Batalla por CO2
28 de enero de 2007Es un conflicto de pronóstico reservado. En una esquina, el Comisario Europeo para el Medio Ambiente, Stavros Dimas, acompañado del ministro alemán en la misma materia, Sigmar Gabriel. En la otra, los cinco pesos pesados de la industria automovilística alemana, más otro miembro del gabinete federal alemán: el ministro de Economía, Michael Glos.
Planes medioambientales
Los primeros desean que, por decreto, los fabricantes alemanes de automóviles reduzcan las emisiones de dióxido de carbono de sus vehículos a 120 gramos por kilómetro; es decir, 20 gramos menos que el límite acordado para toda la Unión Europea. Aducen que los industriales no cumplieron con los plazos determinados para que, de buena fe, redujeran sustancialmente dichas emisiones.
La organización alemana Deutsche Umwelthilfe denunció incluso que algunos modelos de autos alemanes registran niveles cercanos a los 300 gramos por kilómetro.
Esto contrasta con las medidas que han sido adoptadas en otros países de la Unión Europea, como Francia o Italia, donde se han logrado reducciones importantes.
Por su parte, el investigador Ferdinand Dudenhöffer, especialista en temas automovilísticos, dijo que "sería deseable más responsabilidad por parte de los fabricantes alemanes en lo que al clima se refiere. Empresas como Toyota o Honda han demostrado que esto es posible con sus autos híbridos."
Fecha clave
Un borrador de propuesta será presentado por Dimas ante las autoridades europeas, el próximo miércoles. El cronograma prevé lograr un promedio de 140 gramos por kilómetro para finales de 2008, y llegar a 120 gramos para 2012.
La noticia fue recibida con alarma por la industria automovilística alemana, y además exhibió signos de esquizofrenia política en el gabinete de Angela Merkel. Este domingo, los presidentes de "las cinco grandes" marcas fabricadas en Alemania -BMW, Ford, Opel, Volkswagen y DaimlerChrysler- publicaron una carta conjunta en la que alertan sobre las posibles consecuencias de una regulación como la que promueve el comisario Dimas.
Tales medidas, dicen, "constituyen una fuerte amenaza para industrias como la automovilística y la de mensajería; significan además una intervención masiva en la política industrial, en detrimento de la industria automovilística europea, y la alemana en particular." Sobre las consecuencias, los industriales también se muestran enfáticos y hasta desafiantes:
"Se produciría sin demora alguna una emigración de numerosos puestos de trabajo en los fabricantes de automóviles, así como en la industria de mensajería en Alemania y otros puntos europeos", señala el documento citado por el Bild am Sonntag.
Conflicto en el gabinete
Esta posición es apoyada por el ministro alemán de Economía, Michael Glos, quien sentenció que los planes para normar las emisiones de dióxido de carbono en los automóviles "deberían ser detenidos de inmediato. Decenas de miles de puestos de trabajo están en juego".
A todo esto, Gabriel reaccionó con mesura. Aclaró que no pretende una reducción de emisiones en cada automóvil, sino en la flota completa de cada fabricante.
Además, especificó que dicha reducción puede ser alcanzada a través de una combinación de medidas como adaptaciones técnicas y uso de combustibles alternativos. Recordó, además, que el compromiso para lograr la reducción de emisiones está plasmado en el contrato de gobierno de la actual coalición en el poder. Así, poco falta para que la canciller Angela Merkel quede atrapada en medio de este diferendo.
Otro personaje alemán ha saltado a este campo de batalla: el Comisario Europeo de Industria, Günter Verheugen, quien se opone a la regulación. En todo caso, la semana que comienza será decisiva para conocer el derrotero de este conflicto entre la industria, la política y el medio ambiente. Las posiciones están dadas, así como el calibre de los oponentes.