Carlos y Camilla: ♪somos novios♪
10 de febrero de 2005La noticia desplazó al mismísimo Kim Yong Il de los noticieros del mediodía, con bomba atómica y todo. Al fin y al cabo, los avances nucleares norcoreanos eran vox populi desde hace tiempo. En cambio, fue una sorpresa de marca mayor que la reina de Inglaterra diera su brazo a torcer, accediendo por fin a que su primogénito desposara a Camilla, y hasta el premier británico, Tony Blair, tomó la palabra para ofrecer públicamente sus parabienes.
Si esto ocurre en el campo político, cuanto mayor no será el remezón en el de la prensa rosa. Carolina de Mónaco, Mette Marit y Máxima deben estar temblando ante el síndrome de abstinencia de publicidad que amenaza con recorrer las cortes europeas, porque no habrá revista femenina que no reserve su portada única y exclusivamente a la novia del año: Camilla Parker Bowles. No importa que no sea la más joven ni la más hermosa, y ni siquiera que jamás llegue a convertirse en reina: su príncipe, Carlos, sólo tiene corazón para ella. Y hasta las más viperinas lenguas, de esas que suelen ejercitarse en las peluquerías del mundo entero, tendrán que reconocer que la historia tiene algo de enternecedora.
El amor y la corona
En Europa, donde muchos se toman los asuntos de la monarquía muy en serio, no faltará quienes vean nuevamente un peligro para el trono británico. Sobre todo porque Camilla no es precisamente la figura más popular entre la población, que aún recuerda con cariño a la fallecida Lady Di. Quizá por eso, la oficina de Carlos aclaró rápidamente que, aunque éste llegue un día a ser coronado -cosa que a estas alturas nadie se atreve a asegurar- su futura esposa no ostentará el título de reina. Tendrá que conformarse con el de “princesa consorte”, que suena raro aunque se lo utilice desde hace décadas en su versión masculina para Felipe de Edimburgo.
Más no podía pedir una mujer divorciada, menos aún en el reino británico, donde ya un monarca renunció a la corona por amor: el caso de Eduardo VIII, que en 1936 abdicó para casarse con Wallis Simpson, sigue presente en la memoria colectiva, entre otras cosas porque inspiró más de una película. En esa ocasión fue el abuelo de Carlos, Jorge VI, quien rescató a la monarquía.
La opinión de los súbditos
Pero los tiempos han cambiado, también en el palacio de Buckingham. Hoy muchos piensan que el príncipe heredero tiene derecho a hacer lo que quiera con su vida personal y reconocen el mérito haber mantenido por más de tres décadas el amor a una misma mujer, aunque haya habido otro matrimonio de por medio. Una encuesta reveló, el año pasado, que el 32% de la población está a favor del matrimonio de Carlos y Camilla, mientras el 29% se opone. Según el Instituto Populus, autor del sondeo, el 38% de los entrevistados dijo que el tema no le interesaba. Y esos sí que son un riesgo para la monarqAuía, porque no hay peor peligro para ella que la indiferencia de los súbditos.