Venezuela: nuevos hábitos de consumo de alcohol
23 de enero de 2018En el pasillo de un supermercado en Caracas donde están los anaqueles con los licores, los pocos consumidores que se acercan a esa área deambulan en busca de una bebida asequible. La poca variedad y los precios los dejan atónitos: la selección dependerá del precio, no del gusto.
Oswaldo García es uno de ellos. Saca cuentas de lo que implica para sus finanzas familiares la botella que desea llevar a la oficina de la trasnacional donde trabaja para celebrar el traslado de su superior a otro destino, un compromiso que le resultaba ineludible, incluso en un país sumido en una hiperinflación de 2.616 por ciento, según cálculos de la Comisión de Economía de la Asamblea Nacional (Parlamento) a finales de 2017.
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Hasta 2012 Venezuela fue uno de los mayores importadores de whisky en el mundo, según la Asociación de Whisky Escocés, con sede en Edimburgo (Escocia). Pero ahora, comprar whisky es impensable para muchos. Debido a la escasez de divisas a raíz del control cambiario, el precio de una botella ascienda a millones de bolívares.
El ron, que por años fue la segunda opción para los consumidores locales, ya no lo es. Aunque la industria venezolana de ron logró perfeccionar sus métodos al punto de ubicar la bebida entre las mejores del mundo, desplazando al ron cubano, es precisamente su alta calidad lo que la hace inalcanzable para el bolsillo del venezolano. Versiones menos elaboradas y añejadas, algunas de tan dudosa fabricación que popularmente se les conoce como "gasolina", han surgido a raíz de la crisis, pero aún así los precios son elevados: una botella sobrepasa dos salarios mínimos, que equivalen a 347.914 bolívares al mes, con el reciente aumento decretado el 30 de diciembre de 2017.
La cerveza, anteriormente reservada por lo general para los más jóvenes o las clases más populares, se ha convertido en un lujo, común de ver ahora en casas de gente más acomodada donde nunca faltaba el vino, y es un anhelo para quienes los viernes en la noche se reunían a la salida del trabajo o la universidad a conversar en torno a unas cuantas botellas de la refrescante bebida.
Vodka y ginebra siempre han estado allí, más que todo para los asiduos a las discotecas, que ahora lucen cada vez más vacías. Sus versiones saborizadas con frutas son actualmente las más económicas en los expendios de licores, cada botella cuesta el equivalente a casi un salario mínimo. Precisamente esa termina siendo la elección de Oswaldo García -aunque se siente un poco avergonzado-, así como del gran grueso de consumidores que no se resignan a renunciar a un trago de vez en cuando.
Amelinos: sangría y cerveza
Es viernes por la noche y en la zona de Chacao, donde se concentra gran cantidad de bares, las calles están vacías a excepción de la esquina donde opera la taberna Amelinos. En la puerta del local un cartel anuncia los precios del día. Amelinos es uno de los locales donde se consigue la cerveza a mejor precio en Caracas. Claudio Mora es bartender, según él, "el consumo de alcohol ha sido bueno hasta ahora. Lo que la gente más consume es la sangría y la cerveza, que es lo más barato que ofrecemos aquí."
Sin embargo, la dueña del local admite que la clientela ha disminuido ya que los precios no son normales. Sandra Goncalves prefiere tener poco ingreso con tal de mantener Amelinos abierto: "Nosotros hacemos lo posible por mantener precios bajos con las ganancias al mínimo para mantener el local trabajando. Hay días buenos y días malos, pero nos mantenemos full", cuenta a DW. Según Goncalves, "no hemos visto una disminución de la clientela hasta este enero que estamos viendo el bajón, pero eso es normal en eneros porque ya no hay dinero, en febrero esperamos que todo se acomode."
En el Amelinos se encuentra Edgar Soto con su novia, ambos beben una de las cervezas más baratas que ofrece el local. Edgar, de 23 años, admite que ahora no bebe alcohol como lo hacía antes: "Ahora uno sale menos, la inseguridad es un tema pero los precios también influyen, hago el esfuerzo por salir y no quedarme en casa pero sabemos que es un gasto especial que no puede hacerse cada fin de semana".
De ron a "gasolina"
"Hemos bajado de categoría y de paso quedamos 'picados' (con ganas de más). La cerveza es un lujo aunque vayas solo por un par a los (restaurantes) chinos, que es donde se supone las venden más baratas. Al darnos cuenta de que no podemos tomar cerveza, con mis amigos nos decidimos por ron añejado, luego pasamos a rones de menor calidad y ahora bajamos a las marcas más económicas, y nos conformamos con una botella porque aunque son los rones más baratos siguen siendo costosos, más que un sueldo básico", comenta a DW un joven fotógrafo que pidió resguardar su identidad. Gana dos salarios mínimos al mes.
"Pero es que o bebes o tienes para el taxi", interrumpe una amiga que lo acompaña, ninguno de los dos tiene vehículo. "En mi caso mis hábitos de beber licor han variado mucho, antes iba todos los viernes a tomar cervezas con los amigos y bebía sin estar muy preocupada por el precio. Ahora ya no voy con frecuencia y desde el principio me limito: me tomo dos o tres, y ya. Pero hace tiempo migré a otras alternativas, primero al ron y lo fui bajando de categoría. Para despedir el año, por ejemplo, compré una botella de vodka de esas de sabores, porque era lo más barato, y el ron que llevó mi prima era 'gasolina'", completa la joven que además de su trabajo fijo tiene otros ingresos extra.
Pero ni los que devengan en moneda extranjera en Venezuela, generalmente dólares o pesos colombianos si laboran del otro lado de la frontera colombo-venezolana, acceden a pagar los altos precios de las bebidas alcohólicas. Es el caso de una joven traductora en una trasnacional que opera en el país, quien admite que, pese a que sus ingresos son en divisas, dejó a un lado el hábito de tomar cervezas. "Están tan caras que me lo pienso antes de tener la iniciativa de decirle a alguien para ir a beber, y si voy a una licorería compro otra cosa que salga más económica, como el ron barato".
Menos para vender
Pero las dificultades no son solo para los consumidores. Los comerciantes y productores locales también se las ven en aprietos. Los precios del alcohol en las licorerías varían por zona y locales. En las licorerías actualmente evitan dar declaraciones, como pudimos constatar en una visita que hizo DW a 5 de estos establecimientos. El temor era de esperarse pues en diciembre, a pocas horas de Nochebuena, la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde) fiscalizó las licorerías a nivel nacional a bajar 30 por ciento el precio de las bebidas alcohólicas. Las largas colas en las afueras de las licorerías fueron evidentes. Luego, en enero, la Sundde obligó a distintas cadenas de supermercado a reducir los precios de varios productos entre los que destacaban algunas bebidas alcohólicas. Nuevamente se formaron las colas.
La Cámara de Licores (CALICOR) registró una caída del 70 por ciento de las ventas en 2017. El último trimestre fue el más duro, considerando que es un "reflejo general de lo que ha ocurrido en el país con la crisis económica", dice a DW Carlos Salazar, presidente de CALICOR, que además prevé que 2018 será peor para la industria licorera. "Nunca habíamos tenido una situación tan compleja, no solo por la caída del poder adquisitivo del venezolano, también estamos sujetos a la desenfrenada inflación, problemas de transporte y la presión del Sundde por mantener los precios bajos, por lo que pronosticamos dificultades en la reposición de mercancías y baja solicitud de pedidos para este año", explica Salazar.
Asimismo, Leopoldo Molina, presidente de la Destilería Veroes, advirtió que la baja producción de melaza proveniente de la caña de azúcar en Venezuela está afectando al sector licorero, y atribuyó el problema al precio del azúcar en el mercado nacional, que ha desestimulado la siembra, el cultivo y la cosecha de la materia prima para la producción de ron, básicamente. Según Molina, "las destilerías del país tienen un déficit de 15.000 toneladas en la producción de melaza", y recordó que "el gobierno ha expropiado 12 de las 20 destilerías existentes en el país."
Estas situaciones afectan directamente al sector comercial que cada vez tiene menos que ofrecer a la clientela.
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Oscar Schlenker/ Ingrid Orjuela (VT)
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