Attac: 10 años de crítica a la globalización
3 de junio de 2008“Si Jesús viviera hoy, naturalmente sería miembro de Attac”. Lo dijo nada menos que el ex secretario general de la conservadora Unión Cristianodemócrata alemana (CDU), Heiner Geißler, quien causó cierto revuelo al adherir, poco antes de la cumbre del G8 en Heiligendamm, a la red de críticos de la globalización. Las advertencias de Attac no sólo encuentran eco en la izquierda. De hecho, hasta el presidente alemán y ex director del FMI, Horst Köhler, señaló recientemente que los mercados financieros “se han convertido en un monstruo, que debe ser puesto en vereda”. “Attac no lo podría haber formulado mejor”, a juicio de Roland Roth, profesor de política y seguidor de la organización desde un comienzo.
Una idea que prendió
Un artículo de Ignacio Ramonet, publicado en Le Monde Diplomatique en diciembre de 1997, fue el detonante de este movimiento. Ramonet abogaba básicamente por aplicar impuestos a las transacciones financieras y ejercer un control democrático sobre los mercados financieros internacionales. Tal fue el impacto de sus ideas, que el 3 de junio del año siguiente nació en Francia Attac: “Association pour une Taxation des Transactions financieres pour l’Aide aux Citoyens” (Unión por una gravación de las transacciones financieras, para beneficio de los ciudadanos).
“Al comienzo era un grupo de intelectuales, gente que, a fines de los años 90, veía venir problemas globales de los que muchos políticos no querían saber nada por ese entonces”, indica Roth. Actualmente, Attac cuenta con unos 90.000 seguidores, en 50 países del mundo. En Alemania tiene cerca de 20.000 miembros y numerosas organizaciones asociadas, entre las que figuran la Liga de Protección de la Naturaleza (BUND), Pax Christi y el sindicato Ver.di., que agrupa a los trabajadores del sector de servicios.
De Seattle en adelante
Esta forma de organización, en la que muchas agrupaciones unen sus fuerzas configurando una red, ha dado buenos resultados: la presencia de Attac se ha hecho sentir también en forma global. Desde las protestas realizadas en Seattle, en 1999, con motivo del encuentro de la OMC, los activistas no han dejado de manifestarse prácticamente en ninguna de las grandes cumbres internacionales.
Muchos recuerdan aún los violentos disturbios que se produjeron en la cumbre del G8 en Génova. Sin embargo, Attac no es, en ningún caso, sinónimo de “ataque” o violencia. De hecho, los integrantes de la red afirman que no rechazan la globalización en sí misma, sino que pretenden advertir de sus peligros y generar debate. Resultados concretos no tienen para exhibir al cabo de 10 años de existencia, salvo uno, sustancial: hoy en día no hay político que no plantee la necesidad de configurar responsablemente el proceso de la globalización.