Angela Merkel: el origen del poder
22 de septiembre de 2013No se puede decir que le haya tocado gobernar en tiempos tranquilos. La crisis financiera y luego la crisis de euro han sido grandes desafíos. Luego estalló el escándalo del espionaje de la NSA: un duro golpe en el plano político exterior e interno para la canciller alemana. Precisamente el estrecho aliado que es Estados Unidos espía a sus amigos alemanes y los servicios de inteligencia germanos, para colmo, ayudan. ¿Cómo reaccionó Merkel? Primero guardó silencio, luego manifestó indignación a través de su portavoz. “Ella desinfla todas las controversias”, reprocha el historiador Edgar Wolfrum. Ante un problema, aguanta y finalmente se suma a la opinión de la mayoría: un don político que le ha valido por igual admiración y críticas.
Merkel ha manifestado su verdadera fuerza en el escenario europeo. Desde 2008 le ha correspondido lidiar con la crisis. Desde que Grecia se tambalea, intenta rescatar el euro. En Atenas no goza de muchas simpatías, y tampoco en el resto de los países del sur de Europa. Pero predomina la aprobación internacional a su política europea de austeridad fiscal.
Pragmatismo ante todo
Hay que conocer las raíces de Merkel para entender cómo ha llegado a ser lo que es. Nunca en la historia alemana una figura había sido tan subestimada como esta hija de un pastor protestante crecida en una provincia germano oriental.
“Naturalmente, Angela Merkel no es una ideóloga”, dice la periodista Jacqueline Boysen, quien escribió una biografía antes de que llegara a ser canciller. “Ella está en condiciones de tomar decisiones únicamente sobre la base de números, datos y hechos”, indica, agregando que si hay argumentos sensatos, es capaz de “pasar por encima de aspectos ideológicos o programáticos” de su propio partido.
El pragmatismo es para ella lo primero. Y es capaz de cambiar de posición. Tras el accidente nuclear de Fukushima, la partidaria de la energía atómica se convirtió en su detractora. Eso no la perjudicó. Por el contrario.
La explicación de su forma de ser hay que buscarla en su biografía. Angela Merkel no fue una opositora en la RDA, pero aprendió allí a ser cuidadosa. No era demasiado oportunista, ni demasiado rebelde.
El “sistema Merkel”
Una de las características del “sistema Merkel” consiste en diagnosticar rápidamente el problema y tomarse tiempo para decidir. “Yo comprendo los procesos en su completa evolución y, en muchas decisiones, me pregunto dónde terminan”, dijo una vez.
Merkel entró tardíamente en la política, más bien por casualidad. Como vice portavoz del último primer ministro de la RDA, Lothar de Maiziere, tuvo la oportunidad de poner en práctica sus habilidades de comunicación. Poco antes había ingresado en la Unión Cristianodemócrata (CDU).
Tras la unificación de Alemania, durante el gobierno de Helmut Kohl se convirtió en ministra del Medio Ambiente y Seguridad de los Reactores, en 1994. Una cartera importante y apropiada para una doctora en física. En cuanto a la controversia sobre la energía nuclear, Merkel se mostraba entonces inflexible: la consideraba manejable y carente de alternativas… hasta la catástrofe de Fukushima.
Al mando de la CDU
Tras la derrota electoral de Kohl en 1998, el partido quedó en estado de shock. No así Merkel, que vio la oportunidad de afianzar su posición. Wolfgang Schäuble, el entonces nuevo jefe de la CDU, la convirtió en secretaria general.
En abril de 2000, Angela Merkel fue elegida presidenta del partido. En las elecciones generales de 2005 encabezó la lista demócrata cristiana. No obtuvo mayoría suficiente para gobernar sola ni con los liberales, y tuvo que formar coalición con los socialdemócratas. ¡Pero había llegado a ser la canciller!
Desde entonces, Merkel ha logrado neutralizar a todos sus rivales internos y siempre ha conseguido actuar sin hacer bulla. Simplemente deja que los hombres vociferen. La canciller ha demostrado que puede dirigir el barco. Pero ¿hacia dónde? Eso es lo que se preguntan muchos en la CDU.