federal de Alemania…". Con estas palabras comienza el acuerdo que Alemania y Turquía alcanzaron el 30 de octubre de 1961. Alemania Occidental buscaba trabajadores para su industria, en pleno auge. Cientos de miles de turcos respondieron a la llamada y se fueron a Alemania.
Sesenta años después, hay alrededor de tres millones de personas en Alemania que tienen raíces turcas. Burak Yilmaz pertenece a la generación de nietos. Su abuelo llegó a Múnich en tren desde Estambul en 1963. Fue al área del Ruhr, primero trabajó en la minería y luego en el ferrocarril. Según el acuerdo, los "trabajadores invitados" iniciales solo podrían permanecer en Alemania un tiempo limitado, pero luego el estado alemán decidió que también podían traer a sus familias y quedarse más tiempo.
"La razón por la que estamos aquí hoy"
"Mi abuela trabajaba en una fábrica de alimentos. Llevaban a los niños a la escuela por la mañana, iba a trabajar y luego se ocupaba de una pequeña tienda de verduras", dice Yilmaz. El trabajo determinaba toda su vida cotidiana. "Porque para ellos era importante que sus hijos tuvieran mejores condiciones de vida que ellos".
Yilmaz está feliz de poder hablar con sus abuelos de aquello. Y el aniversario, el acuerdo de contratación, ¿es solo una fecha?" No, es algo muy importante para mí. Y no solo para mí, sino también para mi familia y mucha gente que tiene este trasfondo migratorio. Después de todo, esa es la razón por la que estamos en Alemania hoy", afirma.
¿Fue bien recibido o se sintió excluido?
El propio Yilmaz nació en Duisburg en 1987. En su infancia, a menudo tuvo la sensación de que no encajaba en la sociedad. "Me transmitían que estaba al margen, que era un problema, con expresiones como 'vuélvete a tu país', pero yo nací y crecí aquí", recuerda. Hoy, patria es una palabra en plural para el educador y escritor: se siente alemán, turco y kurdo al mismo tiempo.
Al igual que muchos otros, Yilmaz se siente incluido, pero no siempre. "El racismo sigue siendo algo habitual, una aguja clavada con episodios que a veces se repiten hasta varias veces al mes". La volvió a sentir por última vez el 26 de septiembre, el día de las elecciones federales. En la mesa de votación, el secretario, la persona que verificaba los nombres en el censo electoral, hizo un comentario racista hacia él. "Todavía hay gente que cree que Alemania solo está ahí para aquellos con cabello rubio y ojos azules", lamenta.
La escuela asegura la integración
¿Son casos aislados historias como la del colegio electoral de Yilmaz? No, dice Hacı-Halil Uslucan, director científico del Centro de Estudios Turcos e Investigación de la Integración de la Universidad de Duisburg-Essen. Aproximadamente ocho de cada diez encuestados con trasfondo migratorio turcos afirman haber experimentado la exclusión al menos una vez en el último año. "Es, claro está, una cifra muy alta", dice el investigador.
En general, la integración en el campo educativo ha avanzado positivamente, según Uslucan. "La primera generación llegó con la escuela primaria; la siguiente generación tuvo por lo menos de ocho a diez años de escolaridad… nunca había ocurrido que los períodos formales de educación se duplicasen en una generación", explica.
El Islam y Turquía muy presentes, pero también Alemania
En los últimos 60 años ha habido una gran integración social de personas de origen turco, dice Uslucan. "Pero todavía hay diferencias, por ejemplo en términos de religiosidad". Si bien la sociedad alemana en su conjunto se está volviendo cada vez más secular, el alto nivel de afiliación al Islam entre los inmigrantes se ha mantenido bastante estable durante varias generaciones. "El apego emocional con Turquía aún es muy, muy alto en la tercera generación", dice Uslucan. "Aunque es gente que ha nacido aquí y conoce Turquía en gran parte a través de historias y de contactos durante las vacaciones".
Los jóvenes con trasfondo migratorio turco tienen un enfoque más plural de su propia identidad que su generación, la de las décadas de 1980 y 1990, dice el educador Yilmaz. "La cuarta generación tiene hambre de más. Reclaman puestos de responsabilidad y dicen: ¡Este también es nuestro país!". Yilmaz, por ejemplo, se quejó ante la oficina electoral por los comentarios en la mesa electoral. Le dijeron que el implicado ya no participaría en más comicios. "Y luego me ofrecí a ayudar con las próximas elecciones", explica. En la siguiente votación, Burak Yilmaz, como vocal de la mesa electoral, será quien vaya tachando los nombres de los votantes en el censo electoral.
(lgc/mn)