Chile vuelve a intentar cambiar la Constitución de Pinochet
6 de marzo de 2023El proceso de creación de una nueva Constitución se inició en Chile luego del estallido social de octubre de 2019. En ese momento, la conformación de una convención constituyente que redactara la nueva Carta Magna fue la salida que se encontró para calmar un levantamiento social histórico en el país de sudamericano.
Pero el texto elaborado fue ampliamente rechazado en la votación del 4 de septiembre de 2022. En ese borrador, se abarcaban temas como la plurinacionalidad, la legalidad del aborto, la protección medioambiental y otro conjunto de reivindicaciones que generaron polémica y terminaron con el fracaso de este primer intento por sepultar la actual Constitución, que fue redactada en 1980, durante la dictadura de Augusto Pinochet, y que consagra el sistema neoliberal.
Luego de ese fiasco, las fuerzas políticas de Chile acordaron reiniciar el proceso, en el entendido de que, aunque el primer borrador hubiese sido rechazado, se continuaría trabajando por una nueva Constitución. Ese pacto estableció la creación de una comisión experta, compuesta por 24 representantes de las fuerzas políticas presentes tanto en el Senado como en la Cámara Baja del Congreso.
El grupo de expertos paritario quedó conformado por juristas de entre 36 y 75 años. Ellos serán los encargados de escribir un anteproyecto, sobre el que deberá trabajar el consejo constitucional, que contará a su vez con 50 representantes elegidos de forma paritaria por la ciudadanía el próximo 7 de mayo. Estos últimos deberán entregar en noviembre el borrador de la nueva Constitución, que será sometido a plebiscito en diciembre.
Pero además de los expertos designados, el Legislativo también nombró 14 árbitros, en lo que se denominó como Comité Técnico de Admisibilidad, que mediarán cuando no se llegue a consenso en el proceso de redacción.
Falta de interés
Las diferencias con el primer proceso son evidentes, principalmente en lo que respecta a la participación de los políticos. La primera vez se optó por dejar todo en manos de la ciudadanía, que se inclinó por independientes de izquierda, mientras que ahora cobran protagonismo los partidos.
"Es difícil decir si los actores políticos lo han hecho bien o mal en este segundo proceso. En ese sentido, yo creo que el tema de los expertos pone un poco en riesgo el nuevo proceso porque, al ser elegidos por el Parlamento, se optó por una representatividad indirecta", dice a DW Cristóbal Bellolio, doctor en filosofía política del University College de Londres.
Por esta razón, en esta etapa, la ciudadanía no se ha mostrado particularmente interesada. De hecho, en algunas encuestas como la de Pulso Ciudadano, el desinterés por este segundo intento supera el 50 por ciento. "Será difícil que la gente se entusiasme con este nuevo proceso porque lo ven como algo de los políticos. Hasta los expertos están políticamente identificados. Entonces, me cuesta creer que la gente le tenga confianza a un proceso dirigido y protagonizado por la misma clase política que dice detestar. Habrá que ver si los miembros que se elijan para el consejo pueden cambiar esta percepción", apunta Bellolio.
Francisco Soto, abogado y miembro del comité de expertos, es consciente del sentir ciudadano y explica a DW que "esta fórmula, claramente, no es vista con una legitimidad de origen, y nos obliga a construir una legitimidad de ejercicio, que se basaría en una propuesta que logre generar un gran consenso, que sea validada por un órgano representativo y termine siendo aprobada en un plebiscito".
Receta para el éxito
Aunque no está claro cómo se puede asegurar el éxito del proceso, sí se puede aprender de lo ocurrido con el primer borrador. Bellolio destaca que "lo que debe ocurrir ahora es que exista conciencia de que hacer una Constitución no es un partido que tengas que ganar, sino uno que tiene que reflejar un acuerdo lo más transversal posible, y eso hace que no pueda ser sectario ni partisano".
"Las constituciones hay que hacerlas pensando en lo que los países son. Es fundamental que sea el acuerdo básico de una sociedad políticamente diversa. No tienes para qué abanderizar la Constitución, ese creo que fue el gran error de la Constitución de Pinochet. La izquierda durante años alegó, y con razón, que era una Constitución que impedía que otro sector realizara su programa al gobernar, y bueno, cuando la izquierda tuvo la mayoría, hizo exactamente lo mismo", agrega el académico de la Universidad Adolfo Ibáñez.
En ese mismo sentido, Francisco Soto explica que "las constituciones pueden escribirse de dos maneras: por imposición o por identificación de puntos de encuentro entre los distintos grupos, que cobren sentido en la ciudadanía". Para el representante del progresista Partido Por la Democracia (PPD), está claro que "identificar puntos de encuentro será nuestro trabajo y eso puede articular un texto que le de sentido al pueblo descreído hasta este momento".
(rml)