Colombia: una pedagogía para la memoria y la paz
2 de junio de 2023"Es mucha la historia que debemos entender para que no vuelva a pasar", dice a DW la estudiante Alina Díaz, de 16 años.
"Si tu conoces la historia, los vejámenes que se cometieron durante el conflicto armado en nuestro país, creo que vas a desarrollar cierto repudio, cierto hasta asco frente a las barbaries que se cometieron en los campos de todo el país. Un país que, de norte a sur y de Oriente a Occidente, fue golpeado por la violencia, y todos vimos sus efectos", se explaya Gabriel Ángel, del mismo curso.
Son las voces de los alumnos de Francisco Torres León "Puente Amarillo", un colegio ubicado en el departamento del Meta, en el corazón de Colombia, y que se ha convertido en una experiencia modelo en el tratamiento del conflicto armado en las escuelas del país.
"Meta fue uno de los departamentos más golpeados por la violencia", contextualiza la directora de la institución, Ana Beatriz Rintá, en entrevista con DW.
Pero lejos de quedarse de brazos cruzados, en el colegio se propusieron "transformar las ciencias sociales pasivas, verticales, por algo más dialógico, con más sentido", explica la docente.
Un recorrido histórico-pedagógico
Se trata de un "currículo en contexto", puntualiza Jhon Cuervo, coordinador del área de ciencias sociales con énfasis en formación político-ciudadana, con el objetivo de "desaprender la guerra y aprender la paz".
Es así que desde la institución crearon el "Centro de Memoria Histórica Matapita": "Lo llamamos Matapita, término sikuani, que significa 'sé el primero en hacer algo', pues consideramos que somos el primer colegio en el departamento que se puso en la tarea de reflexionar sobre el pasado desde la perspectiva de la memoria histórica", sostiene Cuervo, explicando la expresión de un pueblo originario de los Llanos del Orinoco.
El Centro, con los trabajos que han venido realizando sobre la temática, está dedicado "a todos los niños y niñas de nuestro colegio, desde el preescolar", consigna el maestro, y, "por supuesto, también está abierto a toda la comunidad".
Allí hay murales, poemas, escritos, reflexiones y objetos, testigos de la historia y facilitadores de la reflexión. Todo, bajo el lema elaborado por los estudiantes para abordar la temática: "Yo pienso, yo transformo, yo hago historia".
"Aprendemos de la historia de nuestro país, de nuestro entorno y lo traspasamos acá", resume el estudiante Daniel Esteban Moreno Álvarez.
Desacostumbrarse a la violencia
"Quisimos hacer una línea de tiempo", cuenta a DW el joven Brian Cubides, "pero no nos alcanzó el espacio para poner todas las masacres que tuvieron lugar en el país", rememora, "Ese detalle nos hizo caer en cuenta de cuántas eran", reflexiona.
"Me acuerdo, cuando era pequeño, todos decían 'mataron a fulanito, a tal otro', masacre aquí, muertos allá. No era raro. Es como que uno se acostumbra a la violencia, y eso es horrible", recuerda Cubides."Pero este trabajo me hizo ver la magnitud de la violencia y de las masacres a lo largo de Colombia", asegura.
"No son solo una fecha y un nombre, son sucesos del conflicto armado, hay mucha historia detrás. Saber todo lo que había detrás de eso, es en verdad lo que nos impresionó", apunta, por su parte, su compañera de curso Alina Díaz. "Son víctimas, que podrían ser familiares y podríamos ser nosotros mismos", completa.
Las aulas como espacios de memoria y enseñanza crítica
"La escuela está llamada a desempeñar un rol importante en la reconstrucción del tejido social a partir de la dignificación de las víctimas, así como en la promoción de comprensiones matizadas y complejas sobre el pasado, que puedan debatirse democráticamente y que nos ayuden a entender y explicar lo sucedido", sostiene la Red de Maestras y Maestros por la Memoria y la Paz, en la publicación del Centro Nacional de Memoria Histórica "Recorridos de la memoria histórica en la escuela".
"Se trata de una memoria crítica capaz de cuestionar por qué pasó lo que pasó, las condiciones que llevaron a que eso sucediera y quiénes fueron los perpetradores", agrega la Red.
"Nos enseñaron que la historia la hacían las demás personas, los héroes, pero no se empoderaba al ser humano como agente de transformación", resalta la directora de "Puente Amarillo", "pero el estudiante puede hacer su propia paz, en su colegio, en su familia, en su comunidad", asegura.
"Desde el colegio, no se puede hacer la paz de Colombia, pero la suma de los puntos de las paces que se hacen en los colegios, aspiramos a que forme la paz", concluye Rintá esperanzada, "y que estos jóvenes lleven un nuevo imaginario, una nueva vida, un nuevo chip, que rompa la cadena de la violencia".
(rml)