McChrystal y el G-20 en Toronto
25 de junio de 2010Der Standard, de Viena: “De un solo golpe, Obama ha restituido la supremacía de la política sobre la milicia. La guerra en Afganistán puede continuar sin obstáculos […] Afganistán (todavía) no es Vietnam y una salida precipitada significaría dejar al país y también al mismo Estados Unidos en manos de enemigos. Por eso, Obama no podrá cumplir su promesa de empezar en 2011 con la retirada de tropas. Aliados para su guerra ya no tendrá. El affaire McChrystal representó la última posibilidad de Obama de echar la plomada. En vez de hacerlo, ha duplicado las tropas y ha convertido a Afganistán, definitivamente, en su guerra: esto significa un panorama sombrío para un hombre que había planeado cosas muy diferentes para su país”.
Le Monde, de París: “Esta decisión refuerza la sensación de fracaso en esta guerra en Afganistán que no termina de acaba. El mes de junio ha sido el más mortal para los 142.000 soldados extranjeros. 79.000 muertos en tres semanas. Una prueba de las terribles dificultades y los escasos éxitos de la OTAN en esa región. La situación que encontrará el sucesor de McChrystal no ofrece una razón para el optimismo. Los talibanes, de ninguna manera, piensan en retirarse y al presidente Karsai no se le ve intención de iniciar un diálogo político con los talibanes. En Estados Unidos y en Europa la gente se está cansando de la guerra y se exige, no sin razón, una estrategia de retirada y logros”.
Tageszeitung, de Berlín: “El mayor interés de Obama es no dejar que el affaire McChrystal se convierta en un debate acerca de la misión en Afganistán. Con el raudo nombramiento de David Petraeus como sucesor, Obama establece una línea de continuidad. Después de la reforma sanitaria, la crisis financiera y la catástrofe petrolera, cinco meses antes de las elecciones al Congreso a Obama no le viene nada bien abrir un frente adicional, menos aún en un campo en donde no tiene por qué temer mayor oposición. Este objetivo parece haberlo alcanzado con su rápida acción. La rápida solución de la crisis es, a corto plazo, un éxito de Obama y demuestra don de mando. Al mismo tiempo, sin embargo, ha desaprovechado la oportunidad de revisar a profundidad la misión en Afganistán”.
Frankfurter Rundschau, de Fráncfort del Meno: “”Una ojeada al caso McChrystal deja claro que tampoco en Estados Unidos una voz de peso habría defendido al insubordinado general. Ni de Demócratas y ni de republicanos, ni de militares ni de civiles: de ningún lado surgieron protestas a tomar en serio contra la destitución de McChrystal. Obama ha puesto límites al culto estadounidense a los soldados. Así está bien. Menos bien está el deseo del presidente de volver, con David Petraeus como comandante en Afganistán, a la normalidad. La estrategia en Afganistán no cambia, dice Obama. Sin embargo, esta estrategia está marcada por las contradicciones. Aumento de tropas ahora, retirada en 2011: el arbitrario plan de Washington obedece más a obligaciones políticas que a la situación en Afganistán”.
Merkel, la aguafiestas de la cumbre del G-20
La Repubblica, de Roma: “El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, expresa ante Alemania el mismo deseo que ante la República Popular China. Estados Unidos, una nación que más que ninguna ha vivido por sobre sus posibilidades, intenta subsanar sus déficits. Y para evitar que el freno nacional a la deuda se convierta en una depresión, otros países tienen que hacer lo suyo. Es decir, naciones como Alemania y China, que han vivido por “debajo de sus posibilidades”, deben estimular el consumo. Sin embargo, la canciller alemana, Angela Merkel, ve la economía –interpretando un sentir expandido en Alemania- desde un “enfoque ético”, según el cual las deudas son “cargas” y los ahorros “una virtud absoluta”. Así, la canciller Merkel, en la madrugada de la cumbre del G-20, es tenida como la aguafiestas número uno”.
Independent, de Londres: “Los jefes de Estado y de Gobierno de las naciones líderes que se encuentran en Toronto están otra vez con talante egoísta. La disposición a la cooperación internacional que había hace dos años en plena crisis financiera, casi ha desaparecido. Sin embargo, existe un interés global en regular a largo plazo el gasto público, después de tanta acumulación de deudas. También existe un interés global en lograr otro equilibrio en los flujos comerciales y de capital para evitar que las economías emergentes se conviertan en acreedores de las naciones ricas. Se espera que los líderes políticos en Toronto detecten juntos los intereses financieros y económicos comunes, así como lo hicieron, por poco tiempo, a finales de 2008 y 2009”.
MB/dpa
Editor: Enrique López