Beethoven: escapar del silencio
9 de septiembre de 2012Un amigo de Beethoven escribió en sus memorias que el compositor siempre tenía a mano cuadernos de conversación y un lápiz preparados para que las visitas escribieran sus comentarios. Tras leerlos, respondía oralmente. Pero en ellos también hay apuntes sobre inspiración y pensamientos musicales.
Emil Platen, musicólogo e investigador de la figura de Beethoven, cree que los cuadernos son un tesoro de valor inestimable. “Son extremadamente importantes para comprender la biografía de Beethoven, ya que arrojan mucha luz sobre sus circunstancias personales desde 1818 hasta su muerte”, dice Platen.
Día a día, música y falsificaciones
En los cuadernos queda reflejado el día a día del compositor. “Muchas veces escribe sobre comida o problemas con los criados, así como sobre sus dolencias y sus tratamientos”, apunta Platen. “Pero también hay acontecimientos de la vida cultural y social vienesa”. Al dorso de una página encontramos una factura por vino, carne y ostras y en el reverso un fragmento musical del Credo de su Missa Solemnis.
Tras la muerte de Beethoven, los cuadernos acabaron en manos de Anton Schindler, asistente del compositor durante sus últimos años y su primer biógrafo. El trato que Schindler dio a aquellas fuentes no fue del todo escrupuloso: destruyó algunos cuadernos e imaginó conversaciones en las que el propio Schindler aparecía como depositario de los deseos musicales del compositor. Incluso sus contemporáneos sospecharon de la manipulación de Schindler, pero no fue hasta el siglo XX cuando diversas investigaciones desmontaron numerosas falsedades.
“Soy un artista”
Amigos, visitantes, su querido sobrino Karl e ilustres contemporáneos, como el poeta Franz Grillparzer, los compositores Carl Czerny y Gioachino Rossini e incluso el entonces niño prodigio Franz Liszt, son algunos de los interlocutores de los cuadernos de conversación. En ellos queda reflejada la erudición del compositor, pues se alude a sus gustos literarios –Homero, Platón, Shakespeare, Lessing, Schiller- e incluso a su lectura del filósofo Kant.
Beethoven se presenta en sus cuadernos como un artista que confía en su talento. “Es una obra eterna”, escribió sobre su Missa Solemmnis. En el invierno de 1822-23, un visitante escribe que los artistas deben reflejar el espíritu de su tiempo. Beethoven responde que nunca hará tal cosa: “De otra manera, se perdería la originalidad. No puedo poner mis obras al servicio del gusto de la gente. Lo nuevo y lo original sencillamente hacen acto de presencia sin pedir permiso” Algo similar había escrito en 1820: “El mundo es como un rey que desea ser lisonjeado, pero el verdadero arte es obstinado, no se deja encorsetar por formas amables”.
Cuando una de sus visitas le informó sobre la negativa reacción de la gente a uno de sus últimos cuartetos, respondió: “Llegará un momento en que les gustará. Lo sé. Soy un artista.”
Autora: Marita Berg/MS
Editor: Enrique López