Contra el sufrimiento de las mujeres del Congo
26 de noviembre de 2014Deutsche Welle: Señor Mukwege, ¿qué significa para usted recibir el premio Sájarov?
Denis Mukwege: Tanto para mí como para mis colegas tiene un gran significado. Supone el reconocimiento de la lucha que llevan a cabo las mujeres en la República Democrática del Congo y de una misión contra la violencia sexual que ya dura más de 16 años. El Premio es una muestra de respeto al sufrimiento de las mujeres y a su capacidad para sopreponerse a ello, a pesar de las atrocidades. Es un reconocimiento a sus logros.
El Premio está dotado con 50.000 euros. ¿A qué destinará ese dinero?
En la Fundación Panzi disponenos de un programa que se ocupa de llevar un seguimiento de las mujeres después de haber sido atendidas en nuestro hospital. Se trata de facilitar su vuelta a la vida laboral. Queremos erigir pequeñas unidades de producción para que las mujeres elaboren sus propios productos, puesto que los productos sin elaborar alcanzan precios muy bajos en el mercado. Los mejores ingresos les facilitan llevar una vida más digna, pagar la educación de sus hijos y mantenerse. Así logran el respeto de la sociedad y su dignidad y su autoestima quedan restauradas.
¿Siguen expuestas las mujeres de Kivu del Sur a la violencia?
Puede decirse que los actos violentos se han reducido, el número de ataques ya no es tan elevado. Pero la forma en que se manifiesta la violencia ha cambiado y eso nos preocupa. En la ciudad de Beni, 50 personas fueron masacradas. No puedo entender por qué fueron asesinados los pacíficos habitantes de un pueblo. ¿Cómo es posible que suceda algo así? Hace aproximadamente mes y medio hubo en Beni más de 200 víctimas. Hay que reaccionar ante hechos así. En Bukavi vienen cada vez más niños al mundo porque las madres fueron violadas. No las mataron, pero sus genitales quedaron destrozados. Eso es una forma de violencia cuyo objetivo es perturbar gravemente a la sociedad. Cuando todo eso sucede impunemente, ¿cómo puede hablarse de paz? Creo que, aunque actualmente en Congo no pueda hablarse de guerra, tampoco puede decirse que haya paz.
Hace un año dijo usted en entrevista con Deutsche Welle que tenía depositadas grandes esperanzas en el acuerdo de paz de Adis Abeba, sellado en 2013. ¿Sigue teniendo expectativas al respecto?
No he perdido la esperanza, por lo menos el acuerdo sigue estando ahí. El presidente de EE.UU., Barack Obama, dijo entonces que no podía ser que se quedara en el papel. Pero su implantación tiene que ser efectiva.
En su opinión, ¿qué puede hacerse al respecto?
Es imprescindible abordar una reforma de las fuerzas de seguridad de la República Democrática del Congo. Hay que transformarlas de tal manera que sean capaces de proteger a la población. Eso forma parte de la tarea del Estado, pero no puede llevarse a cabo si su Ejército y su Policía no están en condiciones de ello. De momento, disponemos de la misión de Naciones Unidas MONUSCO, pero ¿durante cuánto más tiempo? Martin Kobler, que dirige la misión, es un hombre valiente, pero eso no basta. No podemos poner un soldado de la ONU por cada mujer congolesa. El Estado tiene una responsabilidad. Espero que los presidentes de los países vecinos se comprometan más a la hora de aportar soluciones para la dramática situación en la región de los Grandes Lagos. Está el acuerdo de paz de Adis Abeba, pero quedan muchos pasos que aún no se han dado. Tendrían que involucrarse la sociedad civil y las organizaciones de mujeres para observar la implementación del acuerdo marco.