Bayern y los videojuegos de Guardiola
10 de abril de 2014Tras la victoria del Bayern Múnich sobre Manchester United, y el pase de los bávaros a la semifinal de la Champions League, no existe unanimidad en los foros de opinión en cuanto a quién podría llevarse “orejona”. Esto no es buena noticia para un equipo que gusta de verse a sí mismo como una aplanadora que intimida con su sola presencia a los rivales.
Por momentos, en la Allianz Arena ocurrió exactamente lo contrario. Aunque dominó claramente, el Bayern no aplastó a los ingleses, pese a que éstos juegan muy por debajo de su nivel de antaño, al grado de que no estarán en ninguna competencia europea el año que viene.
El fútbol como error
Con la honrosa excepción de Ribery, el Bayern ciertamente jugó desangelado. Los bávaros se dedicaron a administrar su dominio, sintiendose cobijados por su afición y por la certeza que da la posesión de la esférica.
Los muniqueses se concentraron tanto en la tarea de recuperar compulsivamente el balón, sin ceder un ápice de terreno, que por momentos parecían olvidarse de que debían meter goles.
Por su parte, Manchester United cometió un error en el primer tramo del partido, y que nunca corrigió totalmente: trató de jugar al fútbol en el sentido clásico de la palabra. Esto le podía haber servido frente a otro rival.
Pero es inútil apostar a la habilidad individual en los espacios cortos, o al toque múltiple del balón, o a la posiblidad del desborde por los costados, frente a una maquinaria programada para sofocar en grupo a cualquier adversario que ose disputar la posesión del balón.
La invocación esporádica a Wayne Rooney, que jamás pesó en el partido, fue otro exceso lírico de los ingleses.
¿A qué juega el Bayern?
Lo del Bayern no es ciencia, como algunos pretenden, pero tampoco es fútbol. Se parece más bien a un videjuego en el que variables como la condición física son calibradas a manera de algoritmos, sin dejo de emotividad.
En los videojuegos, la computadora no siempre acierta. Así, Bayern dejó crecer más de lo que se esperaba al Manchester United. Incluso recibió un gol que los hubiera podido meter en grandes aprietos.
Del mismo modo, en un exceso de precisión, Guardiola se precipitó al mandar a descansar a algunas de sus estrellas, lo que hizo crecer al Manchester United –relativamente- al final del encuentro.
Aún así, el Bayern fue demasiado para los descastados “diablos rojos”. Los goles que decidieron el encuentro, obra de Thomas Müller y Arjen Robben, ocurrieron simple y sencillamente por la superioridad técnica de los atacantes frente a sus rivales.
En el 2-1, Müller humilló a Vidic y logró rematar por abajo un centro de Robben. En el gol definitivo, Robben se paseó como quiso por la línea frontal del área hasta encontrar, pese a lo previsible de la maniobra, el resquicio necesario para disparar hacia de Gea y vencerlo.
¿Sucedería lo mismo ante Atlético de Madrid, Chelsea o Real Madrid? ¿Bastará la escalofriante precisión del Bayern para vencer a cualquiera de sus posibles rivales en la semifinal? La exhibición del Bayern, para bien o para mal, no da pie a una respuesta clara.