Annapolis: “el escepticismo cunde”
26 de noviembre de 2007Amplio es el prisma de augurios con respecto a la conferencia internacional para Cercano Oriente que tiene lugar en Anápolis: desde un gran éxito de la diplomacia hasta un costoso e inútil foto shooting. Ante representantes internacionales, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, reúne al primer ministro israelí, Ehud Olmert, y al presidente palestino, Mahmoud Abbas, en un último intento por establecer un Estado palestino, antes de abandonar en poco más de un año la Casa Blanca.
El ex embajador israelí en Alemania, Avi Primor, en entrevista a la emisora alemana Deutschlandfunk recalcó las buenas intenciones básicas de este encuentro. Sin embargo, en su opinión, la cumbre como tal carece de perspectivas de éxito. “En el mejor de los casos habrá una declaración conjunta, y luego se verá si pueden empezar las negociaciones”, analizó parcamente.
Por otro lado, según analistas de la prensa alemana, ya el hecho de que las partes –enfrentadas en un sangriento conflicto desde hace décadas- se sienten a conversar ya puede ser considerado como un éxito. Desde esa perspectiva, el que Siria y Arabia Saudí hayan accedido a participar en la conferencia se toma como un buen augurio. Dado que el conflicto palestino-israelí no es un conflicto regional, sino uno que enfrenta al bloque árabe con Occidente, según la ministra israelí de Exteriores, Tzipi Livni, la presencia de estos países “impulsa las posibilidades hacia el éxito”.
Despliegue internacional
Más de cuarenta países y organizaciones internacionales han sido convocados a la reunión en el estado de Maryland. Aparte de la presencia del ex primer ministro británico, Tony Blair, como representante del llamado Cuarteto para Cercano Oriente –Rusia, Estados Unidos, Unión Europea y Naciones Unidas-, asisten al encuentro el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso; el jefe de la política exterior comunitaria, Javier Solana, y el presidente de turno de la Unión Europea, el primer ministro portugués, José Sócrates. A Alemania –estrechamente vinculada a la búsqueda de solución a este conflicto- la representa su ministro de Exteriores, Frank Walter Steinmeier.
¿Qué cabe esperar?
“Ni Israel ni la Autoridad Palestina cuentan, en su propias filas, con el poder necesario para dar pasos concretos y hacer progresar el proceso de paz”, analiza el ex embajador israelí y añade: “Los norteamericanos, que sí estarían en capacidad de hacerlo, debido a razones de política interna o por falta de convencimiento, no tienen la voluntad para ello”. Visto así, la conferencia de Annapolis, no tiene mayor relevancia. Es más, conlleva un serio peligro: su fracaso puede nutrir las explosiones de violencia en la zona.
Pero Washington se declara optimista, por lo menos en versión oficial. Aunque el trabajo pesado comenzará más tarde, Annapolis será un buen comienzo. "Esta conferencia marcará el apoyo internacional a la intención de los israelíes y palestinos de comenzar negociaciones sobre el establecimiento de un Estado palestino y la realización de la paz entre estos dos pueblos", dijo el presidente Bush al recibir el fin de semana a ambos líderes.
Analistas políticos catalogan, sin embargo, de muy poco el equipaje que traen como para poder apostar por ello: entre la posición de Israel y la Autoridad Palestina se encuentran los derechos de los refugiados palestinos, el estatus de Jerusalén, la seguridad israelí y las fronteras de una futura Palestina. “El escepticismo cunde”, según Avi Primor, quien coloca bastante bajo la barra de lo esperable. Si de este rutilante sesión fotográfica internacional saliese solamente un nuevo enfoque para reabrir las negociaciones, uno podría darse por satisfecho. Para evitar decepciones, en su opinión, es mejor no esperar más.