Amarga medicina
23 de mayo de 2010Cuando veas arder las barbas del vecino, pon las tuyas en remojo. Ese viejo adagio se presta para explicar por qué, hoy día, nadie parece querer estar mejor informado sobre la situación económica, política y social de Grecia que los irlandeses, los portugueses y los españoles. Este mismo domingo (23.5.2010), fue el diario madrileño El País el que publicó las declaraciones más recientes del Primer Ministro griego, Yorgos Papandreu, en una entrevista exclusiva que le dio la vuelta al globo.
Consultado por el director del periódico, Javier Moreno Barber, sobre si percibía el peligro de que los mercados financieros se estuvieran imponiendo a las democracias, Papandreu insistió en que se distinguiera entre el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Unión Europea (UE) y los mercados en cuestión. “El FMI, la UE y el nuevo mecanismo que se ha creado están ahí para intervenir en los mercados y decirles: '¡Alto!' ”, dijo el jefe del Gobierno de Atenas.
“España y Portugal no estaban tan mal”
La aclaratoria de Papandreu vino acompañada de comedidas acotaciones. Además de querer evitar que la intervención del FMI en la crisis griega sea satanizada –Moreno Barber señalaba en la entrevista que, como los griegos, los españoles comienzan a atribuirle un talante “golpista” a ese organismo internacional–, Papandreu también insta a que se diferencie entre los mercados financieros (“una manada de búfalos”) y los especuladores al margen de éstos que hacen ruido para que se produzca una estampida.
“España y Portugal no estaban tan mal, pero han sido víctimas de esta histeria”, sostuvo el primer ministro griego, aludiendo de nuevo al excesivo temor de los mercados –justificado tras la primera ola de la crisis financiera en 2008– y a los ardides de los especuladores que “decidieron atacar a la UE fijando a Grecia como primer objetivo” por la desidia de la comunidad internacional a la hora de tomar medidas urgentes para regular el sistema financiero global.
Grecia pagará los préstamos recibidos
Papandreu se esmeró en dejar dos cosas claras. “Lo que hemos pedido no es un rescate”, subrayó, asegurando que su país devolvería los préstamos recibidos y desestimando la sugerencia de que la reestructuración ordenada de la deuda es una opción menos riesgosa. Por otro lado, enfatizó que Grecia necesitaba tiempo para llevar adelante los cambios necesarios y recuperar su credibilidad en la escena mundial. Su frase clave: “En Grecia, antes que nada, están todas nuestras responsabilidades”.
También el presidente de España, José Luís Rodríguez Zapatero, se empeñó en aclarar un par de puntos este domingo. Una reunión del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en el sur del país sirvió de foro para defender la decisión de su gobierno de agilizar el proceso de reducción del déficit fiscal con una reducción del gasto público superior a los 15.000 millones de euros. La UE presiona para que el déficit público español baje a un 3 por ciento de su producto interno bruto de aquí a 2013.
España se aprieta el cinturón
Estas son sus primeras declaraciones desde que se anunciara el agresivo plan de austeridad el 20 de mayo, de ahí que, en esta oportunidad, el tono asumido por Rodríguez Zapatero parezca más resuelto que conciliador, sobre todo de cara a los sindicatos, cuyos líderes han amenazado con convocar a una huelga general para protestar en contra de las medidas.
“Sé que muchos ciudadanos no las comparten, sé que vamos a tener protestas, pero nosotros no cambiamos”, dijo el jefe de Gobierno español, enfatizando que de ello depende la viabilidad del futuro bienestar social de su país. Está claro que España se está apretando el cinturón y es muy probable que los homólogos de Rodríguez Zapatero en Portugal e Irlanda estén preparándose para dejar oír sus voces en la arena internacional muy pronto.
Autor: Evan Romero-Castillo / dpa / Reuters
Editora: Claudia Herrera Pahl