Brasil no sufrió un impacto directo
5 de septiembre de 2006
Los especialistas entrevistados por DW-WORLD afirman que los atentados terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos no han afectados a Brasil. Con excepción de las consecuencias devastadoras para la economía mundial y de la implantación de medidas de seguridad más severas en los aeropuertos, el país no ha sentido el golpe en la misma medida en que se dejó notar en América del Norte o en Europa.
"Brasil es un país en el que los actos de grupos extremistas o radicales no tienen una relevancia crítica", dice el embajador de Brasil en Alemania, Luiz Felipe de Seixas Corrêa. Según el diplomático, la política exterior de brasileña con respecto al conflicto árabe-israelí es muy equilibrada y por eso "no parece que existan razones para convertir a Brasil en el objetivo de un ataque terrorista".
Seixas Corrêa resaltó que los ataques del 11 de septiembre y sus repercusiones hicieron que los gobiernos brasileños, tanto del presidente Fernando Henrique Cardoso como de Luiz Inácio Lula da Silva, intensificaran sus esfuerzos diplomáticos por encontrar soluciones pacíficas a los problemas internacionales. "Nosotros condenamos inmediatamente los atentados del 11 de septiembre, pero condenamos también la invasión estadounidense de Irak de 2003. Con ello quedó reiterada nuestra oposición a cualquier acción militar no autorizada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas", considera el embajador.
Convivencia pacífica
El sociólogo Onofre dos Santos Filho, profesor del departamento de relaciones internacionales de la Pontifícia Universidad Católica de Minas Gerais, sostiene que el hecho de que en Brasil no haya xenofobia hace que el país no llame la atención de las organizaciones extremistas. "Las comunidades de origen árabe conviven con normalidad y en armonía con los brasileños, sin ningún tipo de discriminación o segregación", dice.
Sin embargo, el sociólogo afirma que los atentados del 11 de septiembre provocaron algunos cambios en el comportamiento de la población brasileña. Según él, el sentimiento antiamericano creció en el país significativamente, sobre todo tras las acciones militares lideradas por Estados Unidos en Afganistán e Irak que siguieron al ataque terrorista. Un estudio llevado a cabo por el Instituto Ibope unos meses después de los atentados confirma la posición del docente, ya que más del 80% de los brasileños se declararon contrarios a la "guerra contra el terror" puesta en práctica por Estados Unidos.
Otra de las consecuencias que apunta Santos Filho es el creciente interés que despierta desde entonces en Brasil Oriente Medio. "Una campaña reciente realizada por la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) con la intención de recaudar fondos para las víctimas libanesas de los ataques israelíes fue muy bien acogida en el país. Unos años antes campañas similares habrían tendio éxito entre la población árabe", comenta el sociólogo.
Jean Charles de Menezes
El embajador brasileño en Alemania también mencionó la muerte de su compatriota Jean Charles de Menezes como otra consecuencia indirecta de los ataques del 11 de septiembre. La Policía Metropolitana londinense confundió a Menezes con un terrorista y le disparó siete tiros en la cabeza en una estación de metro de la capital británica en julio de 2005. "Ese muchacho, que se ganaba la vida honestamente en Inglaterra, fue víctima de un tipo de paranoia que domina en las fuerzas de seguridad de los países que están afectados por el terrorismo y a los que comprensiblemente les preocupa el problema", dice Seixas Corrêa.
En Estados Unidos y en muchos países europeos, esa "especie de paranoia" puede hacer que cualquier persona que no tenga el pelo rubio y los ojos azules sea vista como un sospechoso, advierte el diplomático. Lo cual, según él, puede afectar a muchos brasileños que viven o viajan en otros países, teniendo en cuenta que la mayor parte de la población brasileña no es de piel blanca.