Brasil: monopatinaje contra la criminalidad
6 de marzo de 2020La mayoría de los 40 niños va regularmente a clases de "skate” gratuitas y varias veces por semana. Las imparte Sandro Soares; la mayoría de la gente lo llama Testinha.
Este hombre de 42 años recibe el apoyo de su esposa pedagoga Leila. Ante de comenzar la clase, la pareja distribuye galletas y bebidas, especialmente a los niños que aún no han desayunado en casa. En la cancha deportiva se instalan pequeñas rampas y otros obstáculos, y los niños calientan motores.
En 2011, Testinha y su esposa acababan de fundar la ONG "Social Skate" y buscaban un lugar adecuado para las clases de monopatín, porque la cancha era simplemente un lugar deteriorado con traficantes de drogas. Pero "con el monopatín debajo del brazo" se animó y habló con los traficantes, dice Testinha. "Les ofrecí que sus propios hijos podrían aprender a patinar aquí gratis, y eso debió haberlos convencido", añade. Acordaron dejar de traficar con drogas allí.
"Skateboarding” como labor preventiva
El objetivo primordial de "Skate Social" es enseñar a los niños socialmente desfavorecidos a patinar gratis. "Aparte de eso, no hay casi actividades gratuitas para niños y jóvenes en la zona", se queja Testinha. Son urgentemente necesarias, porque casi nadie puede costear aquí clases de música o deportes a la generación más joven en el pobre distrito de Calmon Viana. Este forma parte de Poá, un pequeño pueblo en el área metropolitana de São Paulo, y hay muchas ciudades como Poá en Brasil, con problemas sociales como el crimen, la violencia y el desempleo.
Él sabe de lo que está hablando, porque antes de fundar "Social Skate", trabajó en un centro correcional juvenil durante diez años. Allí pudo comprobar el rumbo que toma la vida de los niños y adolescentes expuestos a malas influencias y a los que nadie les muestra otras perspectivas: "Es mucho mejor si evitamos que los niños vayan por el camino equivocado que si comenzamos a hacer algo cuando ya están en prisión".
Caer y volver a levantarse
Al patinar, los niños aprenden también disciplina, autoconfianza y habilidades sociales de manera lúdica. Rafael Vinicius da Silva lleva algunos años practicando: "Al patinar pasa a menudo que intentas un truco y no sale bien al principio. Pero no te rindes, lo intentas por segunda o tercera vez". "Caerse y levantarse de nuevo. La actitud de no darse por vencido, también puede transferirse a otras áreas de la vida”, según el joven de 17 años.
En el parque, el grupo se sienta como siempre para una ronda de conversaciones. Hablan sobre lo que salió bien y lo que no. A veces hay espacio para temas más amplios, como la importancia de respetar a las otras personas. O hablar sobre la importancia de esforzarse no solo con el "skate", sino también en la escuela. Luana Alcántara da Costa, de 11 años, dice al respecto: "Si tienes buenas calificaciones escolares, a veces puedes hacer una excursión o elegir zapatos o una prenda de vestir". "Social Skate" tiene acceso a dinero, monopatines y regalos para los chicos a través de donaciones.
Pobreza infantil generalizada en Brasil
Testinha estima que a lo largo de los años, más de 1.000 niños han participado en sus clases gratuitas de "skate". Él ve su trabajo como una inversión en el futuro de Brasil, porque los niños de hoy son los adultos del mañana. Es necesario porque el sector público descuida a niños y jóvenes como los de Calmon Viana. Según UNICEF, seis de cada diez niños en el país más poblado de América del Sur viven en la pobreza. Muchos de ellos no tienen acceso a la educación, a lugares con instalaciones sanitarias o a un hogar adecuado.
Testinha no espera ninguna mejora con el presidente populista de derecha, Jair Bolsonaro. Al contrario, "Bolsonaro ya ha expresado hostilidad hacia el trabajo de algunas ONG, que en mi opinión, como nosotros, hacen el trabajo que debería hacer el Estado (brasileño)".
A Testinha le preocupa la incierta financiación de "Social Skate" en el futuro. En los últimos cuatro años, la ONG se ha beneficiado del hecho de que las empresas en Brasil pueden derivar parte de sus impuestos a las ONG, en lugar de al Estado. Sin embargo, dicha ayuda se acaba en abril. "Si las cosas se ponen difíciles, Leila y yo tendremos que volver a trabajar durante la semana, poner algo de nuestro propio dinero en el proyecto. Entonces solo podían dar clases de 'skate' los sábados", afirma.
Así y todo, Testinha es optimista: "Tengo la intención de continuar esto hasta que sea viejo. Crecí en una situación similar a la de los niños de aquí y me gustaría transmitirles lo que el monopatín me ha enseñado. Esa es mi misión".
(rmr/jov)
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