Comentario: fraternidad contra el antisemitismo
7 de diciembre de 2014
En 1994 y 1995 entrevisté en Francia a un hombre de 80 años que había sobrevivido al Holocausto. Por temor a que alguien en Alemania lo fuera a identificar y a atacar por su religión judía, me pidió que no publicara su verdadero nombre. El anciano, que ya falleció, solo se sentía seguro en su pequeño departamento en París. Sin embargo, hoy día, veinte años más tarde, dudo que se seguiría sintiendo tan seguro en la capital francesa. El antisemitismo en Francia se extiende como el cáncer, y la sociedad está tan dividida que ya no puede haber una solución fácil a este problema.
Ahora incluso muchos políticos admiten que el antisemitismo francés no se limita a un pequeño grupo de locos; creer eso sería un autoengaño. Un reciente estudio del instituto demoscópico francés IFOP revela datos alarmantes: un 25 por ciento de los encuestados cree que “los judíos tienen demasiado poder en los ámbitos económico y financiero”. Este porcentaje es aún mucho mayor entre musulmanes y miembros de partidos de la extrema derecha, sobre todo del Frente Nacional.
Si un tumor maligno de este tipo se propaga en la sociedad, la política debe aplicar todas las medidas que tenga a su disposición: en las instituciones educativas, a través de los medios y con incentivos financieros, por ejemplo, para proyectos que fomenten la tolerancia. No obstante, en primer lugar, lo más importante es que Francia logre solucionar sus problemas económicos. Si gran parte de la sociedad no careciera de perspectivas económicas, no habría tierra fértil para el creciente antisemitismo.
¡Fraternidad!
Bajo estas condiciones, tampoco es casualidad que, en términos absolutos, la mayoría de los yihadistas procedentes de la Unión Europea (llamados "combatientes extranjeros") vengan de Francia. Los problemas sociales del país son el resultado de un cóctel explosivo de diferentes ingredientes que se mezcló hace décadas: una mala planificación urbana que marginó a los inmigrantes del norte de África en guetos, una política social inadecuada con la consecuente falta de oportunidades para las capas más pobres de la sociedad, así como una política industrial que hizo que la economía francesa cayera en la insignificancia.
Ahora los franceses deben mirar hacia adelante. Unidos deberán darle un nuevo significado a la fraternidad del famoso y tan citado lema de la Revolución Francesa: “Libertad, Igualdad, Fraternidad”. Todos los partidos moderados, los sindicatos, la enorme red de asociaciones sin fines de lucro, los famosos, los representantes de las diferentes religiones -incluso del islam- deberán remar en la misma dirección. De lo contrario, el cáncer del antisemitismo seguirá creciendo.