La crisis climática no está “bajo control”
7 de julio de 2020Cuando Bayo Akomolafe crecía en Lagos en los años 80, sus profesores golpeaban a los alumnos por hablar su propio idioma, el yoruba. Él solo hablaba inglés. Las lenguas y culturas africanas eran despreciadas. Incluso mucho después de que el país se liberara del dominio colonialista, todavía prevalecía una cultura colonial.
Pero Akomolafe, filósofo y profesor de psicología de la Universidad Covenant de Nigeria, cuyas convincentes conferencias han ido ganando un público cada vez más numeroso en todo el mundo, ha vuelto a su herencia yoruba para ayudar a comprender el mundo moderno y sus males.
Sostiene que necesitamos repensar completamente nuestra relación con la naturaleza.
"Lo que hoy llamamos burdamente 'naturaleza' ni siquiera tiene un nombre en la cultura yoruba, porque no había distinción entre nosotros y lo que sucedía a nuestro alrededor”, dice Akomolafe. En la religión Ifá de los yoruba, también existe una "vitalidad” en el mundo no humano. "Las montañas pueden ser consultadas, los árboles pueden tener privilegios”, explica.
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En el discurso occidental, hay una clara distinción entre el ser humano y la naturaleza. Pero el mundo dominado por la cultura, las ideas, los sistemas económicos y los modelos de desarrollo occidental está sumido en una profunda crisis ecológica. Akomolafe se encuentra entre los pensadores postcoloniales que critican la creciente disfunción de esta visión del mundo.
Derribar el statu quo de Occidente
Argumenta que tenemos que revertir el statu quo que coloca a las personas, y especialmente a los blancos, en el centro del universo.
"El concepto de ‘naturaleza' fue creado durante la Ilustración. La idea de que hay un mundo externo que es independiente y está fuera de nosotros”, aclara Akomolafe. "El mundo como un recurso que podemos usar, explotar y del que podemos abusar porque estamos fuera de él”.
La idea ilustrada del observador objetivo permitió a la ciencia descomponer y comprender el mundo. Pero esta posición de desapego también puede ser vista como excluyente. Según Akomolafe, esto ha llevado a que las personas con un color de piel oscura sean tratadas como "personas inferiores”. Y a que la naturaleza se haya clasificado en algún lugar por debajo y sea desestimada como "un lugar pasivo”.
Esto no solo nos ha permitido saquear y destruir la naturaleza, sino que también ha distorsionado nuestro enfoque para protegerla, argumenta Akomolafe. Critica el comercio de emisiones, que permite comprar el derecho a dañar el clima, y las "soluciones” que cuantifican el valor de la naturaleza en dólares y centavos.
La naturaleza no tiene precio
Según un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (conocido como WWF, por sus siglas en inglés), los océanos del mundo proporcionan bienes y servicios por un valor de 24 billones de dólares.
"El océano es majestuoso porque nos sobrepasa, porque nos silencia, porque venimos de él, porque nuestros cuerpos están compuestos de él”, dice Akomolafe. "Si pienso en el océano como algo que Jeff Bezos o Putin pueden comprar, eso lo hace menos valioso para mí”.
En cambio, nos pide que "nos encontremos de nuevo con la naturaleza” y que adoptemos un enfoque que "podría no parecer una ‘solución' en absoluto. Podría significar que vemos el océano como un anciano, como una entidad por derecho propio, y que aprendemos a escuchar sus sabios mensajes”.
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En una época de múltiples crisis, la gente exige soluciones concretas. Pero Akomolafe sostiene que la noción misma de respuestas definitivas es precisamente el problema. En cambio, debemos mirar más allá de la dicotomía entre problemas y soluciones, crisis y control.
La ilusión de control
En su juventud, Akomolafe eligió la psicología como campo de estudio para poder obtener una comprensión básica de la mente humana. Pero, para su doctorado, se dedicó al estudio de las prácticas psicoterapéuticas de los curanderos tradicionales yoruba, para quienes la mente humana no puede ser categorizada según los cuadros clínicos de la psiquiatría occidental.
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Akomolafe ve su visión del mundo como esencialmente interconectada en formas que van más allá de nuestra comprensión. Para él, este punto de vista es un antídoto vital a la división occidental de la realidad en "palabras contra cosas, sujeto contra objeto, aquí contra allá, mente contra materia, cultura contra naturaleza”, tal y como lo describe en su ensayo "Lo que el colapso climático nos pide".
"El cambio climático es una señal de que no podemos decir al mundo lo que tiene que hacer”, sostiene el filósofo nigeriano. "Tenemos que aprender a conocer el mundo de forma cada vez más profunda. Y eso no significa dominar este mundo recién percibido. Significa entender que no tenemos el control”.
"La estabilidad es un lujo”
Mientras hablamos, la crisis actual más importante en la mente de las personas es la pandemia del coronavirus, que ha puesto al mundo en un "estado de profunda incertidumbre”. Ha eclipsado la amenaza del colapso ecológico en un momento en que la acción climática es esencial.
Para Akomolafe, este es un momento para reflexionar. "Hemos pronosticado sociedades estables, pero luego olvidamos que la estabilidad es un lujo, no es un derecho divino”.
"Una de las formas en que actuamos, como gran organismo terrestre, es mediante una solución binaria: matar el virus y luego volver a la normalidad. Pero quizás esa forma de ver el control, o de vernos a nosotros mismos, es la verdadera crisis. ¿Y si el control en sí mismo es la crisis?”
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Akomolafe advierte que "en tiempos de urgencia, debemos ir más despacio”.
Ahora que la economía mundial se ha ralentizado, nos insta a aceptar y aprender de nuestro actual estado de incertidumbre. Y parece estar convencido de una cosa: "no vamos a dejar esto atrás y volver a la oficina”.
(ar/ers)
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