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Bachelet y el conflicto mapuche

27 de junio de 2017

Tras la histórica petición de perdón de la presidenta chilena, la gran interrogante es cuán factibles y efectivas pueden ser medidas de última hora en un país retrasado en materia de reconocimiento indígena.

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Chile indigene Volksgruppe der Mapuche
Imagen: picture-alliance/NurPhoto/F. Lavoz

¿Qué se puede esperar como consecuencia del gesto histórico de la presidenta chilena de pedir perdón por los "errores y horrores” cometidos por el estado en contra del pueblo mapuche? Ante el anuncio de un plan de medidas, hay interpretaciones variadas y expectativas de soluciones pendientes.

"El perdón es siempre algo honesto, pero le falta ir acompañado de aspectos de confianza. Bachelet no le está hablando a los pueblos originarios, sino que al mundo no indígena, al Estado, a sus políticos y está preparando la agenda para cuando venga el Papa en enero y ella pueda decir que pidió perdón”, opina el historiador mapuche Fernando Pairican, en entrevista con DW.

"En términos generales, es un paso simbólico importante, pero no es suficiente. No se ve cómo va a cambiar la política del Estado hacia el pueblo mapuche”, acota en conversación con DW el Dr. Olaf Kaltmeier, profesor de Historia Iberoamericana e investigador del conflicto mapuche, de la Universidad de Bielefeld. En opinión del académico, las palabras de la presidenta son una reacción a la preocupación que expresó un alto representante de Naciones Unidas por la situación de los Derechos Humanos en las comunidades mapuche.

Tampoco es un gesto inédito. Hace dos años, el entonces intendente de la Región de la Araucanía, el político democratacristiano de origen mapuche Francisco Huenchumilla pidió perdón públicamente a esta etnia. "Pero recordemos que Huenchumilla, quien puso el concepto de plurinacionalidad en el tapete como se ha hecho en Bolivia o Ecuador, fue destituido poco después por la misma Michelle Bachelet.”, apunta Kaltmeier.

Uno de los temas pendientes es la restitución de las confianzas. Fernado Pairican llama la atención sobre que actualmente hay cerca de 25 presos políticos mapuche en cárceles de Lebu, Temuco y Angol y reos en Temuco llevan más de 20 días en huelga de hambre. "La seguridad pública ha violentado a la niñez mapuche en los últimos cinco años de manera abismante y el fin de semana pasado tuvimos dos jóvenes muertos, que han crecido en este ciclo de violencia en que el estado ha llevado a la policía a resolver un conflicto que es de naturaleza política”.

"Yo espero que el gobierno proponga una nueva política: analizar el tema de la huelga de hambre, revisar los procesos judiciales, retirar a la fuerza pública de la zona y trabajar el tema de la autodeterminación. Que se pueda llegar a un nuevo trato y a una nueva relación intercultural, pero eso no se ve”, insiste el historiador.

Del dicho al hecho

"En los gobiernos de la Concertación (conglomerado de centro izquierda, actual Nueva Mayoría) ha habido algunos pasos de reconocimiento del pueblo mapuche. Pero salvo con Patricio Aylwin (1990-1994), en que sí vi interés por un diálogo real, los gobiernos han jugado con dos caras. Una es el reconocimiento simbólico y la otra es una política asistencialista y de proyectos tecnócratas que no toman en cuenta los procesos de decisión democrática en las comunidades mismas, y también hay una fuerte represión”, indica Olaf Kaltmeier.

Si bien durante el gobierno de Ricardo Lagos se entregaron más de 200 mil hectareas de tierras, el investigador alemán advierte que "las demandas del pueblo mapuche son mucho más amplias que la restitución de tierras. Temas muy importantes son la autodeterminación y la plurinacionalidad”. "En Chile falta una mirada de Estado. Los gobiernos no están proyectando una solución integral a largo plazo, como plantean los mapuche, de avanzar en derechos de autonomía y de ejercer la autodeterminación”, aporta Fernando Pairican. 

Chile Demonstration der Mapuche
Protesta mapuche en Santiago (2016)Imagen: picture-alliance/Agencia Uno/C. Escobar

Las críticas al Plan de Reconocimiento y Desarrollo de La Araucanía apuntan a que es vago, insuficiente y tampoco del todo novedoso. También es poco probable que a siete meses de que Michelle Bachelet termine su mandato los proyectos de ley puedan materializarse. "La posibilidad de llevar a la práctica lo que planteó es más que nada simbólica. ¿Qué podría cumplir? Sólo el feriado y no sé si cambia algo. Me parece que incluso es una falta de respeto pensar que un día feriado es reconocer los derechos de los pueblos originarios”, indica Pairican.

Chile, un país atrasado en reconocimiento indígena

Temas pendientes tienen que ver con detener la escalada de violencia y resolver los conflictos actuales: "Falta una disculpa explícita de la violencia del Estado y policíal y el uso de la ley antiterrorista. Tampoco se habla de los presos políticos que hay todavía en cárceles chilenas, ni se hace referencia al modelo económico forestal que afecta a muchas comunidades mapuche. Más encima se propone integrar a las comunidades  vía proyectos de desarrollo al área forestal, lo que me parece muy problemático”, advierte Kaltmeier.

La estrategia de que el plan esté acotado a la región de la Araucanía es limitada y posterga a otras etnias, como la Rapa Nui y la Aymara, lo que debiera generar debate. Como observa Olaf Kaltmeier, "casi la mitad del pueblo mapuche vive en centros urbanos, especialmente en Santiago”.

A nivel latinoamericano, en tanto, los expertos coinciden en que Chile ha estado rezagado en materia de reconocer los derechos indígenas y pluriculturales. El Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas, en vigor desde 1991, fue ratificado por Chile recién el 2008. "Si pensamos en Colombia, Bolivia, México o Ecuador, todos tienen reconocimientos indígenas más avanzados”, señala Kaltmeier.

Estas medidas de última hora pueden intentar poner al gobierno al día en la discusión. "El gran peligro es que otra vez llega un discurso que no ofrece un real diálogo con las comunidades”, advierte el historiador alemán. "Chile es el país más desfasado de América Latina. Muchos han avanzado en estados de autonomía y plurinacionalidad, pero Chile ni siquiera ha reconocido a los pueblos originarios en su Constitución”, lamenta Fernando Pairican.