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Venta de armas: ¿Más ganancias propias que seguridad?

Janelle Dumalaon
7 de abril de 2022

La exportación de armas es un negocio multimillonario como ningún otro. ¿En qué medida la exportación de armas tiene que ver más con ganancias que con la seguridad?

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Milicianos hutíes celebran un ataque contra chiítas. Aquí, cerca de Aden, Yemen
Milicianos hutíes celebran un ataque contra chiítas. Aquí, cerca de Aden, YemenImagen: picture-alliance/AP Photo/W. Qubady

Algunos argumentan que el comercio de armas es esencial para la seguridad de los países en un mundo peligroso e incierto. Una quinta parte de los niños del mundo viven ahora mismo en lugares con conflictos armados activos. Mientras la guerra hace estragos en Ucrania, la necesidad urgente de armas del país es innegable. Pero, ¿hace el comercio mundial de armas el mundo sea más seguro, o más peligroso?

Los gobiernos destinan fortunas a la defensa y los gastos militares. En 2020 se gastaron algo menos de 2 billones de dólares en todo el mundo. Sin embargo, no todos los países fabrican sus propias armas y tecnología militar. O bien se las compran a otros países, o bien reciben armas en forma de ayuda militar. Por lo general, estos acuerdos se conocen como transferencias de armas.

Venta de armas con la licencia de los Gobiernos

"Las transferencias de armas, al menos tal y como las define el SIPRI, son las que se hacen entre Estados y la transferencia puede ser tanto comercio en el sentido económico de la palabra, o un regalo. De ahí que no hablemos de un comercio per se, sino que nos refiramos a la transferencia", dice a DW TV Pieter Wezeman.

Cuando hablamos del comercio de armas, solemos referirnos a los países y no a las empresas, porque el sector está extremadamente controlado y regulado por los gobiernos.

"Las empresas venden armas, por lo general no las regalan. Lo hacen con una licencia de sus respectivos gobiernos. Así que, en ese sentido, todo el comercio de armas o las transferencias de armas están controladas por el Estado", explica Wezeman.

Un sector lucrativo para todos en la cadena de ventas. En 2020, las 100 principales empresas de producción de armas y servicios militares registraron unas ventas combinadas de 531.000 millones de dólares. Eso incluye las ventas nacionales, dentro del país de origen.

Pero gran parte de las ventas del sector se realizan a través de transferencias de armas a otros países. El Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI) dice que el monto del comercio mundial de armas fue de al menos 118.000 millones de dólares en 2019.

Entre 2016 y 2020, los cinco miembros permanentes del consejo de seguridad de la ONU -Estados Unidos, Rusia, Francia, China y Reino Unido- exportaron casi el 80% de todas las armas vendidas en el mundo junto con Alemania. Pero hay un país que sobresale por encima de todos los demás en lo que respecta a la exportación de armas y tecnología militar: Estados Unidos. En los cinco años que van de 2016 a 2020, Estados Unidos acaparó el 37% de todas las exportaciones de armas.

Las mayores empresas de armas son de Estados Unidos

No es de extrañar, pues, que las cinco primeras empresas productoras de armas del mundo por ventas sean todas estadounidenses: Lockheed Martin, Raytheon, Boeing, Northrop Grumman y General Dynamics. Y en 2022, el negocio es fuerte.

¿Lleva la influencia de las empresas de defensa a la producción de más armas y, por tanto, a más conflictos en el mundo? A algunos expertos no les gusta verlo así de simple. Pero otros son más críticos sobre cómo las motivaciones del sector de la defensa pueden influir en la política exterior.

 "Sin duda, es parte del problema en muchos casos. Se trata de acuerdos negociados por los gobiernos para las industrias que se complementan de diversas maneras debido a su sector manufacturero por esos mismos gobiernos, y de los que los gobiernos se benefician tanto directa como indirectamente en términos de creación de empleo, impuestos y varias otras cosas", dice Samantha Nutt.

Con su trabajo en la organización humanitaria War Child, Samantha Nutt ha apuntado a cambiar el funcionamiento del comercio de armas. Por ejemplo, exigiendo más transparencia en las transferencias de armas y mucho más gasto humanitario para contrarrestar sus efectos.

"La falta de transparencia es uno de los mayores impedimentos tanto para responsabilizar a esas empresas como para responsabilizar a nuestros propios gobiernos", concluye Samantha Nutt.

DW le pidió a varias empresas de defensa estadounidenses y europeas su opinion sobre el tema, pero ninguna estuvo disponible para una entrevista. Solo la Asociación de Industrias Aeroespaciales y de Defensa de Europa (ASD) nos envió una declaración.

A la pregunta de si las empresas de defensa se benefician excesivamente de los conflictos en el mundo, la ASD dijo: "La principal misión de nuestra industria es ayudar a proteger la paz y la estabilidad en Europa. La libertad y la democracia no pueden darse por hecho. Tienen enemigos y, como ha demostrado la historia, estos enemigos a veces no tienen escrúpulos para hacer uso de la fuerza".

Ukraine Krieg I zerstörtes Krankenhaus in Volnovakha
Un bebé es rescatado de un hospital impactado por misiles rusos en Volnovakha, Ucrania. Imagen del 13 de marzo de 2022 Imagen: Maksim Blinov/SNA/IMAGO

¿Si se gasta en armas, por qué no invertir en la gente?

Cada día, las guerras de Yemen y Ucrania nos recuerdan los terribles efectos de los conflictos en la población civil.

Los antibelicistas y activistas humanitarios se centran a menudo en el papel que desempeña el comercio de armas en el fomento y la prolongación de los conflictos, argumentando que las armas vendidas originalmente con propósitos aparentemente legítimos de defensa o seguridad terminan inevitablemente sirviendo para otros fines.

Las organizaciones humanitarias que piden un cambio en el comercio de armas afirman que uno de los mayores retos es convencer a los gobiernos de que gasten menos en sus ejércitos y más en ayuda humanitaria, a largo plazo, para poner fin a los ciclos de violencia en los países desgarrados por la guerra.

"Es una gran hipocresía", concluye Samantha Nutt, "porque los países que más se benefician de la persistencia de la violencia armada en el mundo son también los que menos se comprometen financieramente en la búsqueda soluciones pacíficas y sostenibles a través de la erradicación de la pobreza, de la reducción de la desigualdad global de ingresos y de cosas como la ayuda humanitaria".

(jov/ers)