"Cada vez se requiere más cooperación"
27 de diciembre de 2013DW: Este año, varios temas de política exterior estuvieron en el foco de atención de la administración Obama. Muchos observadores tienen la impresión de que falta una estrategia general. ¿Qué piensa Ud.?
Brent Scowcroft: Creo que hoy es muy difícil tenerla. Durante la Guerra Fría, la estrategia estaba dada. Se trataba de contener al bloque soviético. Con frecuencia teníamos opiniones divergentes en asuntos tácticos, pero la estrategia estaba definida. Tras la Guerra Fría, no existe ya una estrategia prefijada. El mundo cambia rápidamente. En consecuencia, hoy en día es asunto de táctica. Lo que funciona con un país, puede no ser adecuado para otro. Buscamos una estrategia general. Quizá exista alguna, pero no la hemos encontrado.
Si se mira hacia Alemania y Europa, o hacia Israel y los países del Golfo Pérsico, se ve que por doquier hay irritación entre los aliados de Estados Unidos. ¿Cómo evalúa el manejo de la política exterior estadounidense que hace el gobierno de Obama?
Creo que Europa se encuentra en un estado que llamaría de ‘fatiga estratégica'. El siglo XX no fue benévolo con Europa. Y Europa está tan ocupada de forjar una Unión Europea, que no puede ser para Estados Unidos un aliado estrecho y dispuesto a abordar problemas lejanos.
El escándalo de la NSA ha provocado desconfianza hacia Estados Unidos. ¿Cree Ud. que ha sido acertada la forma en que el presidente Obama ha manejado el asunto?
Esto se remonta a los ataque terroristas del 11 de septiembre. Mi sensación es que la administración Bush pensó que se trataba del primero de una serie de ataques. Entonces nos encontrábamos verdaderamente en guerra y teníamos que hacer todo lo posible por proteger nuestra existencia. Eso condujo a lo que hoy vemos, como resultado del caso Snowden.
Volvamos al tema de la estrategia de política exterior estadounidense. El presidente Obama dijo en un discurso que para él era importante desplazar el acento del campo militar hacia el diplomático. ¿Cree Ud. que la diplomacia sea el nuevo núcleo de la política exterior de Washington?
Atravesamos un período en que la diplomacia parecía tan difícil y compleja que resultaba más atractivo ir derecho al grano con un poco de violencia para resolver el problema. Por ejemplo, pensábamos que debíamos deshacernos simplemente de ese pequeño dictador malévolo que era Saddam Hussein, para que hubiera democracia y todo estuviera bien. Era una idea ilusa en cuanto a la situación y nuestra capacidad de controlarla. El presidente Obama marcó un cambio de actitud. Pero es difícil reemplazar esto con algo coherente. Eso es lo que estamos intentando.
Con respecto a las negociaciones nucleares con Irán y a Siria, ¿considera que el vuelco de Obama hacia la diplomacia puede ser una estrategia exitosa?
Hay que ver las cosas en forma matizada. Pero estoy cautelosamente optimista en cuanto a Irán. Desde 1979, Irán fue siempre un problema serio para Estados Unidos, Europa y todo el Medio Oriente. Ahora tenemos una posibilidad de avanzar. Siria es un caso diferente. Es un país en que las fronteras nacionales no coinciden con las tribales. Nuestra política es por eso la correcta. Si interviniéramos en Siria, como en Irak y Afganistán, sería un problema. No podemos resolverlo por nosotros mismos. La mejor opción en Siria es que Estados Unidos y Rusia colaboren para lograr una tregua y un cambio de escenario: del campo de batalla a la mesa de negociaciones.
Esa podría ser una tendencia general. ¿Anuncian estas diligencias diplomáticas el término del período post 11 de septiembre?
No sé si lo anuncian. Pero debemos aproximarnos a los problemas con sus correspondientes peculiaridades y no con una política predefinida. Cada vez son más los asuntos que requieren cooperación. Y más importante aún resulta la comunicación. La comunidad intelectual es más amplia y tiene mayor alcance de lo que se podría imaginar. Y esto influye en la política.
¿Qué papel podrían tener Alemania y Europa en este contexto?
Un ejemplo es la operación en Libia. Teníamos una resolución de la ONU que permitía el uso de la fuerza para proteger a los civiles. Encomendamos la tarea a la OTAN para cumplir ese objetivo. Y pedimos apoyo a la Liga Árabe. Para mí, esto es algo en lo que la alianza atlántica puede ser de gran ayuda, como nunca antes.