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Corrupción, ¿una batalla perdida?

Enrique López Magallón6 de noviembre de 2006

Transparencia Internacional dio a conocer el Índice Anual de Percepción sobre la Corrupción 2006. El documento arroja luz sobre este fenómeno, pero no sobre todos sus actores.

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David Nussbaum, de Transparencia Internacional, durante la presentación del informe en Berlín.Imagen: picture-alliance/ dpa

Si alguna conclusión clara arroja el extenso informe anual publicado este lunes por la organización Transparencia Internacional, es que la corrupción es un fenómeno relativo. Como su nombre lo indica, el documento no mide la corrupción en sí, sino la percepción que se tiene de ella entre las fuentes consideradas por el organismo como las más confiables e independientes.

La corrupción empobrece

Finlandia, Islandia y Nueva Zelanda serían, según Transparencia Internacional, los países que generan una menor sensación de corrupción mientras que Irak, Myanmar y Haití serían, de acuerdo con una interpretación simplista, "los más corruptos del mundo". El organismo acompaña su informe anual con una generosa serie de gráficas y vitrinas metodológicas que explican, cuando menos en teoría, la manera como se llegó a los números finales y a la conclusión de que existe "una estrecha correlación entre pobreza y corrupción".

En general, el documento sostiene que la corrupción empobrece a los ciudadanos y a la calidad de vida. La mayoría de los países del mundo, dice la organización, se enfrentan a unos niveles graves de corrupción nacional percibida. Entre aquellos que habrían empeorado su imagen de honestidad figuran Brasil, Cuba, Israel, Jordania, Laos, Seychelles, Trinidad y Tobago, Túnez y Estados Unidos. Entre los que habrían mejorado estarían Argelia, República Checa, India, Japón, Letonia, Líbano, las Islas Mauricio, Paraguay, Eslovenia, Turquía, Turkmenistán y Uruguay.

Hay sobornados y sobornadores

Pero el carácter relativo de la corrupción salta a la vista cuando se revisan otros informes menos célebres elaborados por Transparencia Internacional. Entre ellos destaca el llamado Índice de Sobornadores, publicado hace unos días, en el cual se señala que algunas de las compañías que más promueven la corrupción en esta modalidad provienen de la India (país que supuestamente ha mejorado en cuanto a la percepción de su honestidad).

En África, de acuerdo con este mismo documento, es frecuente la mención a empresas francesas e italianas que presuntamente pagan sobornos a autoridades locales a fin de obtener beneficios. Pero en el Índice Anual de Percepción sobre la Corrupción 2006, estas naciones europeas aparecen en lugares no tan deleznables: ocupan los lugares 18 y 45, en comparación con México, que se ubica en el 70.

Como quiera que sea, el Índice Anual de Percepción sobre la Corrupción 2006 sirve para observar de nuevo este fenómeno, cuyas dinámicas parecen ser tan diversas como países hay en el mundo. Cuando los directivos de Transparencia Internacional afirman que ha habido avances sustanciales en algunos mecanismos de rendición de cuentas, parecen tener razón. Lo mismo cuando señalan, de manera vehemente, que los esfuerzos por combatir este flagelo no han sido suficientes. Probablemente, nunca lo serán.