América Latina, entre sequías e inundaciones
20 de febrero de 2014Exceso o escasez de agua: a medida que avanza el cambio climático, el subcontinente latinoamericano se ve enfrentado cada vez más a fenómenos de precipitación extrema. Las catástrofes naturales afectan sobre todo a la población más pobre. En el marco del proyecto europeo “Protect the climate” (Proteja el clima), que busca fomentar una gerencia sustentable del agua a nivel local, expertos alemanes y latinoamericanos discutieron, este miércoles (19.02.2014), en Bonn, posibles soluciones al problema.
Lars Ribbe, director del Instituto de Tecnología y Gerencia de Recursos (ITT, por sus siglas en alemán), destaca que existe una gran variabilidad en los pronósticos climáticos. Según un informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), de 2012, en el futuro la frecuencia de los fenómenos extremos de precipitación en Sudamérica probablemente aumentará en un 66 por ciento. Ribbe añade que el planeta ya está viviendo una extrema inestabilidad climática: “Desde ahora debemos adaptarnos a esta inconsistencia, entonces también estaremos preparados para un eventual cambio del clima en el futuro”.
Una de las consecuencias devastadoras del cambio climático en América Latina, especialmente en Chile y Perú, es la sequía. Alexandra Nauditt cuenta que, por ejemplo, desde el año 2008, no ha habido precipitación en la provincia chilena de Limarí. La experta alemana dirige el proyecto de investigación “Aumento del uso eficiente del agua en las regiones semiáridas de Chile”.
Inundaciones repentinas
Nauditt señala que, pese a la escasez de lluvias, la producción agrícola en aquella región ha aumentado en un 15 por ciento. Además, se cultivan sobre todo árboles cítricos y aguacate, dos especies vegetales que requieren mucho riego.
“En Limarí, el problema es la agricultura de exportación. El desarrollo socioeconómico disminuirá el día en que no se pueda practicar más agricultura, porque allá no hay otros sectores económicos. La gente tendría que emigrar”, advierte la experta.
Mientras que las sequías azotan una parte de Sudamérica, la otra se ve enfrentada a lluvias extremas. Bolivia y Brasil son dos países fuertemente afectados por inundaciones repentinas. En la ciudad de Río de Janeiro, por ejemplo, aún se recuerda la catástrofe de 2011 que dejó un saldo de más de 900 muertos y 35.000 personas sin hogar. En poco tiempo, torrentes de agua se apoderan de las ciudades, causando deslaves y derrumbes y dejando detrás graves daños materiales y humanos. Por ello, desde 2006, las ciudades de La Paz y Bonn cooperan para desarrollar un sistema de alarma preventiva contra inundaciones.
“El mayor problema es la exploración minera”
¿Cómo reaccionan los gobiernos de los países afectados ante las catástrofes y los problemas del agua? En entrevista con DW, Nauditt dice estar “decepcionada” del gobierno chileno, ya que “la riqueza del país no es proporcional al respeto al medio ambiente”. La experta sostiene que se podría invertir más en investigación y fomentar una distribución equitativa del agua. Asimismo, critica que el ministerio del Medio Ambiente sea demasiado pequeño.
“El mayor problema es la explotación minera. Cada vez vienen más países extranjeros a explotar el cobre, destruyendo los recursos naturales del país, y el gobierno todavía los apoya”, añade. Hoy en día, la mayoría de las empresas mineras cuentan con modernos sistemas de depuración de aguas, por lo que la contaminación del agua representa un problema menor comparado a su sobreexplotación.
¿El agua es un derecho o una mercancía?
En la región de Copiapó, cerca del desierto de Atacama, por ejemplo, las empresas mineras desalan el agua y la bombean hasta las minas o la extraen de las aguas subterráneas mediante técnicas destructivas del medio ambiente.
Alexandra Nauditt también hace hincapié en los posibles problemas de abasto de energía, en caso de que la demanda siga creciendo: “Aparte de la energía hidráulica que se obtiene del sur del país, Chile no cuenta con otras fuentes de energía. No es una manera sustentable de gerenciar los recursos naturales”.
En 2010, la ONU declaró el acceso al agua potable como un derecho humano. ¿Cuál es la situación en América Latina al respecto? ¿Son los recursos hídricos un derecho o una mercancía? Cada país tiene su propia legislación del agua. En Chile, por ejemplo, existe un mercado del agua, explica Nauditt. En el pasado, el gobierno cedió los derechos de agua a los grandes latifundistas, porque podían comprobar que dependían de los recursos hídricos. Por ello, en la actualidad, para los campesinos y las pequeñas industrias es muy difícil obtener derechos de agua. Los latifundistas, por su parte, los pueden vender al mayor postor.
En el marco de la reforma energética, México, por su parte, aprobó la producción de gas “shale” en territorio nacional. Puesto que la explotación de este recurso natural requiere enormes cantidades de agua, Lars Ribbe no descarta que esta práctica vaya a tener un impacto negativo en las reservas hídricas del país. No obstante, el director del ITT cuenta que “en el futuro la agricultura seguirá siendo el mayor consumidor de agua tanto en México como en los demás países latinoamericanos”.
Autor: Violeta Campos
Editor: Enrique López