Crisis financiera: “España no necesita rescate”
7 de abril de 2011Los mercados financieros no son precisamente discretos a la hora de lidiar con sus miedos y, desde principios de año, ellos han hecho explícito su temor a que la iliquidez del Estado portugués lo obligue a pedir ayuda financiera en el exterior y arrastre a España por el mismo camino. El aciago escenario se consumó en el caso de Portugal. ¿Qué significa esto para España? Deutsche Welle conversó al respecto con el Dr. Ferdinand Fichtner, quien lidera al grupo de expertos del Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW) de Berlín especializado en políticas coyunturales.
Deutsche Welle : España sigue refutando todo argumento que describa su situación como la de un país necesitado de auxilio financiero, pero esa postura no es muy diferente a la asumida por Grecia, Irlanda o Portugal antes de acudir al fondo de rescate económico del Sistema Europeo de Supervisión Financiera (ESFS). ¿Cree usted que España esté en peligro de seguirle los pasos a su vecino?
Ferdinand Fichtner : En momentos como este ningún escenario puede quedar del todo excluido y está claro que España es el país europeo más vulnerable frente a la crisis portuguesa, pero yo no creo probable que el Estado español necesite echar mano al fondo de rescate. Los aproximadamente 80.000 millones de euros que Portugal le debe a España no representan una amenaza sustancial ni para su economía nacional ni para sus bancos; el potencial de rendimiento económico de los españoles es demasiado grande.
Según la ministra española de Economía y Hacienda, Elena Salgado, los mercados internacionales saben diferenciar entre la economía de su país y la de Portugal. Salgado sostiene que la economía española es más fuerte, competitiva y está más diversificada que la portuguesa. Por otro lado, algunos analistas señalan que, en esencia, la situación de Portugal no era mucho peor que la de España…
España está endeudada, sus índices de desempleo son extremadamente altos y su situación puede empeorar si el Banco Central Europeo decide apretar las riendas de sus políticas monetarias como lo anunció hace poco. En comparación con la española, la economía real de Portugal no estaba tan mal como se podría creer; ni siquiera su déficit presupuestario o sus problemas políticos eran tan dramáticos como para justificar del todo la gravedad actual de su coyuntura. Para ser franco, yo no puedo explicarme por qué Portugal ha terminado por verse tan afectado por la crisis financiera; eso no me queda claro.
Conocedores de la materia opinan que llegó la hora de actuar con mayor prontitud de lo que se ha hecho en los casos de Grecia, Irlanda y Portugal. ¿Pueden los países económicamente solventes de la Eurozona y de la Unión Europea exigir a España que se someta a pruebas para determinar la estabilidad de su economía?
Aunque es poco probable que España pueda ser obligada jurídicamente a someterse a esas pruebas, es posible que su Gobierno se muestre dispuesto a hacerlas, si sus socios se lo piden. Pero yo no veo ventaja alguna en la aplicación de esas pruebas; no creo que eso contribuya a solucionar el problema. Lo que habría que hacer ahora, lo antes posible, es ajustar el marco institucional europeo para que una crisis de las deudas como la que atravesamos no se vuelva a repetir en el futuro.
Se han formulado recomendaciones concretas para atacar los problemas estructurales que generan crisis como la actual y sólo haría falta ponerlas en práctica para corregir esta situación. Hay que establecer reglas claras para cuando un país se vea amenazado por una insolvencia inminente, para implementar un proceso de refinanciamiento de manera precisa, para tratar con entidades bancarias afectadas por la bancarrota de un país. Eso habría podido hacerse hace ya tres años, pero el tiempo se desperdició y desde hace un año estamos pagando las consecuencias.
¿Ve usted la voluntad política en la Unión Europea para aplicar estos cambios fundamentales?
No, no la veo. No veo ningún signo que apunte en esa dirección. Al contrario, tengo la impresión de que la clase política se ocupa más de los síntomas –el Pacto por el Euro Plus es un ejemplo– que de los problemas estructurales que los causan. Y mientras las autoridades le sigan dando la espalda a los cambios fundamentales que amerita el sistema económico, éstas seguirán viéndose obligadas a aplicar remedios tan onerosos como poco efectivos para responder a coyunturas como la que atraviesa Portugal.
Autor: Evan Romero-Castillo
Editor: Pablo Kummetz