Herbin Hoyos: “La de Colombia es una guerra que le conviene a muchos”
31 de mayo de 2014Deutsche Welle: Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cumplen medio siglo... ¿Cuántos años más calcula usted que le quedan?
Herbin Hoyos: Yo creo que eso depende de cómo manejen las negociaciones de paz en Cuba. Si las FARC dialogan con el Gobierno colombiano y responden a las preguntas del país –¿qué lograron con tantas víctimas, qué hicieron con los secuestrados, dónde están los desaparecidos?–, yo estoy seguro de que las víctimas estarán dispuestas a concederles el perdón. El tema de la justicia pendiente es otra cosa, un asunto que deben resolver junto con el Estado. Si esa condición se cumple, es muy probable que las FARC puedan dejar a un lado las armas y participar activamente en la política nacional. De lo contrario, si se rompe el diálogo, puede que volvamos de nuevo al conflicto armado.
¿Cómo surgió la idea de producir un programa radial como ‘Las voces del secuestro’, que le permite a muchos oyentes enviarle mensajes a sus familiares secuestrados por la guerrilla?
Esa idea surgió en 1994, cuando fui secuestrado por las FARC. Unos guerrilleros me sacaron de los estudios de Radio Caracol y me metieron en un auto que estuvo rodando cinco horas. Tras diecisiete días caminando por la selva, me rescató el Ejército colombiano. Estando secuestrado, vi a un cautivo que estaba amarrado a un árbol con una cadena de hierro; él me preguntó: ‘¿Por qué ustedes los periodistas no hacen nada por nosotros, los secuestrados? Imagínese qué alegría me daría si mis hijos y mi esposa me hablaran por la radio…’. Yo le dije: ‘Si yo salgo de aquí, voy a hacer lo que usted me ha dicho’.
Llevo veinte años cumpliendo esa promesa, realizando este programa que aviva la esperanza del secuestrado, que le da fortaleza para seguir resistiendo hasta ser liberado, pese a todo. Porque cuando uno está secuestrado, es como si uno muriera cada minuto, cada segundo. Tener fe es muy difícil bajo esas circunstancias. Este no es un programa periodístico, aunque hacemos investigaciones y denuncias; es un programa terapéutico, catártico.
Después de tantos años escuchando a los familiares de los secuestrados por las FARC, ¿qué historia le ha impactado más, cuál recuerda con mayor emotividad?
Por el programa han pasado más de dieciocho mil secuestrados y yo he podido darle el abrazo de la libertad a 11.065. Son ellos los que me buscan, los que llegan al estudio para decirme: ‘Fue gracias a usted y a su programa que no me quité la vida mientras estuve secuestrado’. Pero una historia que sobresale es la de un hombre que intentó suicidarse más de cinco veces. Un buen día, un guerrillero le dijo: ‘Mire, a usted lo que le hace falta es esto’. El guerrillero le dio un radio y eso le permitió escuchar las voces de su esposa y de sus hijos en el programa, justo cuando él pensaba que lo habían olvidado.
También podría destacar las palabras de Ingrid Betancourt. Cuando la rescataron, dijo que pensó en suicidarse muchas veces, pero que nunca lo intentó porque siempre quería escuchar a su madre en ‘Las voces del secuestro’. ‘Las voces del secuestro’ es el único programa en el mundo que realmente puede decir que tiene una audiencia cautiva.
Como periodista, usted ha cubierto muchos conflictos armados, desde Bosnia-Herzegovina hasta Sierra Leona. ¿Es el conflicto colombiano una guerra como aquellas?
Yo he sido testigo de dieciséis conflictos internacionales. Estuve en Irak, Ruanda, Angola, Palestina; en Chechenia fui torturado, en Paquistán me iban a fusilar… La guerra de Colombia es muy distinta a las demás porque en los otros lugares donde estuve hay enfrentamientos entre pueblos, etnias, ideologías, costumbres, religiones y culturas distintas. La de Colombia es una guerra entre hermanos. Nos estamos matando los unos a los otros. ¿Por qué? Porque en Colombia hay dos elementos que mantienen viva a la guerra: el narcotráfico y el dinero.
Aquí son muchos los que se enriquecen con esta guerra y a los que les interesa que se mantenga. Y están en ambos bandos: en la guerrilla, con el narcotráfico; en las esferas del poder, con la venta de armas; en las empresas de seguridad, con las ventas de coches blindados y chalecos antibalas... Lo que se mueve en Colombia es un gran mercado de la protección, de la seguridad. Es uno de los países más militarizados del mundo, probablemente tenemos el Ejército de Tierra más sofisticado del continente y eso es mucho lo que significa en dinero, en millones de dólares. Así que es una guerra que a muchos les conviene y en la que nadie reclama a los muertos.
Usted no se define como un hombre de izquierdas, ni de derechas ni de centro, sino como ‘defensor de la libertad’. ¿Eso le granjea muchos enemigos?
Políticamente, no sigo a nadie dentro de una ideología. Yo soy un demócrata y creo que la mejor política de los pueblos debe ser la defensa de las libertades y de los derechos. Como periodista, yo los investigo y los denuncio a todos. Yo no tengo consideración con ninguno al hacer mis pesquisas. He enviado a la cárcel a gente de todos los sectores.
¿Quién cree usted que va a ganar la segunda vuelta de las elecciones y qué influencia tendrá el resultado de las elecciones sobre las negociaciones con las FARC?
Lo más probable es que el país termine eligiendo a Óscar Iván Zuluaga. ¿Y qué puede pasar si gana Óscar Iván Zuluaga? Es posible que las FARC se levanten de la mesa de diálogo en Cuba. También puede ser que Zuluaga ceda en sus pretensiones políticas, mantenga las negociaciones y exija que se firme un acuerdo de paz. Eso sería muy beneficioso para Colombia.
El célebre estratega militar y filósofo chino Sun Tzu decía que siempre debemos dejar una vía de escape al enemigo. De no hacerlo, obligamos al enemigo a luchar hasta la muerte. ¿Es eso lo que se está haciendo en la mesa de negociaciones, abriéndole a las FARC una vía de escape?
Sí, la teoría de la negociación prevé que las dos partes deben ceder. Y, en este caso, las dos partes tendrán que hacer concesiones. El problema es que la guerrilla no quiere hacerlo en algo que sería tan sencillo para ellos como revelar el paradero de las víctimas. Ese es el punto más débil de esta negociación. Sabemos que el Gobierno está cediendo muchísimo a cambio de que las FARC se mantengan sentadas en la mesa de negociación. Vamos a ver hasta dónde llega el Gobierno y hasta cuándo los terroristas de las FARC seguirán secuestrando, traficando drogas y cometiendo crímenes.