Combinación de vacunas: ¿también con las chinas?
24 de mayo de 2021El Instituto de Salud Carlos III de España e investigadores de la Universidad de Oxford difundieron la semana pasada datos preliminares de ensayos que demuestran que la combinación de vacunas de distintos fabricantes es segura y eficaz: administrar una segunda dosis del fármaco de Pfizer/BioNTech a quienes ya habían recibido otra dosis de AstraZeneca protege de COVID-19 sin efectos secundarios de importancia.
La demora en producción y entrega de dosis de vacunas contra el SARS-CoV-2, así como las complicaciones con AstraZeneca, han hecho que se desarrollen diferentes estrategias para poder inmunizar a la población lo antes posible con las vacunas disponibles.
En algunos países de América Latina se postergó la aplicación de la segunda dosis para vacunar a más personas con la primera. ¿Son estos nuevos estudios una buena noticia para la región, que está utilizando en su mayoría las vacunas de las farmacéuticas chinas Sinopharm, Sinovac o CanSino? En una nueva entrevista, el virólogo Felix Drexler nos comenta al respecto.
DW: Dr. Drexler, según estudios preliminares, la combinación de vacunas contra COVID-19 daría una potente respuesta inmunitaria. ¿Qué se sabe hasta ahora y cuán confiables son esos datos?
Felix Drexler: Son datos bastante alentadores y muy confiables, similares a los de estudios anteriores. Los anticuerpos que se produjeron en las personas serían siete veces más altos que con dos dosis de la misma vacuna. Esto no quiere decir que la vacuna de AstraZeneca no sea eficaz. Se supone que la principal razón es que AstraZeneca usa el mismo adenovirus en las dos dosis. Entonces probablemente la inmunidad que un individuo desarrolla como consecuencia de la primera dosis disminuye con la segunda.
Esta también sería una de las razones por la cual con la segunda dosis de AstraZeneca hay menos efectos secundarios. Los datos revelan que solo 2,5% de los inoculados con vacunas diferentes tuvieron fiebre y ninguno tuvo que ser tratado en un hospital. Los mayores de 50 años tuvieron dolores de cabeza y escalofríos, pero ninguno tuvo síntomas severos.
En muchos países de América Latina se están aplicando mayoritariamente las vacunas chinas, que usan una tecnología clásica. ¿Sería factible combinar también estas vacunas con las de ARN mensajero?
Sería absolutamente factible, pero el problema de América Latina es otro: cómo conseguir dosis suficientes de las vacunas de última generación de ARN mensajero o las vectorizadas. La gran mayoría de los países de la región están sin alternativas porque el mercado no les ofreció otras vacunas. Las vacunas chinas tienen, probablemente, una eficacia más baja que las mencionadas, pero siguen siendo buenas.
No sorprende que sea así porque se sabe que este tipo de vacunas clásicas, que son producidas cultivando el virus y desactivándolo a través de un químico, tienen una capacidad más reducida de inducir una respuesta inmune que las otras. Seguramente ya se están haciendo estudios para poder combinar estas vacunas.
¿Por qué cree usted que Chile, a pesar de haber vacunado a más de la mitad de su población con la vacuna de Sinovac, no consigue controlar los contagios como Israel? ¿Por qué son tan distintos los resultados vistos en China con esa vacuna?
Las vacunas chinas son menos eficaces, particularmente, en disminuir el contagio del virus. Las personas se pueden volver a infectar fácilmente y transmitir el virus. Sin embargo, estas vacunas tienen un efecto importante en evitar casos graves de COVID-19.
Que los datos sean distintos a los de China no solo depende de la vacuna, sino de varios factores, sobre todo del comportamiento de la población. Por ejemplo, el uso de mascarilla en China ya antes del COVID-19 era muy común debido a otras enfermedades. El comportamiento comunitario de los chinos podría haber contribuido a controlar el contagio, pues es un sistema político y cultural bastante distinto al europeo o latinoamericano.
Esto hace diferenciarlas entre vacunas de primera y segunda generación...
La idea de producir una vacuna del modo más tradicional posible, como lo hicimos hace 100 años, de cultivar el virus y desactivarlo con químicos, no es una mala idea: es barato, relativamente fácil, no requiere una tecnología muy avanzada y las vacunas son relativamente estables. Todo esto favorece su uso en los países de recursos limitados y tropicales. El problema con las de ARN mensajero es quién las produce en suficiente cantidad y cómo se distribuyen en una América Latina desigual y con una pobre infraestructura. Aquí, el acceso, la disponibilidad y el precio han sido determinantes.
¿Se tienen que resignar los países más pobres, como los latinoamericanos, a recibir las vacunas de tecnología clásica mientras los países más ricos tienen las de primera generación?
No sería tan sorprendente, porque los países más ricos tienen una mejor estructura y tecnología en sus territorios. La producción se efectúa en estos países. El acceso es mucho más fácil en comparación con América Latina, que no tiene aún una fábrica de producción propia, aparte de los recientes avances que hay para producir la vacuna de AstraZeneca en Brasil, la Sputnik V en Argentina o los ensayos de la vacuna cubana.
Por otro lado, los expertos creen que sería necesaria una tercera dosis de refuerzo para mantenerse protegido. En el caso de los que se vacunan con la estadounidense de Johnson & Johnson o la de la farmacéutica china CanSino, de una sola dosis, podrían recibir otras vacunas de refuerzo?
Seguramente no habría ningún problema. Tal vez sea incluso más favorable cambiar de vacuna para evitar que la inmunogenicidad (eficacia) con la segunda dosis de la misma vacuna sea reducida. También es importante ver si hasta que tengamos que aplicarnos la dosis de refuerzo ya contamos con vacunas que funcionan contra las mutaciones. Los estudios al respecto siguen su curso.
(rr)