Consenso para transformar Guatemala

Alvaro Colom, sobrino del carismático líder de izquierda y ex alcalde de Ciudad de Guatemala, Manuel Colom, será el próximo presidente de Guatemala al ganar en la segunda vuelta un 52.76% de los votos. Es la tercera vez que el socialdemócrata de 56 años, ingeniero industrial de profesión, postula su candidatura para las elecciones presidenciales. Egresado de la Universidad estatal de San Carlos, caracterizada por su firme oposición a los gobiernos militares que se sucedieron desde 1954 hasta 1986, cuando se reestableció la democracia, tuvo paradójicamente como contrincante en la segunda ronda a un general retirado, Otto Pérez Molina. DW-WORLD habló con uno de los académicos más renombrados en Alemania especialista en Latinoamérica, Günther Maihold, actualmente subdirector del Instituto Alemán para la Política Internacional y de Seguridad (Stiftung Wissenschaft und Politik) con sede en Berlín.

Profesor Maihold, ¿que le espera a Alvaro Colom?

Tendrá que buscar los fundamentos y los consensos necesarios para iniciar un proceso de transformación profunda en Guatemala. Esto es una condición que ha impedido también a los gobiernos anteriores asumir esta tarea porque el país está altamente dividido. A Colom le hace falta una mayoría del parlamento. Su partido solamente tiene el 28%, de manera que tiene que construir una alianza, un modelo de cooperación para poder hacer efectivas sus medidas de gobierno. Segundo, el país está ampliamente dividido, eso lo demostraron las elecciones del domingo pasado, en el sentido de que él ganó todos los departamentos menos la ciudad de Guatemala. Esto es un problema estructural que está sufriendo el país, que hay una capital que está haciendo gobierno contra el resto. Ahora tenemos un gobernante que tiene su legitimación desde la provincia, por decirlo así. Y esto va a impactar sobre la capital en donde los grandes retos son lógicamente la criminalidad, los temas urbanos, los grupos sociales establecidos y no el movimiento amplio de indígenas mayas.

Cómo es percibido Guatemala en Alemania. Un país con un conflicto armado que duró 36 años y que ha dejado profundas heridas. En aquel entonces Alemania ponía una gran atención, ¿cómo es la situación ahora?

Guatemala es un país que no ha hecho su tarea. Tareas que se pueden deducir de los acuerdos de paz. Sigue abierto el tema de los derechos humanos, de buscar un nuevo consenso nacional, de integrar a la población maya en la sociedad y este es el gran reto que hasta ahora no se ha podido llevar a cabo. Por lo tanto, aparte de la gran simpatía que siempre ha existido por el país, el balance político sigue siendo muy preocupante y con muchas deficiencias.

En cuanto a política económica ¿que le recomendaría usted al nuevo presidente?

El nuevo presidente va a tener que cumplir sus propias promesas, es decir, generar empleo. Porque él ha dicho claramente en su análisis que la pobreza es la causante de la violencia y que por lo tanto su tarea es generar más empleo. Si lograra este cometido a través de una reactivación de la economía, de un mayor valor agregado en los procesos productivos del país, esto sería un gran paso para Guatemala. Para eso necesita de la colaboración de los grupos de poder y son justamente aquellos que han rechazado en el pasado pagar un nivel aceptable de impuestos, que se traduce en pocos ingresos y un presupuesto público que no ha permitido una apertura de la sociedad hacia los indígenas. Ahí está el gran peligro. Ese el gran problema que cualquier gobernante en Guatemala tendrá que enfrentar.

¿Hay algo que pueda hacer la Unión Europea en este sentido?

Seguramente en el caso de Guatemala, donde la comunidad internacional ha jugado un papel importante en el proceso de paz, donde también el gobierno saliente ha convocado a una comisión internacional para analizar los temas de la violencia, es esencial que se apoye estos procesos que pongan cierta presión sobre los gobiernos pero también sobre los grupos de poder en el país.