Bachelet, ese fenómeno político que arrasa en Chile
1 de julio de 2013
Si se pudieran resumir de alguna forma los resultados de las elecciones primarias realizadas el domingo (30.06.2013) en Chile, habría que acudir a diversos conceptos: el fracaso de los analistas, la absoluta incombustibilidad de la expresidenta Michelle Bachelet, la caída de la derecha liberal ante la opción más conservadora, la enorme cantidad de ciudadanos que decidió participar y lo complejo que se torna el escenario para los demás candidatos presidenciales, de cara a la abrumadora mayoría obtenida por Bachelet.
En las votaciones se dirimía en gran medida quién será el próximo presidente de Chile. Los dos bloques mayoritarios optaron por elegir mediante este mecanismo inédito en el país sudamericano a quienes representarán a la centroderechista Alianza por Chile y a la centroizquierdista Nueva Mayoría, que aglutina a la Concertación, el Partido Comunista y otros movimientos ciudadanos, en las elecciones generales del 17 de noviembre. Y el escenario que se configura es más o menos claro, según los entendidos.
Basta con ver las cifras: votaron tres millones de personas (casi el 23 por ciento del padrón; se esperaba que votara poco más de un millón), de las cuales 1,5 millones optaron por Bachelet. Ella sola casi duplica los votos que obtuvieron los candidatos de la Alianza, los exministros del presidente Sebastián Piñera Andrés Allamand, del partido Renovación Nacional, y Pablo Longueira, cercano a Augusto Pinochet y abanderado de la conservadora Unión Demócrata Independiente, UDI. “La Alianza festeja los resultados, pero la realidad es que obtuvieron un voto por cada tres de la Nueva Mayoría. Bachelet arrasó”, escribió en su Twitter el analista político Patricio Navia, poniendo en contexto la potencia de la expresidenta.
Un fenómeno único
Para Bachelet el escenario fue casi perfecto en términos de votos: obtuvo el 75 por ciento de las preferencias de su coalición y su seguidor más cercano, el liberal Andrés Velasco, apenas sumó el 13 por ciento. Ahora Bachelet deberá atraer a su campaña a la centrista Democracia Cristiana (DC), cuyo candidato apenas superó el ocho por ciento. Él, Claudio Orrego, ya dijo que apoyaría a Bachelet, pero la DC ve con malos ojos el pacto firmado por ella y el Partido Comunista. Ahora que ganó las primarias, Bachelet deberá concentrarse en poner en orden el abanico de partidos que componen a la oposición aglutinada bajo Nueva Mayoría.
El fenómeno de la exmandataria es impresionante: estuvo ausente casi cuatro años de su país, prácticamente no habló de ningún tema contingente, fue acusada sistemáticamente por la derecha de mala gestión durante el terremoto que afectó a Chile en 2010 y se intentó abrir flancos débiles que, finalmente, nunca lograron permearla. El nivel de respaldo que ostenta es altísimo y nunca bajó del 75 por ciento de apoyo en las encuestas, ni siquiera cuando estuvo cargo de ONU Mujeres en Nueva York.
En la Alianza, en tanto, los resultados fueron más estrechos. El candidato conservador Pablo Longueira venció con el 51,3 por ciento de los votos a su contendor, Andrés Allamand, un militante del mismo partido del actual presidente de Chile, Sebastián Piñera. Longueira, que tiene escaso arraigo popular y en las encuestas suele aparecer con un alto porcentaje de rechazo, asumió el desafío de ser candidato tras la caída del popular exministro de Minería, Laurence Golborne, quien se hizo conocido tras el rescate de los 33 mineros atrapados en el norte de Chile, en 2010. Golborne debió dejar su postulación al conocerse unas cuentas suyas en las Islas Vírgenes.
Longueira representa a la derecha chilena que adhirió a la dictadura militar, lo que hace prever una polarización en la campaña. La mayor proporción de sus votos vino de los sectores más acomodados del país y dentro de su misma coalición no despierta muchas simpatías. El candidato a senador de Renovación Nacional, Manuel José Ossandón, advirtió que “si la UDI no propicia cambios al sistema binominal de elecciones o al voto de los chilenos en el extranjero o no se abre a cambios profundos en la educación, no podemos apoyar a Longueira incondicionalmente. Si queremos paz social, lo que corresponde es escuchar a la gente y hacer cambios reales”.
Ahora empieza la campaña de verdad
Las primarias dejaron en evidencia la novedad del proceso. Los analistas preveían una participación baja en las votaciones, tomando como base la experiencia de las recientes elecciones municipales, la primera con sufragio voluntario, donde solamente participó el 40 por ciento de las personas que podían hacerlo. Sin embargo, los tres millones de votantes de las primarias parecen dar sustento al proceso y legitiman la participación ciudadana en la selección de quienes serán los candidatos de las grandes coaliciones.
A partir de ahora empieza la campaña de verdad, donde de forma inédita para Chile es probable que lleguen a noviembre ocho candidatos presidenciales: los dos de las grandes coaliciones, el progresista Marco Enríquez-Ominami (que obtuvo el 20 por ciento en las presidenciales de 2009) y otros aspirantes de movimientos sociales o de partidos sin representación parlamentaria. Pero nadie se confunde, la potencia de Bachelet es demasiado arrolladora. El analista Patricio Navia dijo a CNN Chile que “mi sospecha es que Bachelet va a sacar primera mayoría relativa en la primera vuelta. La gente va a castigar a la Concertación votando por Enríquez-Ominami y los otros candidatos”. Y en la segunda vuelta, nadie detendría a Bachelet.
Aunque el triunfo de la expresidenta socialista en noviembre parece asegurado, ella hizo un llamado la noche del domingo (30.06.2013) a no confiarse y a “seguir luchando para llegar a La Moneda”. El analista Luis Larraín, por su parte, advirtió en CNN Chile a la centroderecha de que, a partir de ahora, el trabajo se viene más difícil que nunca. “En política, la centroderecha hace peor el trabajo que la centroizquierda, en términos de movilización y de mensaje. Si quiere gobernar de nuevo, tiene que acostumbrarse a que hay que movilizar a la gente y cautivarla, porque los chilenos quieren participar y quieren hacerlo por causas institucionales”.
Autor: Diego Zúñiga
Editora: Emilia Rojas