“Corea del Norte no tiene un liderazgo suicida”
9 de mayo de 2017El embajador Roberto Colin fue responsable de dirigir la misión diplomática de Brasil en Corea del Norte entre 2012 y 2016. En medio de la preocupación generada por la nueva crisis por las ambiciones nucleares del país comunista, el diplomático asegura que Pyongyang está siguiendo una estrategia racional. "No es un liderazgo suicida", afirmó en entrevista con DW. Según Colin, que hoy ocupa el puesto de embajador en Estonia, la postura aguerrida del régimen es una manera de forzar las negociaciones.
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Natural de Blumenau y con 64 años, Colin ingresó en la carrera diplomática hace más de 30 años. A finales de los ochenta, sirvió en Bonn, en la entonces Alemania Occidental, donde tuvo la oportunidad de ver las consecuencias de la caída del Muro de Berlín. A inicio de los años noventa, siguió la desintegración de la Unión Soviética a partir de la representación brasileña en Moscú.
DW: ¿Cuál es la estrategia detrás de la agresividad del gobierno de Corea del Norte?
Roberto Colin: La península está hace 64 años en una situación que no es ni de paz ni guerra. Algunos analistas dicen que el mantenimiento de este estado fue, por mucho tiempo, de interés de Estados Unidos. Otros actores, como China, piensan que la presencia de 30.000 soldados en Corea del Sur tiene como objetivo contener a los mismos chinos, y no a los norcoreanos.
Siguiendo ese raciocinio, Estados Unidos utiliza el problema norcoreano para poder justificar la presencia de esas tropas. Pero el mantenimiento de la situación también interesa a los chinos, ya que Corea del Norte funciona como una especie de 'estado tapón' que evita una Corea unificada ligada a Occidente en sus fronteras.
Está claro que el aislamiento del país es causado en parte por él mismo, como una forma de impedir la presencia de informaciones e ideas que pueden destruir toda su narrativa. Por otro lado, un aislamiento total también es perjudicial para el país. El liderazgo busca con estas pruebas, con esa retórica aguerrida, forzar a Estados Unidos a sentarse en la mesa y, con eso, cambiar la posición estadounidense.
¿Entonces no se trata solo de paranoia del régimen en relación con Occidente?
Corea del Norte no tiene un liderazgo suicida. Es muy racional. El programa, la retórica, todo está muy bien calculado. Internamente tiene el objetivo de demostrar a la población que Corea del Norte es un país poderoso, temido, importante. Y claro que también tiene un objetivo más inmediato. Todos los años, Estados Unidos y Corea del Sur realizan ejercicios militares conjuntos. Esto siempre deja a Corea del Norte muy preocupada temiendo que pueda ser un ensayo para una invasión. Los norcoreanos piensan que la forma de respuesta a eso son las pruebas nucleares, que son una demostración de fuerza. Pero esa situación de tensión es alimentada por múltiples partes. Es una acción recíproca.
¿Cómo valora la actitud asumida por Donald Trump en relación a Corea del Norte?
Abre nuevas posibilidades. Él ya dejó claro durante la campaña que pretende resolver ese problema. Y pasó de un extremo a otro, llegó a hacer amenazas, insinuó que podía usar una opción militar. Pero, por otro lado, más recientemente dijo que también sería un gran honor reunirse con Kim Jong-Un. Trump es muy pragmático.
Al mismo tiempo hubo elecciones en Corea del Sur. El izquierdista Moon Jae-in, que participó activamente en la "Política del Brillo del Sol" en los años 2000, fue el ganador. En la época de esa política las dos Coreas parecían estar intentando entenderse, solo que eso coincidió con el gobierno de Geoorge W. Bush, que no se preocupó mucho por el problema norcoreano, concentrándose en Irak y Afganistán. Después ocurrió lo contrario. El presidente Barack Obama mostró más interés, pero ahí Corea del Sur pasó a ser gobernada por presidentes que eran más críticos con Corea del Norte. Ahora estamos ante la posibilidad de que Estados Unidos y Corea del Sur se pongan de acuerdo.
¿Cuál es el futuro de un país como Corea del Norte? ¿Es posible esperar que se comporte de un modo pacífico y previsible?
Ese país nunca tuvo una historia de democracia y de libertad. Claro que las cosas cambian, solo hay que ver el caso de Alemania y Japón después de la Segunda Guerra Mundial. La propia Corea del Sur aprendió a ser democrática.
Una de las preguntas es por qué el país no adopta reformas como hicieron China o Vietnam, donde el partido comunista continúa en el poder pero liberalizó la economía. Eso no ocurrió por culpa de las sanciones. En el caso de China, Occidente invirtió a partir de los años 70 y 80. Eso cambió el país. No es la situación de Corea del Norte. ¿Quién va a querer invertir bajo sanción?
Estoy de acuerdo con los analistas que dicen que, al tratar el tema de Corea del Norte, los países se fijaron en la cuestión nuclear y dejaron de percibir ciertas tendencias y movimientos, cosas que pueden efectivamente cambiar el régimen, como la transformación de la economía. Si las empresas occidentales tuvieran la posibilidad de invertir en Corea del Norte, eso ayudaría al país a cambiar.
Jean-Philip Struck (J.A.G./DZC)