Cada vez menos espacio para la biodiversidad en Taiwán
29 de enero de 2013
Afortunadamente, en Taiwán no hay motoniveladoras que desplacen grandes cantidades de tierra de las montañas hacia el mar para dar espacio a las construcciones. "De lo contrario, sin duda habrían muchas más áreas llenas de construcciones, plantas industriales, casas y autopistas", dice el biólogo Bruno Walther. Walther ha trabajado durante tres años en la Facultad de Medicina de Taipéi, donde enseña Ciencias del Medio Ambiente y Ecología. Aproximadamente, un cincuenta por ciento de la superficie del país es inaccesible debido a las altas cordilleras que bloquean el paso a las personas. Por ello, las montañas se han convertido en el último refugio para la flora y fauna de Taiwán.
El país cuenta con una rica biodiversidad. Esto se debe, en parte, a la abundancia de paisajes que se despliegan entre la costa y las montañas. En un abanico de ecosistemas tan amplio, desde los arrecifes de coral, tierras húmedas y bosques tropicales hasta las montañas alpinas con picos de más de 3.000 metros, todo es posible. Además, la isla se encuentra entre dos zonas climáticas: el norte es subtropical, y el sur, tropical.
Sin pérdidas, pero en peligro
La geología de Taiwán ha sido la barrera natural que protege a la flora y fauna. De ahí que no haya indicios de pérdidas aún a pesar del vertiginoso crecimiento de la industria y de la población, que se ha triplicado en los últimos 50 años. Sin embargo, la naturaleza está en peligro, afirma Walther. Su gran pasión es estudiar las especies de aves de Taiwán. Juntamente con investigadores del Instituto taiwanés de Investigación Endémica, Walther observa, cuenta y cataloga cuántas de las 589 especies de aves detectadas en diferentes partes del país aparecen en cada región.
La mayoría de las 17 especies de aves únicas en el mundo que existen solamente en Taiwán viven en las regiones montañosas. Entre las especies endémicas están el faisán mikado, cuyo hábitat se encuentra entre 1.800 y 2.500 metros de altitud, el reyezuelo taiwanés, que habita principalmente en bosques de coníferas en las montañas más altas, y el extraordinario paro de Taiwán, que habita en los bosques sobre las montañas.
Al bajar de la montaña, no obstante...
Las aves que viven en las regiones bajas se enfrentan a mayores dificultades. Si se construyeran más edificios o se llegaran a utilizar los pocos terrenos baldíos para generar energías renovables, tal como propone el Ministro de Medio Ambiente, el hábitat de algunas aves se reduciría aún más. Más del noventa por ciento de las áreas en las tierras bajas con superficie plana ya cuentan con edificaciones o son utilizadas para la agricultura. "El cultivo masivo de plantas de caña o pasto para la producción de energía destruiría aún más el hábitat de los animales, así como de las exóticas especies de codornices y de rállidas taiwanesas de pecho gris. Esto las pondría en peligro de extinción", dice el ornitólogo Walther.
Cuando el hábitat es destruido por los hombres, ni animales ni plantas logran sobrevivir. Por ejemplo, la construcción de una carretera forestal estuvo a punto de llevar a la extinción a una especie rara de helecho. "Actualmente, en toda la isla quedan solamente entre 20 y 30 plantas de esta especie endémica", dice el botánico aficionado Ralf Knapp. El año pasado, Knapp publicó un libro de más de mil páginas sobre los helechos de Taiwán ("Ferns and Fern Allies of Taiwan", “Helechos y aliados de helechos en Taiwán”). El aficionado a las plantas solamente encuentra algunos de estos helechos en sus excursiones a los bosques subtropicales alrededor de la capital, Taipéi.
Afortunadamente, ha sido posible reproducir el helecho en un laboratorio y hacerlo crecer en invernaderos. Las primeras pruebas de reintroducción al bosque han tenido éxito, por lo que ya no hay el peligro de una extinción inmediata de la especie. La mayor preocupación de los expertos en plantas es la desaparición gradual de los grandes árboles. Pese a las severas penalizaciones, los alcanforeros se cortan intencionalmente una y otra vez para que se marchiten, explica Knapp, ingeniero electrónico que se trasladó Taiwán hace 14 años. Su entusiasmo por las plantas, y el amor por su esposa y su hija han hecho del país asiático su hogar permanente.
Todo por un hongo
El alcanforero no se tala por su madera ni por vandalismo, sino a causa de un hongo que solamente crece en la madera podrida del árbol. Este hongo tiene un alto precio en el mercado, al ser muy popular en la medicina tradicional china y utilizarse en el tratamiento de casos de envenenamiento, diarrea, presión arterial alta y cáncer de hígado. Pero no solo el alcanforero es víctima de este medicamento. Knapp añade: "Con el árbol mueren plantas epifitas que viven en sinergia con el árbol, así como algunas variedades de orquídeas".
Knapp trabaja en estrecha colaboración con científicos del Instituto de Investigación Forestal de Taiwán. Allí, junto con el Instituto Taiwanés de Investigación Endémica (TESRI), fundado hace 20 años, han asumido el compromiso de preservar la abundancia de especies raras y típicas del país. Los investigadores estudian la distribución y el comportamiento de los animales y las plantas, diseñan estrategias para proteger a las especies en peligro de extinción e informan al público con exposiciones y talleres.
“El concepto de la protección medioambiental recibe cada vez mejor acogida entre la población taiwanesa”, dice Ralf Knapp. Hay un gran número de parques nacionales y santuarios de especies silvestres. Además, se han creado varias docenas de grupos ecologistas, tales como el "Taiwan Watch Institute" o la "Sociedad de Vida Silvestre" para apoyar este objetivo. Hace algún tiempo, el gobierno decidió no construir carreteras hacia las inaccesibles montañas y dejar de hacer labores de mantenimiento en los caminos ya existentes. El factor determinante no fue el medio ambiente, sino más bien la economía. La explotación forestal del país es un sector que se desploma, y por ello ya no es necesario mantener una densa red de carreteras. Esta es una buena noticia para la flora y fauna en las montañas de Taiwán. Su hábitat se mantendrá intacto.
Autora: Ulrike Gebhardt / Carolina Salinas
Editora: Lydia Aranda Barandiain