Corazón caliente y cabeza fría
17 de julio de 2015
Wolfgang Schäuble, el ministro de Hacienda alemán, sintetizó su posición en el debate parlamentario de hoy (17.07.2015) en una pregunta: ¿cómo hacer para que funcione? La pregunta refleja perfectamente el dilema en que se encuentran todos aquellos que quieren realmente ayudar a Grecia. Aquellos que no solo quieren asegurar que pronto salga más dinero de los cajeros automáticos y Grecia pueda pagar sus deudas al Banco Central Europeo y el FMI.
El escepticismo de Schäuble tiene su razón de ser. Grecia no es un Estado que funcione. No lo fue durante toda su pertenencia a la zona del euro. Reformar el país a la fuerza y querer rehabilitarlo al mismo tiempo financieramente con duras medidas se parece a la cuadratura del círculo. Quien quiera pertenecer a la eurozona debe cumplir ciertas condiciones. Eso es correcto. Pero salir del caos bajo esas duras medidas planteará a los griegos excesivas exigencias.
El odiado grexit
Schäuble lo sabe. Dice que lo atormenta y que lucha consigo mismo en la búsqueda de una solución que funcione. Una posibilidad sería para Schäuble que Grecia abandonara por un tiempo la eurozona. Una conclusión a la que ha llegado con la cabeza fría, con el raciocinio. Pero su corazón le dice seguramente otra cosa. Pues Schäuble es un convencido europeísta, para quien la unidad del continente tiene absoluta prioridad. Pero un corazón caliente, eso también lo sabe, no siempre llega a tomar decisiones correctas.
Mala suerte para Schäuble que el “plan grexit” no cuente actualmente con mayorías en Europa. Pero… ¿quién sabe qué puede ocurrir dentro de dos semanas o dentro de cuatro? ¿Qué sucederá si las discrepancias entre las exigencias de los acreedores y aquello que Grecia está en condiciones de lograr se transforman en un abismo insalvable?
Luz verde en el Bundestag
El Bundestag ha dado luz verde al comienzo de negociaciones de la eurozona con Grecia para un tercer paquete de ayuda. Que ese tercer paquete vaya a ser suficiente y pueda tener éxito, nadie lo puede vaticinar hoy. El trabajo no acaba sino de comenzar. Será una senda muy dura, que al final bien puede desembocar en un grexit, una salida de Grecia de la zona del euro.
Si ese fuera el desenlace, no sería correcto, sin embargo, cargar a los griegos todas las culpas. Responsables son sobre todo aquellos que introdujeron el euro sin crear antes una verdadera unión económica y social. Pero eso pertenece al pasado. Hoy tenemos que enfrentarnos a las consecuencias. Por más graves que sean.