Baviera se aísla por coronavirus: fronteras en "hibernación"
15 de febrero de 2021La nieve brilla bajo el sol. Cristales de hielo gotean de los abetos. A lo lo lejos, suaves colinas. Esta mañana, el poco poblado Fichtelgebirge, en el noreste de Baviera, parece sacado de un folleto publicitario de vacaciones de invierno.
Pero la realidad es diferente. Los municipios de la frontera checa sufren de altas cifras de contagios. Con una incidencia de más de 300 infecciones por cada 100.000 habitantes en siete días, ocupan un lugar destacado a nivel nacional.
Al otro lado de la frontera, la incidencia es de más de 1.000, señaló el jefe de gobierno bávaro, Markus Söder, que acudió al paso fronterizo de Schirnding el primer día de los controles reforzados.
"Justo en la frontera tenemos estos focos de contagio. Teníamos que reaccionar", dice Markus Söder. "No podemos permitir que nuestras medidas anteriores carezcan de sentido. Por eso los bloqueos también son necesarios, y hay que gestionarlos con rigor".
A partir de la medianoche, en las primeras horas de este 15.02.2021, las únicas personas que pueden cruzar la frontera son quienes conducen camiones o trabajan en el ámbito médico, o en negocios absolutamente relevantes. Todos deben presentar una prueba de coronavirus negativa.
Alrededor de 2.000 personas fueron rechazadas en los pasos fronterizos de Baviera el primer día de las nuevas normas, mientras que varios miles fueron autorizados a entrar, informó la Policía Federal. Las mismas medidas estrictas se aplican también en la frontera de Baviera con el estado austriaco de Tirol, y entre Sajonia y la República Checa.
"Aún tengo suerte"
Con 15 grados bajo cero en Schirnding, este domingo, Milan, de Cheb, República Checa, esperó y tiritó durante una hora frente al centro de testeo de coronavirus para que le hicieran una prueba. Milan trabaja en un mercado de verduras al por mayor en Baviera, por lo que es considerado un empleado de importancia sistémica.
"Aún tengo suerte. Muchos trabajadores de otros sectores tienen que quedarse en casa y no ganan nada", dice Milan. Sin embargo, ahora tiene que someterse a dos pruebas de coronavirus al día: una al entrar en el país por la mañana, y otra al volver a casa, por la noche.
"Espero que esta situación no dure tanto tiempo. Pero en la República Checa la cosa está mal, nadie sabe exactamente qué va a pasar". El viajero checo resalta la decisión del Parlamento de Praga de no prorrogar el estado de emergencia más allá del domingo, a pesar de la presencia de la variante británica del SARS-CoV-2 en el país.
Críticas a los vecinos
El jefe de gobierno bávaro, Söder, criticó tanto a la República Checa como al gobierno de Tirol, que en su opinión fueron demasiado negligentes a la hora de afrontar el peligro del coronavirus. Y tampoco tiene una buena opinión sobre la política de la Unión Europea en Bruselas. Dijo que la Comisión de la UE debería preocuparse más bien por las vacunas, y dejar que él y otros políticos regionales hagan el trabajo en las fronteras. Un portavoz de la Comisión Europea había advertido el viernes (12.02.2021) a Alemania de que debía respetar las decisiones de las numerosas cumbres de la UE, coordinar las medidas y mantener las fronteras del espacio Schengen lo más abiertas posible.
En las pequeñas ciudades de la región fronteriza, la gente no está tan decidida como el jefe del gobierno del estado federado, en Múnich. El administrador del distrito de Wunsiedel, Peter Berek, afirma que la nueva normativa causaría problemas considerables.
"Ahora tenemos que decirles a algunas empresas que no son de relevantes para el sistema, que no pueden cruzar la frontera. Eso va a ser muy difícil". Aun así, piensa que es correcto endurecer las medidas una vez más. Aunque, hasta ahora, sólo el cinco por ciento de los viajeros han dado positivo al coronavirus, en el 64 por ciento de esos casos se cree que la variante británica del virus es la responsable de la infección. "Por eso hay que actuar ahora", señala.
"Seguiremos con esta medida durante el tiempo que sea necesario", dijo el ministro presidente bávaro, Marcus Söder, en el paso fronterizo. No tiene sentido especular ahora, subrayó, porque nadie sabe con qué rapidez pueden reducirse las cifras de infección.
Mientras Söder se dirigía, a mediodía, en su coche oficial con calefacción, hacia la sede del gobierno de Baviera, en Múnich, el termómetro en Schirnding marcaba cinco grados bajo cero. "El virus, el frío, el cierre de la frontera. Estamos realmente en hibernación aquí", dice una mujer policía. "¿Cuándo vamos a despertar?"
(gg/cp)