Andrés Orozco Estrada, batuta colombiana en Fráncfort
15 de marzo de 2013Siendo adolescente, en Medellín, resonaban en su cabeza los nombres de Karajan, Bernstein, Kleiber y Celibidache. Alteraba las clases de Historia de la Música haciendo reir a sus compañeros cuando movía los brazos como sus ídolos, hasta que su profesor le planteó el reto de dirigir la orquesta de cámara de la escuela. Lejos de amilanarse, Orozco Estrada (Medellín, Colombia, 1977) se lanzó a vivir una pasión que aún perdura.
El viernes 22 de marzo se pone al frente de la Orquesta de la Radio de Colonia con un programa previo a la Semana Santa centrado en la muerte y la transformación. Acaba de ser nombrado director titular de la Orquesta de la Radio de Fráncfort y de la Sinfónica de Houston, después de dirigir durante años la Tonkünstler de Viena y la Sinfónica de Euskadi. En el camino quedó su marcha de Colombia, los años de estudio en Viena, los pequeños trabajos para pagarse su estancia mientras se alimentaba de cultura y los conciertos para ver en directo las batutas que admiraba.
Deutsche Welle: Comienzos románticos los de su carrera…
Andrés Orozco Estrada: Sí, recuerdo algunos momentos concretos… Por ejemplo, la primera vez que volví a Medellín después de conseguir ahorrar para un pasaje. Mi familia me dijo que estaba muy flaco. No me quejo, porque en Viena me sentí en el centro de la música clásica. Me daba igual comer más o menos, estaba concentrado en mi aprendizaje y en sacar todo el provecho a mi estancia allí.
Le acaban de nombrar titular de la Orquesta de la Radio de Fráncfort, ¿qué planes tiene con esta formación?
Las orquestas de la radio suelen grabar mucho y eso me interesa especialmente. Quisiera mantener y cuidar el repertorio clásico germano, que conozco bien porque lo he dirigido mucho y es el que la orquesta domina. Al mismo tiempo, me propongo abrir caminos con obras latinoamericanas y españolas. Estoy seguro de que el público es curioso y tiene ganas de conocer otras músicas.
¿Cómo va a compaginar su actividad en Fráncfort con la Orquesta de Houston? ¿Se ve como un director hiperactivo o más bien se toma las cosas con calma y cocina la música a fuego lento?
No pretendo ser un director hiperactivo. Hago muchos programas, pero amplío mi repertorio poco a poco. Al mismo tiempo, aprovecho la energía que tengo para asumir retos. Como he hecho hasta ahora, por ejemplo, compatibilizando la Tonkünstler de Viena con la Sinfónica de Euskadi. Hago muchos conciertos, trabajo mucho, pero al mismo tiempo soy muy cuidadoso al escoger los repertorios.
¿Qué planes concretos tiene para Houston?
Conocernos un poco más y estrechar lazos para crear una nueva energía. Su tradición es larga y prestigiosa. Hay que cuidarla combinando bien los repertorios tradicionales con las obras más modernas, más exóticas, música latinoamericana, española, obras de compositores norteamericanos que se tocan poco… Mi idea es configurar programas más creativos y modernos y conectar con el público. La ciudad de Houston, en Texas, cuenta con un gran número de habitantes de habla hispana. Es una suerte poderme acercar a la gente de la que formo parte culturalmente.
¿Siente que tiene usted una responsabilidad con el repertorio latinoamericano?
Más que una responsabilidad –que también lo es- se trata de una oportunidad en un contexto que lo va a recibir bien: la comunidad latina en Houston. El público de la ciudad tiene mucho interés y una mentalidad muy abierta.
¿Qué compositores con apellido español destacaría?
En la Orquesta de Euskadi hice obras de Juan Crisóstomo Arriaga, por ejemplo, su Sinfonía, sus oberturas. Es una combinación entre Rossini y un Mozart tardío. Me interesa el repertorio español en general, con Falla a la cabeza. También el latinoamericano: Ginastera, por ejemplo, tiene música maravillosa, pero no solo en su etapa nacionalista, sino también sus últimas creaciones, muy modernas, como el Concierto para piano. Es música muy compleja y muy profunda. Destacaría las figuras de Villa-Lobos y su gran repertorio de bachianas, así como los mexicanos: Chávez y Revueltas.
¿Y obras contemporáneas?
Cuando voy a Colombia suelo hacer una obra de estreno. En Viena también suelo abrir la temporada con una pieza de nueva creación de un compositor austríaco. No solo porque es mi tarea, sino porque me encanta descubrir nueva música y lo seguiré haciendo, tanto con compositores hispanos como con internacionales.
La grabación que ahora sale en el sello OEHMS Classics es la Sinfonía Fantástica, de Berlioz, un compositor que se sale del repertorio habitual suyo.
Yo creo que esta sinfonía, más que fantástica, debería llamarse revolucionaria. Berlioz estaba muy cercano al lenguaje germánico de esa época. Es un gran orquestador, saca unos colores muy especiales a la obra, pero sigue estando en la tradición alemana, aún no es un Ravel o un Debussy. Así lo siento yo. Me interesa el repertorio francés, pero lo he hecho poco. Una forma de ir entrando poco a poco puede ser esta Sinfonía Fantástica.
El 22 de marzo dirige a la Orquesta de la Radio de Colonia con obras centradas en la muerte y en la transformación: Muerte y transfiguración, de Richard Strauss y el Stabat Mater de Rossini…
La propia orquesta me sugirió el programa y lo acepté tal cual. Por un lado, quiero desarrollarme en el repertorio sinfónico coral. La música vocal siempre ha sido importante para mí y el Stabat Mater es una obra maravillosa y muy profunda, muy diferente al Rossini que conocemos habitualmente. Por otra parte, Muerte y transfiguración de Strauss es repertorio tradicional germano, que tan bien conocen las orquestas alemanas. Espero contrastar bien ambas obras.
Autora: María Santacecilia
Editora: Emilia Rojas